Por Yancen Pujols
Nuestra selección nacional de baloncesto es esa especie de familiar mimado, que se le da cariño, seguimiento, mucho apoyo, pero por muchas razones suele terminar en un malestar.
Aunque tenga los insumos, se quema de curso, y, como hay un sentimiento especial, sus fallas duelen.
Tenemos años, distribuidos en ciclos olímpicos, en el mismo círculo: muchas expectativas, ánimos por las nubes, acto de presencia de talento, y en ese mismo tenor arriba el fanfarroneo, el chisme del momento no se queda y entonces la decepción se adueña del escenario. Al final terminamos con un lamento que se siente en cada rincón del planeta en que haya un dominicano.
Está por verse si los integrantes del combinado nacional poseen algún atisbo de lo que significan. Al hijo de esta tierra le importa esa selección. Clásico Mundial de Béisbol aparte, el quisqueyano no come cuentos con el deporte del aro y el balón.
Hay miembros valiosos y sería injusto generalizar con ciertos comportamientos, pero cuando el curso completo reprueba, la carga es de todos y eso incluye a los maestros y jerarcas de la escuela; en este caso, eso aplica para la gerencia y la plana mayor de la Federación Dominicana de Baloncesto, respectivamente.
Se habla más de lo que se ejecuta, no hay una convocatoria sin un lleva y trae entre integrantes y aspirantes. Hay registros de unas sesiones en vivo por redes sociales que bien sirven como sustento para una tesis de doctorado de “comadres de patio nivel máximo”, algo bochornoso en toda su extensión.
Todavía no comprendemos que este deporte es para cabezas pensantes, no hirvientes, que no es el más macho, es el más sabio.
Hay que redefinir ciertas posiciones y quienes las ocuparán. Necesitamos tiradores de tres y hombres altos con visión de cancha. Eso de que soy delantero de poder y pienso acabar debajo del palo, hace rato que lo quitaron.
Asistir a una competencia sin francotiradores y con deficiencias en los tiros libres, es salir del país con el epitafio a tiro de hit. Basta con ver algo de cómo se juega en la Fiba (Federación Internacional de Baloncesto) para llegar a esta conclusión.
Los que sufren de calentura emocional, una peste que por igual que nos persigue, la pasan feo en la Fiba, porque ahí no permiten esas libertades de contacto excesivo como en los torneos de barrios, provincias y el mismo superior distrital.
¿Eso es nuevo? No. Para nada. Como tampoco lo es que la canción preferida de la tormentosa selección es “tropecé de nuevo con la misma piedra”. Si Julio Iglesias se imagina esto, la graba en el Palacio de los Deportes Virgilio Travieso Soto.
El alto mando de la Federación Nacional de Baloncesto, que dirige Rafael Uribe, tiene una tarea por delante y es bueno que la inicie de inmediato, aunque duela, pero es mejor unos años difíciles que llevarán a un futuro mejor que continuar con las vueltas que nos tienen en una constante decepción.
Invito a observar unas declaraciones del dirigente campeón de Brasil en la recién finalizada Ameri-Cup , Aleksandar Petrovic, quien dijo claramente que prefirieron jugar contra la República Dominicana, porque tanto la historia (el registro ahora está 10-2 a favor de Brasil) como el desempeño en dicho torneo, indicaban que éramos el rival más fácil.
Los verde-amarillos nos limpiaron el pico con marcador de 94-82 y la copa está en sus oficinas.
Se puede colegir que “hubo palabras en la verdad” que dijo Petrovic, en uno de los cubos vergonzosos más brutales que un capataz podría echarle a un oponente.
Nos dijo débiles con elegancia, no sin antes probarlo en la cancha, en una justa en la que varias selecciones fueron sin sus mejores equipos, razón para que hiera más la eliminación de la tricolor.
Ese video de Petrovic debe servir como material aleccionador y tumbar muchos egos que solo dejan pérdidas. No es lo que decimos, es lo que hacemos.
Podemos continuar con las bravuconadas y el “yo esto, yo lo otro”, un “aguaje” que se diluye antes del último periodo en la duela o adoptamos otro camino de más humildad y entonces dejar el blasonar para cuando se logren las metas.
Nos eligen por flojos, verbigracia Brasil, ni hablar de que ante Puerto Rico nos da una “calambrina”.
A la selección que juegue baloncesto y deje de ser un tormento.