Por Federico Pinales
A la República Dominicana, la más rica y bella de las Antillas,
Le ha caído una polilla,
Peor que la fiebre amarilla.
Se trata de una funesta camarilla,
que se alterna periódicamente en la silla,
Para hacerse de grandes capitales, mansiones y villas,
que mediante onerosos impuestos al pueblo hambriento le sacan de las costillas.
Para los dominicanos, en la primavera, verano, otoño e invierno,
la vida es un infierno.
El cual se esperaba que se enfriara con la asunción al poder del Partido Revolucionario Moderno.
Los últimos acontecimientos nos indican que sus integrantes nos han pegado los “cuernos”.
Y están dejando al país algo más que enfermo.
Nos tienen mareados con pan y circo,
quemando por debajo como la candela de basureros,
vendiéndose como los cueros,
a los poderes fácticos locales y a los intereses más oscuros del extranjero.
Eso es lo que siente el país entero y lo perciben hasta los marineros,
cuando transportan los lingotes que sacan los mineros.
Esos mismos que ganan sueldos de limosneros, mientras las mineras se llevan las riquezas de nuestros suelos, en complicidad con esa camarilla mal nacida, que a nuestra patria dejará seriamente comprometida, con el riesgo de ser invadida, por una deuda que no podrán pagar ni siquiera nuestros tataranietos.
Por esa razón es que el pueblo se siente nervioso e inquieto,
engañado y molesto,
posiblemente dispuesto a sumarse a quienes algunos suelen llamar insurrectos.
No podían aprobar esa reforma fiscal tal y como estaba concebida,
serían muchos los que perderían la vida.
No por violencia sino por falta de recursos para comprar su comida.
Todo por culpa de la camarilla que está sentada en la silla, haciendo gala de sus nuevos yates, mansiones y villas,
en lujosas marinas, playas, llanos, montañas y villas.
A quienes ni siquiera por delicadeza les obligan a explicar el origen de sus dudosas riquezas.
Cuando simulan hacerlo es para crear una cortina de humo, dirigida a ocultar otras diabluras peores a las que supuestamente están tratando de corregir.
Que Dios nos proteja de tantos fariseos,
“Cristianos y ateos” que usan la biblia como estandarte, para borrar las huellas de Duarte y todo su baluarte.
Al terminar de escribir este cantar, escuché al presidente hablar,
y prometer que su propuesta de reforma fiscal, del Congreso la va a retirar,
para evitar que el pueblo a las calles se vaya a tirar,
a enfrentarse a la partida de delincuentes indolentes,
que no piensan en la gente, y a quienes solo les preocupan sus yates, mansiones y grandes acumulaciones,
que los incriminan como vulgares bribones,
protegidos por fiscales y jueces sin dignidad, coraje ni pantalones.