Cuando el 13 de agosto de 2012 el entonces presidente de la República Leonel Fernández cortó la cinta inaugural de la carretera San Juan-Barahona, la región entera sintió el tijerazo.
Era el antes y el después de un anhelo de dos siglos.
En 1996, con la llegada de Fernández al Palacio Nacional, se avivaron las esperanzas de unir estas dos regiones del Sur Profundo. Desde los Obispado de Barahona y San Juan, las organizaciones culturales, gremiales, agrícolas, pecuarias, comerciales, hasta las personalidades representativas, asumieron esta obra como uno de sus principales objetivos.
En diversas ocasiones se reunieron con el presidente Fernández, sus funcionarios y sus técnicos para persuadirles de la importancia de esta ruta. En ocasiones se avanzaba, pero con frecuencia se retrocedía, hasta que, por fin, ese 13 de agosto, en el cruce denominado El Carril, entre Cardón y El Capá, se levantó la tarima y se entregó la obra tan esperada.
Con ese acontecimiento se abrieron las puertas para el fortalecimiento cultural, económico, turístico, religioso y social de estas dos subregiones en el Sur de República Dominicana.
De San Juan para Barahona llegarían más ofertas para el mercado de arroz, habichuelas, guandules, quesos, ajíes, berenjenas y las tradiciones folklóricas y religiosas e toda esa zona.
De Barahona para San Juan brotarían las ofertas de plátanos, guineos, pescados, , lagos y lagunas, atractivos turísticos, ecoturísticos y una vía de libre acceso a sus hermosas playas, incluyendo las que pertenecen a la provincia de Pedernales, como bahía de las Águilas.
Ni hablar de su impacto en otras provincias, Elías Piña, Bahoruco, Independencia y Pedernales con los municipios y distritos que le circundan.
A casi doce años de ese logro, surge la preocupación de los sureños.
Ni en los ocho de gobierno de Danilo Medina, ni en el año y nueve meses de Luis Abinader, se le ha dado un toque de mantenimiento a esta autopista.
Ni siquiera un brochazo para renovar la señalización, mucho menos en algunos puntos donde se han formado hoyos por el paso de patanas, tanqueros y otros vehículos pesados que transportan materiales de construcción o mercancías.
Las ramas de los árboles ocupan el paseo y hasta las barandillas de protección han desaparecido por las acciones vandálicas de los ladrones de este tipo de metales.
Es urgente que el Gobierno mire hacia ese lado y que el Ministerio de Obras Públicas realice este mantenimiento clave para su preservación.
Una obra de esta envergadura no puede ser abandonada de esa manera.