Por Osvaldo Santana
En el discurso de juramentación del 16 de agosto, el presidente Luis Abinader no presentó ningún elemento singularmente nuevo sobre la profundización del cambio más allá de todo lo que había expuesto durante su pasada gestión o tras los anuncios sobre reforma constitucional desde el mismo día en que fue reelecto el pasado 19 de mayo.
Y ese proceder obliga a plantear que la profundización del cambio prometida una y otra vez en la campaña, y aún más recientemente, está referida a sus ideas de reforma constitucional y a otras medidas relativas a la Administración Pública, como la implantación de una reforma tributaria, eliminación de algunas dependencias que no especificó y a una modificación del Código Laboral, lo mismo que de la seguridad social y la prestación de los servicios sociales y encarar las fallas en el servicio eléctrico.
De todas las reformas prometidas, ha privilegiado adelantar las reformas orgánicas, o de orden constitucional, centradas en la duración de los períodos presidenciales, los ciclos de celebración de elecciones, la gestión del Ministerio Público y la reformulación del factor de representación para la elección de los diputados.
Fue llamativo que cuando abordó las reformas constitucionales en su discurso de juramentación, obvió referir lo de la reducción del número de diputados y la unificación de las elecciones.
En esencia, de lo que hablamos es de que el presidente no va más allá de propuestas reformistas que no impactan el sistema económico y social, en atención a las inequidades sociales y desniveles en la derrama de la riqueza, en manos de un reducido segmento de la sociedad.
Se trata de medidas que permitan mantener el estatus quo en los términos que conocemos y que se compadecen con un esquema de reproducción de un modelo que condena a la mayoría de la población a vivir en las condiciones más precarias hasta el infinito, con la divisa puesta en el funcionamiento de las instituciones que faciliten el control social y político de los grupos dominantes que siempre han controlado la riqueza nacional.
Nueva rendición de cuentas
El mandatario desarrolló un discurso que vino a ser una nueva rendición de cuentas, la misma que ya había hecho al país el 27 de febrero pasado, que obviamente adobó con ingredientes de la coyuntura, pero no afirmó un propósito de “cambios” más allá de generalizaciones sobre el futuro tras las reformas que sustenta. Algo así como una mejora funcional de las instituciones del Estado.
Una combinación de lo realizado y una renovación de las promesas que ha venido sustentando desde los inicios de la administración que terminó el pasado 16 de agosto.
“Este será un periodo de transformaciones que seguirán cambiando la República Dominicana. A la reforma constitucional seguirán otras reformas de gran trascendencia encaminadas a fomentar el bienestar de nuestros ciudadanos y a sentar las bases de un desarrollo sostenible para nuestro país”, dijo.
Desde el punto de vista de la rendición de cuentas, el mandatario se explayó sobre sus realizaciones, y especialmente sobre el desempeño económico y resaltó las obras en desarrollo y las ejecutadas en el cuatrienio pasado.
La ausencia de la región Sur
Abinader mostró los resultados de su gestión en la región Norte, sobre todo en Santiago, donde construye un monorriel y ya instaló un teleférico, en Santo Domingo, el teleférico de Los Alcarrizos y en desarrolla la extensión de una vía hasta ese municipio. De soslayo mencionó a Pedernales, la iniciativa inconclusa, y también anunció la construcción de un hospital traumatológico en Azua y la terminación de uno similar en San Cristóbal, pero olvidó siquiera mencionar una obra fundamental para la cuenca Enriquillo: la presa de Monte Grande, de la cual solo se ha terminado el embalse, pero faltan las obras hidráulicas y de regadío, más los sistemas para mejorar el suministro de agua potable para las provincias Bahoruco, Barahona e Independencia.
El mandatario, tampoco citó por nombre ningún proyecto hidráulico trascendente para riego y electricidad en ningún rincón del país, que es la base para la sostenibilidad de la agricultura y el suministro de agua potable.
Mayor emoción
Abinader señaló que el país está inmerso en una ola de cambios en medio la crisis global que afecta al mundo. En esa perspectiva, sumó su voz en pro del entendimiento de los pueblos. Reiteró el compromiso de República Dominicana con los valores de la paz, colaboración y convivencia.
Y ahí Venezuela, momento en el que habló en un evidente estado de emoción. Dijo que Venezuela pasó por un proceso electoral sin transparencia y en consecuencia está en gravísima crisis. Exigió la publicación de todas las actas de elección y “el respeto a la voluntad del pueblo venezolano”.
Nada diferente a lo que antes había planteado la Asociación de Estados por la democracia, constituida por Costa Rica, Panamá y República Dominicana, a la que luego se adhirió Ecuador. Es decir, que el presidente persiste en su afiliación a una corriente ideológica en la región que se proyecta como adalid de la democracia.
No pareció oportuno que, en un escenario de esa naturaleza, el presidente Abinader se refiriera en los términos en que lo hizo a la situación de Venezuela, cuando después de todo se conoce de antemano cuál es su opinión.
Sus palabras, los aplausos y la emoción, equivalió a una resolución de la Asamblea Nacional de apoyo a la oposición venezolana, en medio de un conflicto en Venezuela que si bien puede ser objeto de consideraciones de actores externos, no deja de ser un competencia exclusiva de los venezolanos.
¿Llamado a la oposición?
Ya en la parte final del discurso, el presidente Abinader pronunció una cláusula que podría interpretarse como un llamado a la oposición que se resiste a la reforma constitucional en los términos planteados: “El país que queremos debemos construirlo entre todos. A la clase política hoy aquí presente le pido que no sumemos más desacuerdos a la calle ni más problemas a las familias. Aportemos soluciones”.
¿Qué significa pedir que “no sumemos más desacuerdos a la calle ni más problemas a las familias” como ha pedido el presidente Abinader?