Por Haivanjoe Ng Cortiñas
Con una acción estratégica basada en la teoría de juegos, el partido de gobierno conformó una alianza política de 22 organizaciones para participar en las elecciones de 2024, teniendo los objetivos de ganar en primera vuelta y alcanzar la mayoría absoluta en el Senado y en la Cámara de Diputados, a fin de garantizar la neutralización de la oposición en la aspiración de aprobar sin tropiezos las reformas anunciadas recientemente.
Es tan cierto ese juicio, que durante la campaña electoral nunca fue anunciada la intención de hacer una reforma fiscal. Lo único que llegaron a decir era que el gobierno necesitaba de más recursos para atender necesidades de la población. El tema de la reforma fiscal quedó soslayado.
La coalición referida le aportó al partido gobernante 393,222 votos, equivalentes a 9 puntos porcentuales del 57,45 % de la métrica que obtuvieron en las elecciones de 2024, posibilitándole una representación congresual de 29 senadores y 140 diputados, una matrícula que le permite aprobar cualquier iniciativa legislativa. Con estos resultados, queda anulada la posibilidad como estrategia, el juego de gallina, dado que, previsiblemente hay un ganador que conoce toda la información y no tiene riesgos, tampoco tiene que ejercer ningún tipo de presión, por lo que no tiene necesidad de negociar. Dicho en pocas palabras, hay ausencia de simetría, en la que la oposición muestra poco orgullo para al menos decir hasta el hastío que se opone a la reforma fiscal.
Tan pronto ganaron las elecciones, el tema de la reforma fiscal adquirió connotación oficial, al anunciar el presidente de la República y el ministro de Hacienda, que pronto se conocerán los detalles, adelantando el anuncio de las fusiones de ministerios y otras entidades como manera de abordar el tema del gasto público, con la intención de que los ciudadanos valoren que el gobierno está poniendo de su parte y por el lado de los ingresos, la aspiración de aumentarlo en RD$ 110 mil millones al año, lo que equivale a alrededor de un 1.3 % del PIB, dependiendo del año seleccionado para la estimación.
Conseguir aumentar los ingresos tributarios en el monto referido, implicará un conjunto de decisiones, entre ellas, mejorar la administración tributaria, reducir el gasto tributario por el lado de las exenciones, aumentar tasas impositivas, incrementar la base imponible de impuestos indirectos y directos. Estas opciones de alguna manera están asociadas a la variación de precios de la canasta básica y, también, muy probablemente de los que no forman parte de la canasta, en ambos casos estaríamos frente a los denominados precios relativos de la economía.
El objetivo de conseguir mayores ingresos tributarios debe conducir al camino de crear espacio fiscal para aumentar el gasto público, pero, además, puede ejercer presión hacia el aumento de precios y estaría pendiente demostrar si logrará reducir la presión de la deuda pública y por esa vía mejorar la calificación crediticia en la ruta para alcanzar el grado de inversión de la economía dominicana. Sin embargo, al elevar el gasto público, anularía el aumento de los ingresos y poco sería su efecto en la solución estructural del déficit fiscal.
Las líneas dada a conocer de la reforma fiscal luce estar muy enfocada a lo cuantitativo, reducir el déficit fiscal y tener más recursos para gastar. Ese enfoque relaciona el costo de los impuestos frente a los beneficios de elevar el gasto público, en un escenario de ausencia del juego de la gallina, donde no hay riesgos ni tampoco suficiente presión política y social, por aquello de la coalición partidaria que potenció el triunfo electoral y su capacidad para que el congreso apruebe en un sí o sí la reforma fiscal.
Todo el entramado de la reforma fiscal implicará nuevas métricas de precios relativos hacia arriba, con costos sociales y, además, para la economía, reflejado en menor capacidad de compra de los consumidores y una conducta de los productores y compradores denominada reduflación, por la disminución de la calidad y/o cantidad de los bienes por consumir y elaborados.
Los precios relativos vinculan los precios entre bienes, el aumento del precio de un producto ocasionado por los impuestos de la reforma fiscal hace elevar su precio directamente y, también, indirectamente a otros bienes. El impacto directo ocurre, cuando un bien que ahora está exento del ITBIS, se le aplica el referido impuesto -alrededor de unos 50 productos y servicios están exentos y a unos 40 se les incluiría ITBIS con la reforma-, quedando unos 10 exentos, lo que provocaría un aumento de precios por impuestos.
El efecto indirecto acontece cuando el consumidor reduce la compra del bien que antes no tenía ITBIS y que ahora lo tendría, trasladando su decisión de demanda hacia otro bien, que, al aumentar su demanda, también eleva el precio. Ese fenómeno se conoce como movimiento de precios relativos y abona en la dirección de tipificar a la reforma como regresiva.
Expresado de otra manera, los cambios de los precios relativos son medidos como sigue: si el precio del litro de aceite de soya es de RD$ 93.0 y se le coloca un 18.0 % de ITBIS, el precio sería de RD$ 109.74 y si el precio de la libra de habichuelas rojas es de RD$ 168.0 y se le coloca el 18.0 % del ITBIS, su precio sería de RD$ 198.0, el precio relativo de las habichuelas sobre el pan es de 80.4 % mayor. Este fenómeno comparativo es representativo en cuanto a que la uniformidad de precios no existe en una economía de mercado, pues unos bienes suben de precios más que otros.
Adicionalmente, si el impuesto a la propiedad inmobiliaria (IPI), que en la actualidad su umbral exento de impuesto es de RD$ 9,869,649, se reduce el umbral a RD$ 8,000,000, los propietarios de inmuebles rentados, trasladarían muy probablemente el 23.0 % que ya no está libre de impuestos al inquilino, en una métrica que el mercado irá definiendo, por lo que, el aumento del precio de alquiler contribuirá al aumento de la inflación y esta a su vez impactará negativamente la demanda de alquiler, haciendo desplazar esa decisión a otros sectores de la economía, promoviendo, además, aumentos de precios por incremento de la demanda, otra expresión de precios relativos.
Como puede apreciarse, las políticas económicas públicas -tipo reforma fiscal-, elevan los impuestos, teniendo el potencial de hacer crecer todos los precios, fenómeno que como precios relativos, afecta la economía, impidiendo que la postura por una mayor presión tributaria deje sin efecto la posibilidad de un aumento de la inflación y de los precios relativos. Para el corto plazo, los consumidores dominicanos se verán afectados por lo descrito anteriormente, produciendo lo que puede ser llamado los costos sociales del alza de la inflación y de los precios relativos, ocasionados por la reforma fiscal.
El foco de las políticas públicas debe ser guiado por lo que les importa a los ciudadanos, pero como la regla de la reforma es el sí o sí, ante la abrumadora mayoría del partido oficial que anula hasta la posibilidad de negociación con la oposición, ese juego que hoy no es el de la gallina, porque las partes no variarán el guion de continuar, puede encontrar otra forma de juego, interactuando con la gente, a fin de establecer una estrategia común, para explorar la posibilidad de que la fuerza social -no la partidaria- sea capaz de hacer girar al carro oficial en su afán de hacer la reforma fiscal, haciéndole ver que se corren el riesgo de quedarse sin respaldo social.