Por Alfonso Tejeda
Cuando en noviembre del 1982, recién instalado como presidente de la República Dominicana, a Salvador Jorge Blanco, se le ocurrió exhortar a los dominicanos participar de la fiesta de Thanksgiving, las críticas que recibió fueron tantas y más ardorosas, asentadas en una postura “ideológica” que hoy palidece sin ni siquiera ánimos para frenar esa celebración que ya tiene en el país un espacio, junto a lo que es su coronación: el “Viernes negro”.
En ese entonces, el mundo era otro: ajeno como siempre, pero sin la anchura suficiente para que hoy, olvidado aquel esquema consignado en la “penetración cultural”, las ventas en el comercio dominicano de mayor dimensión económica, a decir del director de Proconsumidor , se produce el viernes negro, más que diciembre, más que el día de las Madres y el día del Padre, porque envuelve a organizaciones importantes.
En un reciente artículo, el periodista Esteban Rosario, citando a conspicuos estudiosos dominicanos, afirmaba que “existe una norteamericanización de la cultura dominicana”, que comenzó en los primeros años del siglo XX, cuando Estados Unidos desplazó a “Francia, España y Alemania del mercado dominicano”.
Aunque Rosario enfoca su artículo en otra dirección,
tal vez es más cercano a la realidad entender que Thanksgiving tiene esa presencia debido a la globalización, que potencia – y viceversa- la interconexión comunicacional que asimila culturas, las hace más compatibles -a niveles dispares, puede ser -, y al consumismo, como rasgo distintivo de este presente, que tiene en Black Friday su símbolo más relumbrante.
La desaprobación a la propuesta de Jorge Blanco, estaba sujeta al rechazo natural de todo lo que tuviera el sello “made in USA”, todavía incrustado en algunos “análisis”, más que al conocimiento de lo que ya se cocinaba con la política reaganiana del neoliberalismo, que desde entonces ha trazado el camino que la globalización ha extendido.
Es posible que cuando Jorge Blanco motivó a celebrar la mayor fiesta estadounidense, en su radar estaba la percepción de lo que ensamblaría como el modelo económico que estableció su Administración, sustentado en las zonas francas, el turismo y las remesas, tres de los elementos que han afincado el perfil que va asumiendo la sociedad dominicana, cada vez más incorporada a “lo internacional”.
Lo probable es que este próximo jueves, en el país serán más que el año anterior quienes participen de la más importante celebración de Estados Unidos, esa ahora fiesta tradicional que una mayoría de norteamericanos asume como “de agradecimiento”, desconociendo muchos que detrás está el avasallamiento sufrido por los nativos.
Que en Estados Unidos hagan al otro día de Thanksgiving la jornada comercial más suculenta y que en el país ya esté produciendo el mayor movimiento comercial de temporada – sin los tumultos del anfitrión- esos altos beneficios convierten esa jornada en una de las escasas ocasiones en que el Negro tiene un aprecio positivo, al superar los números rojos, valoración que ojalá se consagre.
Casi dos generaciones después (42 años) de la invitación de Jorge Blanco a celebrar Thanksgiving, el incremento migratorio hacia Estados Unidos, el acceso y participación en las redes, y el consumismo, van consolidando como realidad lo que quiso imponerse con la ley 6038 del 1962, cuando el Consejo de Estado declaró el último jueves de noviembre Día Nacional de Acción de Gracias y Oraciones, según revela ahora el doctor Jorge Subero Isa, en atención a la influencia que va alcanzado esa fiesta.
Bonita reflexión y oportuna.los genios ven y dicen locura para la generación de ignorante que lo tocq vivir.