Las medidas dispuestas por el Gobierno para aliviar las penurias de quienes se desplazan en vehículos en el Distrito Nacional son vistas “como una misa de salud” por quienes cargan a cuestas esta tragedia. La iniciativa ha sido denominada “RD se mueve”.
Aun así, la gente ve con pesimismo estas disposiciones, que, como la mayoría de las acciones del Gobierno, se disuelven en medio de la indiferencia y el olvido. Las medidas van desde acciones drásticas para quienes se estacionen mal en el centro de la ciudad hasta el cambio de horarios en los servicios de las instituciones públicas. Todo debió sentirse con un ímpetu radical a partir del primero de julio, prohibiendo el giro a la izquierda en importantes intersecciones, como para marcar territorio, pero no fue así. Se pospuso para el fin de semana a fin de corregir algunos detalles. Junto con esa reglamentación debió iniciarse el nuevo modelo de horario escalonado en las dependencias oficiales, pero tampoco arrancó con el acelerador a fondo, pues la llegada a esos centros de trabajo fue totalmente normal. Incluso muchas de estas instituciones actuaron como si no se hubieran dado por enteradas.
Más de 700 nuevos agentes de la Digesett, con 600 cámaras en el pecho, saldrían a las calles y avenidas a inundar las intersecciones, pero hubo puntos clave del proyecto que lucían desamparados sin que se viera uno de estos representantes del orden vial. Otras 2,000 cámaras serían colocadas en las áreas de desmonte de la ciudad, pero no se vieron los brazos gigantes de las grúas instalando estos dispositivos. Once corredores serán proyectados como modelos para el futuro, pero no han sido identificados por los usuarios, que vieron llegar y marcharse el 1 de julio con escasa novedad.
Escobita nueva barre bien, pero este plan, para ser nuevo, lució como una escoba desgreñada.
Aun así, la población mantiene la esperanza de que “al burro se le empareje la carga, aunque sea al final del camino”, por el bien de todos.