Por Osvaldo Santana
Tras la caída de la reforma fiscal y algunos dislates en la Administración, el gobierno ha entrado en un bajón que nadie ha medido, pero perceptible por las múltiples opiniones y por una visible pérdida de iniciativa oficial.
Ese panorama ha sido fuente de preocupación y no faltan quienes pretenden atribuir el momento a “malos manejos mediáticos”, cuando hay una realidad que habla sola.
Tampoco han faltado voces de alerta, y muchas, acerca de la necesidad de que el gobierno reaccione en la dirección adecuada.
José Lois Malkum, un hombre del Partido Revolucionario Moderno (PRM), con calificaciones y las mejores intenciones hacia su gobierno, hizo algunas precisiones en su artículo del 5 de noviembre en el Listín Diario:
“Confío en que el presidente Luis Abinader, después de una pausa, reintroducirá el Proyecto de Modernización Fiscal buscando algún consenso que lo haga más digerible, gradual y reduciendo lo que se preveía recaudar… De no hacerlo, las consecuencias serán nefastas y pagaremos un costo más alto en el futuro. Nunca olviden esta advertencia, mientras disfrutan la decisión del Presidente…”
Como Malkum, otras voces se han pronunciado sobre la pérdida de iniciativa pública en la actual coyuntura, y a decir verdad, los ruidos provocados por el proyecto de reforma fiscal ya cesaron y las celebraciones por su retiro del Congreso también, igual que las manifiestas disposiciones de dialogar para buscar la manera de hacer más sostenible la economía nacional.
La declaración del presidente Luis Abinader, días después de retirar el proyecto de las cámaras legislativas, de que no tenía otro plan, resultó algo desconcertante, dado que, si bien el contenido de la iniciativa fue repudiado, lo mismo que la falta de socialización, en el sustrato social impera el ánimo de que el gobierno requiere más recursos para solventar sus gastos y mantener un adecuado ritmo de la inversión.
Además, inquieta el monto de la deuda pública, 57,596 mil millones de dólares, y creciendo, más la carga por el pago de los intereses, con un presupuesto deficitario para 2025.
Aunque el presidente Abinader ha dicho que durante la crisis del COVID-19, y desde 2021, afrontó la circunstancia sin que se aprobara la propuesta reforma fiscal de entonces, los indicadores sugieren que estaríamos ante una nueva postergación de toma de decisiones convenientes al interés nacional.
De ahí que resulte sintomático que el gobierno se conforme con dejar todo como está y “ajustarse”, lo que podría tener graves consecuencias para el futuro no muy lejano, según todos los expertos.
¿Qué debe esperarse?
Desde cualquier punto de vista, el gobierno no puede mantenerse de brazos cruzados, cuando sus líderes están convencidos acerca de la necesidad de mayores recursos para el desempeño económico. Lamentablemente, escogieron fórmulas inadecuadas.
Hay un consenso extendido de que por más que el gobierno pretenda disminuir su tamaño, suprimir dependencias o instituciones, y hasta eliminar nóminas, será insuficiente para los requerimientos de la prestación de servicio y el financiamiento del desarrollo.
El presidente Abinader debe reconsiderar su proclama de que el gobierno no tiene ninguna propuesta de reforma fiscal. Bueno, podría mantener ese discurso, pero debe hacer algo frente a la realidad de que debe aumentar sus ingresos fiscales.
Se habla de la persecución de la evasión como una oportunidad, pero para hacerlo tiene que haber determinados planes, si fuese necesario, igual algunas iniciativas legislativas o una gestión más rigurosa y verdaderamente fiscalizadoras.
Mientras, crece la creencia de que el gobierno ha entrado en un bajón, y esa percepción no debe extenderse por demasiado tiempo.
La sostenibilidad de las finanzas públicas y la función misma de gobernar y liderar la nación requiere de determinada capacidad reactiva ante a lo que pudiera ser una coyuntura adversa a los propósitos de los dirigentes.
No puede el gobierno encerrarse ni freírse en su propia salsa. Abinader debe dar varios pasos al frente y buscar los medios que viabilicen los propósitos del buen gobierno.
Es cuestión de recomenzar y la coyuntura tiende a tornarse favorable para ello. De hecho, se percibe ese reclamo entre diferentes estamentos ciudadanos.
Al parecer este reves de la reforma ha dejado al gobierno en shock. Algunos tienen la percepción de que el gobierno luce agotado apenas comenzando este periodo. Obviamente la débil oposición trata de capitalizar estas situaciones haciendo mas visible dicha debilidad. Particularmente, creo que podría ser una jugada del gobierno, que hasta cierto punto le está funcionando, ya que algunos sectores de la vida nacional ahora están abogando por la reforma, porque saben que es necesaria para evitar un mal peor como usted menciona en el articulo.