Octavio Santos
En República Dominicana, el discurso institucional repite que el plátano y el guineo son fundamentales para la economía agrícola. Sin embargo, una revisión a fondo de los datos oficiales expone una contradicción estructural: mientras el arroz sigue acaparando la mayor parte del crédito estatal, las musáceas quedan muy lejos en la lista de prioridades financieras del Banco Agrícola.
Según los registros revisados, entre 2017 y 2025 el Banco Agrícola desembolsó RD$55,845,842,509 en créditos para arroz, consolidando este cereal como el epicentro de la política agrícola nacional. El monto de financiamiento para el arroz es casi nueve veces mayor que la suma destinada al plátano y el guineo juntos. Sólo en ese mismo periodo, el plátano recibió RD$4,179,505,533 y el guineo RD$2,669,035,792, para un total de RD$6,848,541,325 en préstamos a las musáceas. La habichuela, otro rubro favorito del crédito estatal, acumuló apenas RD$1,260,054,057, aun cuando su volumen de producción es muy inferior.
La producción agrícola tampoco deja lugar a dudas sobre el peso de cada cultivo. El arroz promedió 509,689 toneladas métricas al año, según los datos consolidados más recientes. La habichuela roja apenas llegó a 20,754 toneladas anuales. En contraste, la producción de plátano fue de 2,030,702 millares de unidades por año, y la de guineo de 35,587,863 racimos. Si bien las unidades de medida difieren según el producto, la brecha de financiamiento es demasiado grande para atribuirse solo a diferencias técnicas o comerciales o de necesidades de alimentación de los domicanos.
Los tubérculos —que incluyen yuca, batata, ñame y papa— sumaron en conjunto RD$4,996,295,516 en créditos, entre 2017 y 2025, menos del 10% del total agrícola, a pesar de ser la base alimentaria de millones de hogares rurales y urbanos. Por ejemplo, la yuca superó las 170,003 toneladas métricas anuales, la batata 44,489 toneladas, el ñame 28,584 toneladas y la papa 60,610 toneladas.
La diferencia en el acceso al financiamiento estatal no responde a la importancia real de cada cultivo, sino a la inercia de una política pública que, bajo el pretexto de la seguridad alimentaria, continúa privilegiando los mismos sectores y regiones de siempre.
La estructura de crédito beneficia a los productores organizados en grandes asociaciones, especialmente en el sector arrocero, mientras que las musáceas, con sistemas productivos dispersos y menos poder de lobby, quedan relegadas año tras año.
La injusticia no es solo financiera. El plátano y el guineo, productos de alto peso social y económico, reciben menos recursos que el arroz, pese a que su producción —en volumen y presencia nacional— es igualmente relevante. Por cada peso que el Estado ha prestado al arroz en los últimos ocho años, el plátano y el guineo juntos recibieron apenas 12 centavos.
Aunque en los últimos años ha habido pequeños aumentos en los montos para rubros no tradicionales, el cambio real todavía no ocurre. El grueso del dinero sigue yendo a los mismos cultivos, y la estructura del crédito agrícola permanece intacta.
Si República Dominicana quiere cambiar esta realidad, tendrá que reconocer el valor productivo real de sus musáceas y tubérculos, y dejar de repetir el mismo modelo de financiamiento excluyente.