Por Yancen Pujols
Shohei Ohtani marca un antes y un después.
Y como todo fenómeno, su alcance es tan extraordinario que hay que irse fuera de la grama, la arena y las líneas de cal para tener una idea de su alcance.
El hasta ahora único pelotero de dos vías que lanza con sobrada calidad y destroza el picheo contrario con unos batazos descomunales, también se destaca de manera singular en el lado comercial del negocio, un aspecto tan importante como el desempeño en el terreno.
Muchos dominan en un período determinado, otros por la longevidad acumulan números respetables, sin embargo, son pocos los que de manera simultánea son exitosos dentro y fuera del área de competencia.
Ohtani es una marca y poderosa. Cada día más pone el mundo de las Mayores a sus pies y eso se traduce en ingresos comerciales para él y los Dodgers de Los Ángeles, que merecen el crédito por convencerlo de que se vista de blanco y azul por 10 años a un precio nunca visto de 700 millones de dólares, aunque cobrará dos millones de dólares hasta 2034 y después de ahí, en pagos diferidos, 68 millones de dólares hasta el 2043.
Así como usted lo lee: el salario de Ohtani, el mismo que va galopando hacia su tercer premio al Más Valioso, su primero en la Nacional, es de apenas dos millones de dólares.
No obstante, Shohei puede coger eso “para los dulces”, como se dice en buen dominicano. En un reporte del pasado mes de marzo, de Sportico, el oriental tenía proyecciones de ingresos por publicidad de unos 65 millones de dólares.
¿El segundo en la lista? Bryce Harper con siete millones de dólares. Esa diferencia cae en lo ridículo.
New Balance, Fanatics, Topps, Mitsubishi, Seiko y Japan Airlines, entre otras, son empresas en su portafolio de patrocinios. Súmele la franela más vendida en MLB. Es una máquina de hacer dinero. ¿Ya se entiende por qué aceptó cobrar tan poco por campaña?
Pero esto no termina aquí. Los Dodgers tuvieron la visión de ver en Ohtani, de 30 años, oriundo de Oshu, al enlace perfecto con un mercado japonés que cualquiera quisiera conquistar.
Resulta que su estadio, el legendario Dodger Stadium, vive repleto de parroquianos, muchos de ellos asiáticos.
En el mismo tenor, el Novato del Año de la Liga Americana en 2018, el mismo que picha y batea, ha sido el responsable de que al menos 10 empresas niponas hoy patrocinen al equipo.
All Nippon Airways; Daiso (franquicia de tiendas) y las gomas Toyo, entre varias más, respaldan a la famosa franquicia con pactos por varios años.
Habrá que pagarle 700 millones a Ohtani, pero ¿cuánto se buscan los Dodgers, hasta que llegue la primera cuota de 68 millones? Una “cuartá”, decimos en Nizao de Ocoa.
La MLB, de su lado, no es tonta. No tiene ni una hebra de ingenuidad. Que la asistencia mejore en los estadios y cada día los índices de audiencia televisiva y seguimiento en redes sociales suban como la espuma, porque las masas quieren saber de Ohtani, es música para sus oídos. Si lo tienen de niño lindo, más que merecido.
Ese es Shohei Ohtani, el designado que va rumbo al 50-50 (jonrones y bases robadas), algo nunca visto en los anales del juego, y a la vez oro puro, ganancias brutales por publicidad.
Ya en 2025 espera volver a lanzar.
¿Y es verdad que es humano?
