Por Antonio Isa Conde
Soy de los que piensan que el país requiere medidas significativas para mantener el ritmo de crecimiento, reducir la velocidad del endeudamiento y sentar las bases para el desarrollo sostenible.
La implementación de una reforma fiscal de gran alcance se presenta como un gran desafío en un entorno político caracterizado por el populismo y el clientelismo.
El simple crecimiento económico no es suficiente para superar las profundas disparidades sociales y económicas que afectan a nuestro país.
Para lograr las metas de desarrollo, el país requiere de importantes reformas estructurales.
La Reforma fiscal es clave.
De ahí que se ha convertido en un tema que abruma por la cantidad de opiniones que copan los medios de comunicación, al punto que todos nos estamos volviendo unos expertos, y aunque parecería que estamos hablando de lo mismo, la gran mayoría está hablando de cosas distintas.
La economía dominicana tiene características muy particulares. Las reformas para ser efectivas hay que aplatanarlas.
No soy un experto, y aunque tengo algunas nociones académicas, mi mayor experiencia la he obtenido del medio en que me he desenvuelto: la economía real, donde no sirven los promedios estadísticos, sino la realidad individual.
Hay que tener claro que Reforma Fiscal Integral, como la entiendo, es tanto por la vía del gasto como por la vía del ingreso.
No pueden separarse, pues no sería integral.
Por demás, debe entenderse como un instrumento para lograr convertir nuestro crecimiento en desarrollo sostenible. Por ello, la VISIÓN en que se fundamente marcará la diferencia.
Estoy convencido de que sobre este tema será difícil lograr consenso.
Como he señalado en otras oportunidades, la reforma será buena o mala "asegún" cada quien la mire. El pleito conceptual y político será entre fiscalistas y desarrollistas. Y un grupo de titiriteros, Reyes de los poderes fácticos, moviendo los hilos.
De ahí la importancia de la posición que asuma el gobierno, pues al fin y al cabo su papel será determinante.
Esperamos que su compromiso será con el futuro de nuestro país y no con los intereses mezquinos que tradicionalmente han condicionado las reformas pasadas.
