Por Osvaldo Santana
La lógica de las potencias occidentales, digamos Estados Unidos, Francia, Alemania e Inglaterra, sugiere que el resto del mundo debe seguir a pie juntillas sus directrices. De lo contrario, el costo deviene en sanciones o imposición de aranceles a los productos de las naciones que difieren de su lógica de dominio o control.
De alguna manera, las sanciones, o los aranceles, si bien quiebran definitivamente la política de mercado y de globalización por siempre, por lo menos superan la etapa de los bloqueos de acción directa o abiertamente la invasión, como ocurría en el siglo XIX, y en el siglo pasado.
La ideología de la dominación por momentos llega al absurdo, y se puede verificar en cualquier declaración o manifestación de los líderes occidentales, especialmente si cualquier otro país adopta políticas o acciones que contravengan sus valores de democracia o mercado convenientes “violatorias de sus “reglas”.
Resulta algo ridículo la declaración de la ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, mediante la cual acusa a China de no promover ni fomentar la paz en Ucrania y de ir contra los principales intereses de Europa al brindar apoyo a Moscú.
"En lugar de asumir la responsabilidad de la paz en el mundo como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, China va en contra de nuestros principales intereses europeos con su ayuda económica y armamentística a Rusia", dijo Baerbock, justo en la víspera de una visita que tenía programada este lunes 2 de diciembre a Pekín.
Olvidó que Europea e Inglaterra, Estados Unidos y países aliados son los sostenedores de la guerra de Ucrania frente a Rusia. Pero al parecer, ese es un derecho natural de esos Estados.
Según ese tipo de pensamiento, el supuesto lógico de los países es apoyar los presupuestos, y directamente los “intereses europeos”, un olvido de que China, al margen de que sea una gran nación, tiene sus propios intereses, y, además, está en libertad plena de privilegiar las relaciones con terceros países, en atención a sus políticas y prioridades.
Pero en la lógica occidental, la adhesión a sus valores e intereses constituye una norma universal a la que todos los países deben plegarse.
Así, en ese mismo temperamento, y para referir algunas singularidades, que de hecho son reglas dentro del comportamiento occidental, se escuchó a Donald Trump, el presidente electo de los Estados Unidos, advertir a los países que constituyen BRICS de que si crean una nueva moneda que podría competir con el dólar les impondrá aranceles comerciales de hasta un 100 % a los productos provenientes de esos países BRICS. "La idea de que los países BRICS están tratando de alejarse del dólar mientras nosotros nos quedamos mirando se acabó", escribió en su cuenta de Truth Social.
Esta misma semana, la administración del presidente Joe Biden, en su política de continuidad o incremento de imposiciones de barreras arancelarias, arremetió con la intensificación de nuevas restricciones en materia tecnológica a las cuales accedían empresas chinas en el mercado norteamericano.
Esa medida del presidente Biden, adoptada en la misma lógica occidental, de que lo pueden todo, ahora ha encontrado una respuesta contundente de China.
Según una publicación este martes 3 de diciembre, de Bloomberg News, en respuesta, China anunció una prohibición total a las exportaciones de varios materiales con aplicaciones tecnológicas avanzadas y militares.
“El galio, el germanio, el antimonio y los materiales superduros ya no podrán enviarse a Estados Unidos, según informó el martes este Ministerio de Comercio en un comunicado. Pekín también establecerá controles más estrictos sobre las ventas de grafito, añadió”.
“Estados Unidos ha generalizado el concepto de seguridad nacional y ha politizado y militarizado las cuestiones económicas, comerciales y tecnológicas”, declaró un portavoz del ministerio en otro comunicado. “Ha abusado de las medidas de control de las exportaciones y ha restringido injustificadamente la exportación de ciertos productos a China”.
“El lunes, la Casa Blanca impuso nuevas restricciones a la venta a China de chips de memoria de gran ancho de banda fabricados por empresas estadounidenses y extranjeras. Fue la última salva de una campaña cada vez más intensa para contener las ambiciones tecnológicas de Pekín”, dice Blomberg New.
En respuesta, agrega Bloomberg New, “China se dirige a los metales utilizados en todo tipo de productos, desde semiconductores hasta satélites y gafas de visión nocturna. Una prohibición de las exportaciones chinas de galio y germanio supondría un golpe de 3.400 millones de dólares para la economía estadounidense, según afirmó el mes pasado el Servicio Geológico de Estados Unidos en un informe”. EE. UU. sólo representó una décima parte de todas las exportaciones chinas de antimonio.
El colonialismo ideológico
Lo que se advierte es que, en realidad, los países occidentales que antes fueron imperios colonialistas, y la nueva potencia, Estados Unidos, que vino a seguir el mismo patrón, pretenden que los demás países deben regirse por sus cánones.
Y todo eso obedece a una ideología de la dominación que pretenden perpetuar por todo el tiempo.
Tal proceder podría tener algún valor ante países pequeños como República Dominicana, cualquier otro centroamericano o el Caribe, y hasta latinoamericano, con la excepción de Brasil, pero difícilmente podría tener ya cabida en las grandes naciones de Asia e incluso África, que han emergido como nuevos competidores de los países colonialistas como Francia, Inglaterra, Países Bajos (Holanda), Alemania. Solo países disminuidos por esta superpotencia han aprendido que no pueden dictar mandatos como antes. Es el caso de España, Portugal y Bélgica.
Pretender imponer un nuevo tipo de colonialismo ideológico y políticas unilaterales económicas en estos tiempos sin recibir respuesta, es sencillamente un absurdo, que solo se entiende en la concepción de dominación de los imperios…
