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viernes, marzo 14, 2025
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¿Son ellas mejores para las letras y ellos para los números?

Por Octavio Santos

La pregunta sobre la influencia del sexo en las preferencias académicas ha generado debate durante décadas. En la República Dominicana, donde la calidad educativa es una prioridad nacional, entender estas diferencias resulta crucial. Un reciente estudio del Instituto Dominicano de Evaluación e Investigación de la Calidad Educativa (IDEICE) ha indagado en este tema, explorando cómo factores psicológicos y de contexto se relacionan con la percepción del rendimiento académico en estudiantes de secundaria. Los hallazgos arrojan luz sobre si existe una propensión de chicos y chicas a inclinarse por ciertas asignaturas o áreas del conocimiento, revelando patrones que invitan a un análisis crítico.

Contexto del estudio

El estudio, titulado “Relación entre variables psicológicas, de contexto y de bienestar en la percepción del rendimiento académico en estudiantes de secundaria en República Dominicana”, se llevó a cabo en 2024 con una muestra amplia y diversa. Participaron 7,583 estudiantes de secundaria (de alrededor de 10 a 18 años) de 281 centros educativos, abarcando las 18 regionales escolares del país​.

Múltiples dimensiones

La investigación evaluó múltiples dimensiones: el autoconcepto académico (cómo se perciben los alumnos en sus habilidades escolares, diferenciando el ámbito verbal y el matemático, además de un autoconcepto académico general), el bienestar subjetivo (medido mediante la satisfacción con la vida), las necesidades psicológicas básicas (sensación de autonomía, competencia y relación) y el apoyo social percibido (de familia, amigos y docentes). Asimismo, los estudiantes valoraron su percepción del rendimiento académico (cómo estiman su desempeño escolar). 

Con herramientas estandarizadas (como escalas de autoconcepto y satisfacción vital) y análisis estadísticos rigurosos, el estudio buscó identificar relaciones entre estas variables y posibles diferencias según el sexo, tipo de escuela (pública o privada) y edad de los alumnos.

Este contexto metodológico asegura que los resultados no sean meras anécdotas, sino representativos a nivel nacional. Los autores plantearon, entre otras cosas, analizar diferencias por sexo en las variables estudiadas, dado el interés por comprender si chicos y chicas experimentan el contexto escolar y su propio desempeño de forma distinta.

Análisis de resultados: diferencias por sexo en inclinaciones académicas

Una de las preguntas centrales era si existen diferencias significativas entre varones y hembras en cuanto a sus inclinaciones académicas. Los datos del estudio efectivamente revelan patrones diferenciados por sexo en la autopercepción de habilidades académicas. En particular, se hallaron diferencias estadísticamente significativas en dos dimensiones del autoconcepto académico: la verbal y la matemática​

Las alumnas mostraron mayor autoconcepto verbal que sus compañeros varones, mientras que los alumnos presentaron un mayor autoconcepto matemático que sus compañeras. En palabras del informe: “las alumnas reportaron una percepción más alta en habilidades verbales, mientras que los alumnos [destacaron] en habilidades matemáticas”​. Esto sugiere que, ya en la secundaria, las chicas tienden a sentirse más seguras en asignaturas de lectura, idiomas y comunicación, mientras que los chicos se sienten más cómodos en matemáticas u áreas afines a los números.

Para ilustrar la magnitud de estas diferencias, a continuación, se resumen los puntajes promedio de autoconcepto académico por sexo reportados en el estudio:

Dimensión de autoconcepto Hombres (Media) Mujeres (Media) Diferencia
Verbal (habilidades de lenguaje) 13.89 14.22 Diferencia significativa, mujeres > hombres 
Matemático (habilidades numéricas) 13.76 13.52 Diferencia significativa, hombres > mujeres 
General (autoconcepto global) 27.65 27.74 No significativa 

Fuente: Datos del estudio IDEICE 2024. Puntajes promedio de autoconcepto académico (desviación estándar ~2.5-2.7 en cada caso).

Como se observa, aunque las diferencias numéricas son relativamente pequeñas (las medias difieren por décimas), resultan estadísticamente significativas dada la gran muestra. Las chicas se auto valoran ligeramente mejor en lo verbal y los chicos ligeramente mejor en lo matemático, confirmando una tendencia de “afinidad de género” con ciertos dominios del saber. Sin embargo, es importante resaltar que no hubo diferencia significativa en el autoconcepto académico general entre ambos sexos​

. Es decir, en términos globales de desempeño escolar percibido, niños y niñas tienen una autoevaluación similar de sus capacidades. El propio informe subraya que, en general, “ambos sexos tienen una percepción similar de sus habilidades académicas. Este dato es crucial: sugiere que las diferencias residen en áreas específicas (lengua versus matemática), pero no implican que un sexo se sienta “más capaz” que el otro en lo académico de forma general.

Además del autoconcepto, el estudio exploró la percepción del rendimiento académico (qué tal creen los estudiantes que les va en la escuela). Aquí también surgió una diferencia interesante: las alumnas calificaron su rendimiento ligeramente mejor que los alumnos. En promedio, las chicas consideraron su desempeño más alto que los chicos, diferencia pequeña, pero significativa​. 

En concreto, “los alumnos obtuvieron un promedio ligeramente más bajo en comparación con las alumnas”​ al autoevaluar su rendimiento. Esto podría reflejarse, por ejemplo, en calificaciones escolares donde las niñas suelen obtener mejores promedios o ser más autoexigentes. De hecho, cerca del 90% de todo el alumnado percibe tener un buen promedio (entre 80 y 100 puntos, según el estudio), pero las chicas llevan ligera delantera en esa autoevaluación positiva.

En cuanto a las medidas de bienestar, también se encontraron diferencias por sexo. Los varones reportaron niveles apenas más altos de satisfacción con la vida que las hembras (24.9 vs 24.4 puntos, en una escala dada)​. 

Aunque ambos sexos, en promedio, expresaron estar moderadamente satisfechos con sus vidas, esta brecha favorable a los chicos resultó significativa estadísticamente. Nuevamente, la magnitud es reducida, pero sugiere una variación en cómo chicos y chicas evalúan su bienestar general. (Vale aclarar que, según el estudio, no hubo diferencias de satisfacción vital entre estudiantes de colegios públicos vs. privados). 

Por otro lado, en la percepción del apoyo social las diferencias de género fueron mínimas: tanto niñas como niños sintieron un respaldo similar de parte de amigos y docentes. Solo en el ámbito familiar apareció una leve ventaja: las chicas percibieron un poco más de apoyo familiar en promedio que los chicos​, lo cual podría relacionarse con dinámicas familiares protectoras hacia las hijas en la cultura local, aunque la diferencia no fue muy marcada.

Ahora bien, ¿cómo se contrastan estos datos con las preferencias académicas observadas fuera del cuestionario? Los resultados anteriores no son meramente teóricos; de hecho, reflejan patrones que se ven en las elecciones académicas reales a lo largo de la trayectoria educativa. Estadísticas nacionales indican que, al llegar a la educación superior, las mujeres y los hombres tienden a concentrarse en carreras distintas, alineadas con esas fortalezas percibidas en secundaria. Por ejemplo, según la Oficina Nacional de Estadística, los hombres representan la gran mayoría de estudiantes en carreras técnico-científicas: aproximadamente 75% o más de la matrícula en Ingenierías y Tecnologías, así como en Ciencias Agrícolas, Informática e incluso Arquitectura, está compuesta por varones​. 

En contraste, las mujeres dominan en áreas ligadas a habilidades verbales y sociales: constituyen mayoría en Ciencias Sociales y Humanidades, Comunicación y Publicidad (alrededor del 52% femenina), y son abrumadoramente mayoría en campos como Medicina (65%+) o Psicología (más del 80% de mujeres)​.

 Estas preferencias efectivamente corresponden con la diferencia de autoconcepto observada en la secundaria: ellas se ven fuertes en lo verbal/social y luego eligen carreras afines; ellos confían más en lo numérico/técnico y se inclinan por ingenierías y ciencias. Cabe destacar que, pese a estas tendencias, la matrícula universitaria total en RD es mayoritariamente femenina (alrededor del 60% de estudiantes son mujeres​), pero distribuidas en ramas distintas a las de sus pares masculinos. Esto evidencia cómo las inclinaciones académicas por género identificadas en la adolescencia pueden tener consecuencias concretas en la segregación por carreras en etapas posteriores.

Factores explicativos: ¿Por qué difieren las preferencias de chicos y chicas?

Identificar diferencias es solo el primer paso; comprender qué las origina resulta aún más importante. Los autores del estudio ofrecen pistas valiosas al respecto. Ellos sugieren que las disparidades observadas en el autoconcepto académico por sexo “estarían influenciadas por estereotipos de sexo” asociados a ciertas habilidades​.

 Desde edades tempranas, socialmente se suele asociar a las niñas con destrezas verbales y de comunicación, mientras que se fomenta en los niños la confianza en áreas lógicas, matemáticas y científicas​. Estos estereotipos culturales, muchas veces inconscientes, pueden traducirse en las autoevaluaciones que vimos: las chicas internalizan la idea de que “se les dan bien” las letras, y los chicos la de que “son buenos” para los números. El estudio lo resume así: la mayor autopercepción verbal femenina podría estar “influenciada por estereotipos de sexo que asocian a las mujeres con habilidades verbales y de comunicación”, mientras que la ventaja masculina en matemática “también puede reflejar estereotipos de sexo que favorecen a los hombres en áreas de matemáticas y ciencias”​file-fbefdqam7jbf8scz2i8hn6. En otras palabras, no se trata de una diferencia innata, sino potenciada por las expectativas sociales tradicionales.

Otro factor relacionado es el nivel de autoexigencia y autoconfianza. La investigación señala que la diferencia a favor de las chicas en la percepción de su rendimiento académico podría deberse a que ellas tienden a ser más autoexigentes y aplicar estándares más altos a su propio desempeño​.

 Al mismo tiempo, los chicos quizá sean más indulgentes al evaluarse o enfrenten cierto estigma al reconocer dificultades académicas, lo que paradójicamente podría llevar a que reporten un rendimiento menor del que realmente tienen. Esto conecta con cómo cada género maneja la autocrítica: estudios previos a nivel internacional han hallado que las alumnas suelen tener mayores niveles de ansiedad académica pero también mayor disciplina, lo que redunda en mejores calificaciones en promedio, especialmente en la adolescencia. De hecho, en la región de Latinoamérica, no se observan diferencias significativas en el desempeño promedio en Matemática de niñas y niños de primaria​, mientras que en lectura las niñas típicamente aventajan a los varones. 

Es decir, las brechas de rendimiento objetivo son muy pequeñas o nulas a edades tempranas, pero las brechas de percepción y gusto pueden ampliarse con la socialización. Si las expectativas del entorno dictan —sutil o abiertamente— que “los hombres son de ciencias y las mujeres de letras”, es probable que cada cual dirija su esfuerzo hacia donde siente que encaja, alimentando un círculo que refuerza esas mismas expectativas.

Asimismo, las diferencias en bienestar entre chicos y chicas podrían ayudar a explicar su comportamiento académico. Que los varones reporten una satisfacción con la vida ligeramente mayor podría estar ligado a cómo enfrentan el estrés o las presiones. El informe sugiere que esta brecha “puede ser atribuida a varios factores, incluyendo diferencias en la percepción y manejo del estrés, expectativas sociales y roles de género” en la autoevaluación del bienestar. 

Tradicionalmente, a los chicos se les ha inculcado expresar menos sus emociones o vulnerabilidades, lo que a veces hace que perciban menos estrés académico o lo manifiesten de otra forma, mientras que las chicas podrían sentir más presión por cumplir con múltiples expectativas (ser buenas estudiantes, comportarse responsablemente, etc.), afectando ligeramente su satisfacción vital. Estas dinámicas de género en el bienestar psicológico pueden influir indirectamente en la preferencia académica: una estudiante que lidia con más estrés quizás evite áreas donde no se siente segura (por ejemplo, matemáticas si no tiene confianza en ello), mientras que un estudiante con mayor satisfacción o apoyo podría atreverse más en campos desafiantes.

Por último, está el papel del entorno educativo y familiar. Si bien el estudio encontró que el tipo de escuela (pública o privada) no cambia la dirección de las diferencias de género (ambos sistemas replican la mayor autoconfianza verbal femenina y matemática masculina), sí destacó la importancia del apoyo social en general. Un sólido respaldo de la familia y los docentes se correlacionó positivamente con un mejor autoconcepto académico y satisfacción con la vida en todo el alumnado​

Esto significa que, independientemente del sexo, un entorno que anime al estudiante puede ayudarle a romper moldes: por ejemplo, una chica que recibe motivación extra en matemáticas quizás desarrolle un autoconcepto matemático más alto de lo que dictarían los estereotipos, y viceversa con un chico en literatura. En suma, los factores socioculturales (estereotipos de género, expectativas, modelos a seguir), junto con diferencias individuales de personalidad y contextuales (autoexigencia, apoyo recibido, manejo del estrés), emergen como explicaciones plausibles de por qué existen estas inclinaciones diferenciadas entre chicos y chicas dominicanos.

Conclusión

Los hallazgos de este estudio proporcionan una mirada reveladora y matizada a la relación entre género y preferencias académicas en la República Dominicana. En términos críticos, confirman que sí existen tendencias diferenciadas: las estudiantes tienden a mostrarse más fuertes en áreas verbales y de comunicación, mientras que los estudiantes varones se sienten más seguros en el terreno matemático y científico. No obstante, estas diferencias deben ponerse en perspectiva. Primero, porque son relativamente pequeñas en las mediciones y no implican que un sexo globalmente rinda mejor que el otro – de hecho, tanto chicos como chicas poseen, en promedio, una valoración similar de sus capacidades académicas generales​. Segundo, porque las causas apuntan más a construcciones sociales que a capacidades innatas: los estereotipos de género arraigados parecen estar guiando estas autopercepciones y, por ende, las inclinaciones que los jóvenes desarrollan.

Romper los estereotipos

La implicación para el sistema educativo es clara. Romper los estereotipos desde la escuela puede ser clave para equilibrar las preferencias y potenciar talentos independientemente del sexo. Si las niñas reciben incentivos y referentes en ciencia y tecnología, es probable que aumente su confianza y participación en esas áreas (cerrando la brecha que hoy se refleja, por ejemplo, en la menor proporción de mujeres en ingenierías​.

 Del mismo modo, si a los niños se les fomenta el gusto por la lectura, la expresión y las ciencias sociales, se les abrirán horizontes más allá de los roles tradicionales, mejorando habilidades comunicativas que también son cruciales. Los educadores y padres juegan aquí un papel fundamental: fomentar un entorno de apoyo equitativo, donde ni las matemáticas sean “cosa de hombres” ni la lengua “cosa de mujeres”, sino áreas donde cualquier estudiante puede destacar con la motivación y orientación adecuadas.

En resumen, el estudio del IDEICE no solo diagnostica una realidad –la persistencia de diferencias de género en la percepción del desempeño académico y afinidad por ciertas materias– sino que invita a reflexionar críticamente sobre ella. La educación dominicana, al igual que la de muchos países, enfrenta el reto de asegurar que el género no delimite las oportunidades ni el desarrollo del potencial de sus jóvenes. 

Abordar las creencias y actitudes desde temprano, integrar la perspectiva de género en las prácticas docentes y proveer apoyo psicoeducativo personalizado son caminos para lograr que cada estudiante, sea chico o chica, se sienta libre de seguir su vocación y capaz en cualquier ámbito del saber. Al final, equilibrar la balanza de las preferencias académicas no solo beneficia a los individuos, sino al país, que podrá contar con más ingenieras brillantes y más educadores masculinos, más científicas sociales y más expertos tecnológicos sin importar su sexo. La crítica y la divulgación de estudios como este aportan la evidencia necesaria para impulsar esos cambios hacia una educación más inclusiva y equitativa en género.

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