Por Federico Pinales
La complejidad del problema eléctrico dominicano es de una gravedad tan aguda, que envuelve al Estado, a los empresarios, a los empleados de las distribuidoras y a los usuarios deshonestos, que se benefician del desorden administrativo y el negocio clandestino de los empleados que trabajan en la calle.
El problema empieza desde arriba, con los subsidios que el Estado les otorga a los empresarios, para dar un servicio deficiente y carísimo.
Continúa con otros empresarios y altos funcionarios, privilegiados con el suministro de un servicio que no pagan y que nadie les cobra.
Sigue con las administraciones de las empresas eléctricas, cargándoles a los usuarios honestos las irresponsabilidades de quienes no pagan la luz, aun teniendo sus contratos y de quienes se la roban en combinación con empleados de las corporaciones.
Ahora prácticamente se ha institucionalizado el retraso “intencional” de las instalaciones de contadores familiares, para que los interesados se vean obligados a negociar tras bastidores con los empleados mafiosos.
¿En qué consiste esta mafia? Sencillo, los electricistas antes de ejecutar una orden de corte, se presentan a las casas o a las oficinas de los clientes, especialmente de los más pudientes;
les proponen que, si se ponen al día y les sacan lo de ellos, les pueden preparar el contador para que pague menos.
Si los clientes aceptan la propuesta y les hacen buenas ofertas, en proporción a lo que se van a economizar, los electricistas les aplican a los contadores uno de cuatro trucos, dependiendo el tipo de contador.
El primero es ponerle miel de abeja a las esferas para que giren más lentas, segundo, apretar las esferas con el mismo propósito, tercero, colocar un puente (este es el más común), confirmado por profesionales y cuarto, programar los contadores, si son digitales.
Esto es para robarles a las compañías eléctricas.
Sin embargo, para sobre facturarles a los clientes, se flotan las manecillas giratorias, para que el contador vaya más rápido.
En el caso de los digitales, también se programan con el mismo propósito.
Todas estas afirmaciones provienen de electricistas experimentados, consultados especialmente para sustentar esta denuncia, que ojalá pueda penetrar la impermeabilidad de algunos oídos, convenientemente ensordecidos.
En los casos de los inquilinos que solicitan contadores, muchas veces hasta para negocios, las tardanzas para darles respuestas son tan desesperantes que estos recurren a comprarles energía a otros que también se las están robando, en complicidad con empleados de las distribuidoras.
Por lo visto, es un cuento de nunca acabar y difícil de controlar. Mientras tanto, a los clientes honestos les envían facturas sobre cargadas, por el mal servicio que reciben.