Por Rafael Méndez
A inicios, de la década del 90 del siglo pasado, teniendo como horizonte el lema, “Aceptamos el reto: Salvar al CDP”, reforzado con el llamamiento, “por un CDP posible, hacia el CDP ideal”, con lo que dejamos por sentado que el Colegio Dominicano de Periodistas, había quedado eliminado con la decisión de la Suprema Corte de Justicia (SCJ), que declaró la inconstitucionalidad de la Ley 148, que lo había creado 26 años atrás.
Durante años, los periodistas nos negamos a aceptar esa realidad, pero el equipo que el suscrito encabezó hizo consciencia en el sentido de que realmente no existíamos como institución establecida por ley, y que la insoslayable realidad era que los dueños de los principales medios de comunicación, agrupados en la Sociedad Dominicana de Diario (SDD) nos habían derrotado, y que no nos reconocían como institución representativa de los periodistas dominicanos.
En medio de esa coyuntura se celebran las elecciones que ganamos con una escasa votación, porque los periodistas en su mayoría habían perdido la fe en el instrumento, y habían interiorizado en el sentido de que real y efectivamente no existíamos, independientemente de que en muchas instituciones estatales y privadas nos brindaban apoyo económico y en naturaleza.
Aunque ese era el temperamento de los periodistas, la campaña generó entusiasmo. Demostró que los comunicadores mantenían y defendían la aspiración de tener un instrumento que les representara, y se demostró aún más en lo activa que fue la campaña y los muy reñidos resultados, entre las dos planchas participantes, la encabezaba por el autor de este trabajo, y la que lideraba Rafael Polanco.
Derecho al pataleo-aberrante resolución
Ganamos las elecciones por un margen no muy holgado, lo que al parecer motivó a la propuesta perdedora a impugnar el certamen.
Una tarde me llamaron del Departamento Jurídico de la entonces secretaria de Trabajo, hoy Ministerio, y me recibe el director, como es lógico, un abogado que por las canas supuse versado en Derecho Laboral, ampliamente conocedor del Código Laboral y de las atribuciones consignadas en la ley que crea la entidad en la que desempeña ese puesto importante.
Me entrega una resolución en la que se hace constar que la secretaría de Trabajo anulaba las elecciones del CDP, lo que me llenó ira y le lancé todo tipo de epítetos al letrado que tenía al frente, y acto seguido salí rumbo al despacho del titular de la cartera, Washington de Peña.
“Doctor, Usted no se imagina la increíble vergüenza que le está haciendo pasar su director del Departamento Jurídico, a lo que me inquiere, y me reclama…dime…dime… mi hijo…qué está pasando…
“Y Usted no sabe, que el Departamento Jurídico me acaba de entregar una resolución donde la Secretara de Trabajo declara NULAS las elecciones celebradas en el Colegio Dominicano de Periodistas…Se queda pensando, se abraza la cabeza con las dos manos, y exclama: mi hijo, hazme un favor, tratas de que ese mamotreto no salga a la luz pública…Sería una gran vergüenza para mí”.
El doctor Washington de Peña, era médico, pero por un conocimiento elemental, era lógico saber que la Secretaria de Trabajo no tenía jurisdicción en la materia que juzgó, y que pretendió anular las elecciones del CDP, que, de salir esa información a la luz pública, ciertamente, y tal como lo advertía el secretario, sería una vergüenza para el titular de Trabajo.
Cualquier parecido con lo que se pretende con el Colegio de Abogados ahora es pura coincidencia…Y haréis justicia… Magistrado.