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jueves, diciembre 25, 2025
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Navidad bajo ruidos ensordecedores: Caribe en tensión, y una RD sacudida por el escándalo de SENASA

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Este escenario proyecta consecuencias imprevisibles para el Caribe y América Latina, y encuentra a República Dominicana expuesta por decisiones que la vinculan a la estrategia EE. UU, mientras que el ambiente navideño se ve perturbado por el escándalo de corrupción que sacude a SENASA

Por Rafael Méndez

El Caribe atraviesa en este momento uno de los niveles más altos de tensión y atención mundial como consecuencia directa de la escalada impulsada por Estados Unidos, que ha intensificado su presencia militar en la región y endurecido sus acciones contra Venezuela, incluyendo la incautación de buques petroleros, en un contexto que desborda la confrontación diplomática y sitúa el conflicto en una dimensión geopolítica de alto riesgo, donde convergen los intereses de las tres grandes potencias y se vuelve más volátil, delicada y peligrosa la coyuntura en las aguas caribeñas.

Este escenario, marcado por la militarización, el uso del poder coercitivo y la disputa por recursos estratégicos, proyecta consecuencias imprevisibles para el Caribe y América Latina, y encuentra a la República Dominicana particularmente expuesta, tanto por su ubicación geográfica como por decisiones recientes que la vinculan a la estrategia estadounidense, mientras que el ambiente navideño se ve perturbado por la conmoción institucional profunda provocada por el escándalo de corrupción que sacude al Seguro Nacional de Salud (SENASA), y por un clima de inquietud marcado por limitaciones económicas, encarecimiento de la vida y una creciente percepción de inseguridad material.

Frente a las provocaciones de Estados Unidos, que amenazan con escalar aún más el conflicto, la República Bolivariana de Venezuela ha advertido que continuará exportando su petróleo y defendiendo su soberanía, mientras recibe el respaldo abierto de aliados estratégicos como Irán, China y Rusia, lo que incorpora nuevos actores a una confrontación que ya no puede leerse como un diferendo bilateral, sino como un punto de fricción entre potencias con capacidad militar, energética y política para alterar el equilibrio regional y global.

República Dominicana en un punto vulnerable

La República Dominicana queda expuesta en la actual coyuntura regional por su vinculación a la estrategia militar de Estados Unidos en el Caribe, tras la firma de un acuerdo que contempla la cesión de áreas en los aeropuertos de Las Américas y en la Base Aérea Militar de San Isidro para el abastecimiento de naves norteamericanas, una decisión que ha sido ampliamente cuestionada por sectores sociales y políticos que advierten que esta complacencia compromete la soberanía nacional, y podría de manera progresiva encaminarse hacia la instalación de una base militar de EE.UU en territorio dominicano.

Este alineamiento estratégico se produce en un momento particularmente delicado, cuando el país arrastra un desgaste institucional profundo y un creciente malestar social, y donde amplios sectores perciben que decisiones de alto impacto geopolítico se adoptan sin debate público, sin transparencia y sin un consenso nacional mínimo, mientras se acumulan carencias en áreas sensibles de la vida cotidiana, reforzando la sensación de indefensión ciudadana y ampliando la brecha entre el Estado y la sociedad.

En ese marco, el escándalo de corrupción que sacude a SENASA agrava de manera significativa el cuadro, porque no se trata de una entidad cualquiera, sino del principal soporte de acceso a la salud para millones de dominicanos, lo que convierte el caso en un golpe directo a la seguridad social y en un factor de desestabilización emocional y material, justo cuando el país se encuentra sometido a presiones externas y a decisiones estratégicas que exigen cohesión interna y credibilidad institucional.

La combinación de exposición militar externa, cuestionamientos a la soberanía, corrupción de alto impacto y deterioro de servicios esenciales configura un escenario que la experiencia histórica aconseja no subestimar, porque cuando estos factores convergen, el riesgo de convulsión social deja de ser una hipótesis abstracta y pasa a formar parte de las variables reales que condicionan la gobernabilidad, la estabilidad política y la paz social.

Escenarios de escalada en el Caribe

La actual escalada de tensión en el Caribe no es el resultado de una dinámica espontánea ni de acciones simétricas entre actores, sino de una política de presión sostenida por Estados Unidos, que ha intensificado su presencia militar, recurrido a incautaciones de buques petroleros y multiplicado amenazas directas contra Venezuela, reeditando un patrón histórico de coerción que ha convertido a la región en escenario de confrontación.

En este contexto, el presidente Donald Trump aparece como el principal factor de inestabilidad, con un discurso beligerante que parece concentrar su acción exterior casi exclusivamente en el Caribe y Venezuela, mientras la situación interna de Estados Unidos se deteriora en múltiples frentes, una combinación que analistas y sectores políticos interpretan como una estrategia de distracción externa para contener un despeñadero interno cada vez más evidente. Las amenazas de elevar la escalada no se limitan a Venezuela, sino que se extienden a Colombia y México, ampliando peligrosamente el radio de confrontación.

Resulta revelador que, en medio de esta escalada verbal y militar, Estados Unidos haya desestimado iniciativas de mediación planteadas por Brasil, cerrando deliberadamente espacios diplomáticos y reforzando una lógica de imposición que incrementa el riesgo de errores de cálculo, incidentes provocados o respuestas forzadas en una región históricamente vulnerable a este tipo de presiones.

Mientras tanto, Venezuela mantiene una postura que contrasta con la narrativa de confrontación, porque en el plano interno el país transcurre en relativa normalidad, con celebraciones navideñas y estabilidad social, al tiempo que deja claro que se prepara para defenderse en el terreno en que sea atacada, pero sin aportar acciones que alimenten la escalada ni caer en provocaciones que justifiquen una intensificación del conflicto, una conducta que subraya dónde se origina realmente la tensión y quién insiste en empujarla hacia escenarios de consecuencias imprevisibles.

Una Navidad bajo tensión social 

En el plano interno, la República Dominicana vive esta coyuntura regional en medio de un ambiente social particularmente sensible, donde el período navideño, tradicionalmente asociado a expectativas de alivio y reencuentro, se ve atravesado por un clima de inquietud marcado por limitaciones económicas, encarecimiento de la vida y una creciente percepción de inseguridad material.

A ese malestar se suma el impacto del escándalo de corrupción que sacude al Seguro Nacional de Salud (SENASA), que ha trastornado la tranquilidad ciudadana al tocar uno de los ámbitos más sensibles de la vida cotidiana, el acceso a la salud, generando incertidumbre, indignación y una sensación extendida de desprotección justo en un momento de alta carga emocional para la población.

Cuando la precariedad cotidiana, la desconfianza institucional y la percepción de impunidad convergen en un mismo período, el resultado no suele ser inmediato ni explosivo, pero sí corrosivo, porque erosiona la cohesión social, debilita la gobernabilidad y profundiza la distancia entre ciudadanía e instituciones, creando un caldo de cultivo que, de no ser atendido con respuestas claras y creíbles, puede traducirse en tensiones sociales más profundas en el corto y mediano plazo.

 

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