Por Federico Pinales
Han conformado un gran anillo, los herederos de Balaguer y Trujillo, que tristemente les han entregado los bienes del país a los pillos.
Se higienizan con las mismas cremas y los mismos cepillos.
Usan los mismos estribillos y se exhiben con el mismo brillo, en grandes villas, mansiones y castillos.
Mientras se consolidan como eternos caudillos, con tanta fortuna y suerte, que solo los derriba la muerte.
Desde Trujillo hasta Balaguer, a todos los líderes políticos solo la muerte los ha derribado del poder.
A unos se los llevó de forma natural y a otros de manera violenta, para que “chupara” la misma menta, que él le dio a las víctimas de la cárcel de la cuarenta.
Lamentablemente, al parecer, con los herederos de Trujillo y Balaguer, lo mismo va a suceder.
Porque no hay forma de que se retiren y dejen de “entretener”.
Se alternan cada cuatro años en el reparto de la piñata, como verdaderas aves rapaces y carroñeras, devorando el país por donde quiera, como desenfrenadas fieras.
En la oposición se venden como mansas ovejas y tiernos corderitos, extremadamente mansitos y “bien intencionaditos".
Pero en el fondo son unos “benditos”.
Lacayos, protectores y defensores de aquellos a quienes el pueblo sencillo ha bautizado como pillos, por haberse apoderado de los bienes del Estado y las fortunas que dejó Trujillo.
“No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”.
Si es verdad el fondo de esa cita, roguemos a la virgencita de rodilla, para que en nombre de Dios nos salve de esta terrible pesadilla.