Lito Santana
Desde sus inicios la Presa de Monte Grande fue vendida como una panacea. El antes y el después para la región sur del país. Ante el éxito del sistema del Metro de Santo Domingo, la obra fue equipara como el Metro del Sur. Las bondades se proyectaban por doquier. Dos grandes sistemas de suministro de agua resolverían los problemas de escasez para consumo humano y agrícola en Barahona, Bahoruco e Independencia. Sistema de riego para cultivar miles de hectáreas en esas tres provincias, producción de energía eléctrica y ni hablar del control de las inundaciones con resultados devastadores con las crecidas de los ríos San Juan y Yaque del Sur.
No se duda que estos sueños se hagan realidad. Pero lo que están viviendo las comunidades y el sector agrícola de su entorno lo que pinta es un presente y furro de desgracias. Después que el presidente de la República Luis Abinader inauguró el embalse de Monte Grande, sólo el embalse, el demonio se ha soltado.
- Hay 4,000 tareas sembradas de plátanos, limones y frutos menores inundadas que son pequeñas y medianas propiedades de unos 130 productores de la Zona de El Muey y Boca de Mula.
- En el área de “Acebero” existen otras 1,200 tareas cultivadas de varios productos agrícolas que pertenecen a 50 campesinos asociados, que ya comenzaron a inundarse.
- Patricio Matos y sus familiares tienen 86 tareas sembradas de plátanos que ya están en producción con una pérdida proyectada en mas de Tres millones 200 mil pesos.
- A pesar de que las aguas del embalse sólo ocupan el 50% del total el terreno, el 95 por ciento de la zona cultivable está en pérdida total, lo que significa que no sólo se perderán las cosechas, sino que los pobladores no tendrán nada para comer.
No hay forma de describir este cuadro que no implique la palabra desastre.
Por eso las comunidades reclaman con vehemencia la atención del Gobierno central.
El pasado lunes 15 de diciembre, centenares de familias de la zona bloquearon el tránsito que comunica las provincias de San Juan y Azua procurando atención oficial.
Reclaman el reparo de los daños a sus cosechas sembradas en 6,500 tareas.
Estas tierras estaban valoradas en 80 mil pesos, cada tarea, tras perder las cosechas y quedar bajo las aguas del embalse.
Para reintegrarse a la producción los campesinos exigen al Gobierno un asentamiento agrario que le permita llevar la comida a sus hogares.
Además, reclaman la manutención de los afectados, en sus condiciones de damnificados involuntarios, hasta tanto se ubiquen los terrenos donde puedan reasentarlos.
En sus reclamos invitaron al presidente Luis Abinader, para discutir con los campesinos las problemáticas y soluciones.
Estos agricultores que eran potenciales beneficiarios de esta grandiosa obra se han convertido en víctimas de su propio sueño y el Gobierno debe prestarle atención.





