Por Yancen Pujols
La postemporada de la NBA ya cruzó su primera ronda. Quedaron eliminados varios estelares del negocio, incluidos Luka Doncic y LeBron James con los Lakers de Los Ángeles. Continúan con vida otros, entre ellos Stephen Curry con su combo de Golden State.
¿Le queda otra corrida por una corona al nativo de Akron, Ohio? ¿Acaso tienen los Warriors el material necesario para sobrevivir al temible Oeste?
La llegada de Jimmy Butler elevó el nivel de la escuadra que dirige el sagaz Steve Kerr. Golden State ha sido otro desde su arribo, vía un cambio con el Miami Heat, equipo en el que protagonizó un berrinche más, en una lista tan amplia como el talento que le acompaña.
Butler ha dejado saber que no tiene problemas en ser el complemento de Curry, pero está claro que puede ser la primera espada cuando sea necesario. Ya lo ha demostrado.
Cuando están al máximo, Curry, Butler y el inagotable Draymond Green, entre otros, son difíciles de derrotar. Como un mago que saca una herramienta del sombrero en el momento justo, Kerr ahora cuenta con Buddy Hield, un francotirador que brilló en el decisivo juego siete contra los nóveles Houston Rockets y en el primer partido de la semifinal de conferencia del Oeste ante los rudos Wolves de Minnesota, encuentro que ganó Golden State a pesar de que Curry salió lesionado temprano.
Apenas va un choque. Los cánidos, sin duda, vendrán con rabia en el siguiente encuentro, pautado para este jueves en su casa. Al momento de escribir estas líneas, se había informado que Curry estará fuera de acción por un desgarro en el tendón de la corva.
Hay que ganar cuatro. Golden State no la tiene fácil ante un rival atlético y con criterio defensivo.
Los de la Bahía no la tienen cómoda contra nadie. Si sobreviven a Minnesota, donde Anthony Edwards lleva la voz cantante, les tocará Oklahoma o Denver. Cualquiera de los dos es un dolor de cabeza. Todavía en el Este respiran los campeones Celtics de Boston, los Knicks de Nueva York, los Pacers de Indiana y los Cavaliers de Cleveland.
Al final solo quedará uno para alzar la copa, celebrar y tener los derechos de blasonar hasta octubre próximo.
Curry, que a sus 37 años se deja sentir en cancha, va por su quinto anillo, un territorio exclusivo en los registros del juego, especialmente en las últimas décadas de brillantez fuera de serie en la NBA. De lograrlo, sería uno más que los obtenidos por LeBron.
La ruta está llena de óbices. El sabor a gloria de elevar ese trofeo no se define con palabras.
La suerte está echada. Hace rato se cruzó el Rubicón. ¿Vencerá como un César? Atentos, que esto ahora es que se pone bueno.