domingo, julio 7, 2024

“Los bomberos no se pisan las mangueras”

Por Federico Pinales

El título de esta entrega es una frase muy popular que se usa en los Estados Unidos para justificar la negativa de un profesional o un militar a no envolverse en casos legales que afecten los intereses de otros colegas, aunque estén conscientes de las culpabilidades de estos.

Sencillamente por asunto de principios, temor, amistad, agradecimientos o cualquier otra motivación, muchos evaden opinar o asumir responsabilidades en nada que pueda afectar los intereses económicos, políticos, profesionales o morales de un compañero de profesión.

Es una actitud comprensible desde el punto de vista humano, siempre y cuando el comportamiento de ese otro colega no esté afectando seriamente, moral, física, espiritual y económicamente a otro o a otros, especialmente a través de la manipulación subliminal, para inducir a una colectividad a actuar en favor o en contra de causas contrarias al bien común.

En principio yo aceptaba esa teoría, incluso llegué a practicarla en varias ocasiones, asumiendo la defensa de periodistas que merecían estar en la cárcel, por traviesos, irresponsables y abusadores de los privilegios que ponen en sus manos y en sus bocas el ejercicio de la profesión.

Hoy, ya no es así. Entiendo como una irresponsabilidad mayúscula callar o no hacer nada para evitar que un colega de cualquier profesión continúe cometiendo errores, conscientes y premeditados, para dañar a unos y beneficiar a otros, o simplemente para provecho personal, aunque se lleve de encuentro a medio mundo.

Conozco casos muy penosos de médicos anestesiólogos y de enfermeros que han acelerado la muerte de muchos pacientes, entre ellos muy cercanos a mi ADN,
que siguen practicando normalmente sin ninguna consecuencia, porque los compañeros testigos de esas situaciones no han querido reportarlos por aquello de que “los bomberos no se pisan las mangueras”

Perdí una tía madrina por error de un anestesiólogo durante el proceso de una operación.
Un médico se lo confesó a un miembro de la familia, bajo juramento de confidencialidad.

Ese miembro de la familia estudiaba medicina, con la intención de ser cirujano y debido a esa experiencia traumática cambió para anestesiología.

Ese hecho ocurrió en un hospital de la Capital Dominicana, a mediados de los años 90.

En el año 2017 perdí a una prima ahijada en el hospital Juan Pablo Pina de San Cristóbal, porque fue llevada por sus hermanas con el azúcar alta. En la sala de emergencia le aplicaron un suero para bajársela, pero le pusieron un fluido equivocado que la llevó a un estado de coma del que no sobrevivió.
Ese error también fue descubierto por un médico, que descubrió la situación cuando el suero iba por la mitad y ordenó que se lo retiraran, pero ya era muy tarde.

Ahí también se aplicó el dicho de que “los bomberos no se pisan las mangueras”

Con mi fallecida esposa pasó algo similar en un hospital de Nueva York. Llegó por sus pies a emergencia con una taquicardia, dos días después de estar ingresada en el hospital le dio un paro cardíaco que la mantuvo en coma por 37 días.
Dentro de ese proceso de gravedad se cometieron otros errores que me obligaron a elevar una protesta y provocar una reunión entre médicos, técnicos, enfermeras, asistentes y demás miembros del servicio. que los obligó a suspender una de alta que pretendían darle, con la mitad de la lengua afuera causada por “los efectos secundarios de un medicamento erróneo que le estaban aplicando”.

Pero como “los bomberos no se pisan las mangueras”, todo quedó ahí y mi esposa falleció 20 días después.

Con los abogados, contadores, auditores, médicos, militares y periodistas famosos con posiciones de poder, dentro de sus respectivas áreas, nadie se quiere meter por temor a las posibles represalias futuras y a otras posibles consecuencias judiciales. Por esos muchos crímenes físicos, morales, espirituales y económicos, quedan cubiertos bajo la sombra de la impunidad.

Cobrar grandes sumas de dinero para encubrir crímenes, presentando como noticias espacios pagados por grandes bufetes de abogados con el objetivo expreso de manipular a la opinión pública en favor de sus clientes, es algo legal, pero éticamente cuestionable, que está en su plena libertad de hacerlo, pero no de involucrar a terceros, tratando de colectivizar las consecuencias derivadas del ejercicio de ese supuesto derecho.

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Las más leídas

spot_img

Articulos relacionados