Lito Santana
Hasta los más críticos de las intervenciones de fuerzas extranjeras en el territorio de otros países, han terminado aceptando el nuevo intento internacional de enviar policías y militares para sofocar aquel desastre que vive Haití, aunque sea a regañadientes.
Lo ocurrido el pasado 4 de octubre rompió todos parangones en los niveles de violencia y criminalidad, lo que profundiza el respaldo a la llegada de tropas foráneas.
Los medios nacionales e internacionales establecidos en Haití reseñaron aquella masacre como una cosa inimaginable.
"Miembros de un grupo conocido como Gran Grif tirotearon casas, asesinaron vecinos e incendiaron viviendas y vehículos.
"Al menos 70 personas murieron y miles huyeron luego de que miembros de una pandilla, armados con rifles automáticos, abrieran fuego en Pont-Sondé, en la región agrícola de Artibonite, en el oeste de Haití."
Cinco días más tarde se confirmó que la cantidad de muertos había aumentado a 115.
Organizaciones de derechos humanos temen que el número de víctimas sea aún mayor, porque familias enteras fueron masacradas.
Otros medios afirmaron que "el líder del grupo, Luckson Elan, se atribuyó la masacre, argumentando que era como respuesta a la inacción de los civiles ante las operaciones policiales que estaban mermando la capacidad de acción de la pandilla".
El Gobierno de Haití detalló a través de un comunicado que los pandilleros irrumpieron en los barrios a las 3:00 de la mañana, provocando pánico y asesinando a las víctimas "con increíble brutalidad”.
La Organización Internacional de Migraciones de Naciones Unidas aseguró que unas 6.000 personas debieron huir de la ciudad, pues tras el ataque la pandilla prendió fuego a decenas de casas y automóviles.
"Este crimen odioso contra mujeres, hombres y niños indefensos no es solo un ataque contra las víctimas, sino contra toda la nación haitiana", dijo el primer ministro, Garry Conille.
Lo aquí descrito pareciera la trama de una película de terror, y así es, sólo que el guion fue escrito para aplicarlo en vivo sobre una población inocente, que por demás estaba durmiendo cuando se escucharon los primeros tableteos de las ametralladoras.
A estas alturas, no creo que nadie puede quedarse indiferente ante tanta desgracia, por más anti intervencionista que sea.
Quienes no tenemos las posibilidades de hacer nada en el terreno contra estos bárbaros, por lo menos debemos alzar nuestras voces para que las grandes potencias mundiales, sin importar que estén en Asia, Europa o Norteamérica, tomen en serio esta situación, pues lo que está ocurriendo en Haití rompe todos los parámetros de la brutalidad criminal.
Sé que no te quedas en silencio al drama de un pueblo o un ser humano que sufre. Esa pluma suya llega delante de Dios .
"Quienes no tenemos las posibilidades de hacer nada en el terreno contra estos bárbaros, por lo menos debemos alzar nuestras voces para que las grandes potencias mundiales, sin importar que estén en Asia, Europa o Norteamérica, tomen en serio esta situación, pues lo que está ocurriendo en Haití rompe todos los parámetros de la brutalidad criminal."
Coincido 100% con este planteamiento.
Desde mi perspectiva, tanto en términos de conciencia social como de solidaridad internacional, tu planteamiento es sumamente relevante y necesario. Es crucial abordar la crisis en Haití con un enfoque que destaque la empatía hacia quienes sufren las consecuencias, y tu comentario subraya con claridad la urgencia de levantar nuestras voces frente a la inacción o indiferencia global. Este artículo consigue justamente eso: nos invita a no quedarnos en silencio ante una realidad tan brutal, lo que me resuena profundamente. Agradezco tu aporte, pues contribuye a mantener viva esta conversación tan necesaria. Muchas gracias.