Por Francis Santana.
El presidente Abinader dijo el pasado domingo, 10 de septiembre, en La Romana, “que si Juan Bosch…estuviera vivo, estuviera del lado de la transparencia y no de la oscuridad”
Sí, eso es lo más probable a partir de la conducta que caracterizó a Bosch en una parte importante de su práctica política y, particularmente, en el ejercicio del poder, durante los siete meses que le correspondió gobernar nuestro país, del 27 de febrero del 1963 al 25 de septiembre de 1963, cuando fue derrocado por la oligarquía criolla y el imperialismo de los EE. UU.
Pero, es mucho más probable también, que Bosch no se hubiese valido de narcotraficantes para llegar al poder, como lo hizo Abinader.
Es muy posible que Bosch no hubiese sido un presidente servil al poder extranjero, como lo es el actual presidente de la República Dominicana.
Que no hubiese tenido un gobierno de Popis, oligarcas y de espaldas hasta a las simples demandas de nuestras comunidades rurales, barriales, de la juventud y de todo el pueblo trabajador
Que Bosch no tendría sus recursos económicos personales en paraísos fiscales fuera del país para no pagar impuestos aquí.
Y es muy probable, además, que, en un gobierno de Bosch, no se estuviesen pisoteando los derechos de la clase obrera, que en la actualidad carece de libertad sindical y vive con salarios de miseria. Y si quieren solo dos ejemplos, miren las condiciones de los obreros cañeros y de zonas francas.
Que Juan Bosch no le estaría entregando los recursos del Estado al sector privado como lo hace Abinader y como lo hicieron los gobiernos del PLD.
Y que Bosch no hubiese endeudado el país en una carrera desenfrenada como lo está haciendo el gobierno perremeísta, hipotecando el porvenir de la nación.
Que Bosch no tendría como ministros a quienes reconocen no saber absolutamente nada sobre las funciones que ocupan.
Que tampoco estaría comprando alcaldes opositores y a otros tránsfugas para tratar de reelegirse.
Que Bosch desde la presidencia del país no permitiría el desorden, la inseguridad ciudadana y la inflación que está matando a nuestro pueblo.
Y se podría afirmar también, que en un gobierno de Juan Bosch la militancia de la base de su partido no estaría pasando las de Caín; sin empleo, sin oportunidades y sin tomarlas en cuenta, como hoy se encuentra la mayoría de la gente humilde del PRM, que ha sido totalmente olvidada y marginada por un gobierno de multimillonarios, que al parecer les da asco juntarse con los pobres.
Pero hay que reconocer que, aunque es creciente el desgaste que tiene este gobierno, peor aún la estaría pasando si Juan Bosch estuviera presente físicamente, porque de estarlo, de seguro se situaría en las filas opositoras para luchar contra una pésima gestión, que tiene el país en el caos y a la gente honesta y de trabajo en la desesperación.
Al referirse a Bosch y hacerlo de manera elogiosa, el presidente Abinader no debe olvidar que fue ese mismo Bosch el que renunció del PRD (hoy PRM) en diciembre de 1973, denunciando los vicios y degeneraciones de los principales dirigentes de aquel partido, desviaciones que más tarde pusieron en evidencia en el ejercicio del poder.
Pero aún en sus momentos de dificultades y de perspectivas inciertas, cuando tiene que apelar al liderazgo de los muertos, porque su credibilidad se está yendo por el suelo, es evidente que Abinader tiene la suerte de que las fuerzas democráticas y de izquierda no han entendido la importancia de su unidad, que las masas aún no han despertado y de que Manolo ni el Coronel de abril con sus robustos liderazgos, aún no han resucitado.
Tiene suerte el turco.