Por Roberto Rosario Márquez
Existe una percepción en la opinión pública de cansancio y hartazgo de la población ante el gobierno que encabeza el presidente Luis Abinader.
Aunque están iniciando un nuevo periodo, hay una especie de colapso de los servicios públicos y en la función pública.
En las principales instituciones públicas se está ofreciendo un servicio deficiente, a pesar de ser este el gobierno que más recursos ha recibido a través de los impuestos y de una desenfrenada carrera de empréstitos, y aun así no termina de presentar obras que permitan apreciar cómo fueron invertidos esos recursos.
Un ejemplo palmario: la tardanza en concluir la línea del metro hacia y desde Los Alcarrizos, la ausencia de trabajo para ampliar la línea del metro que uniría a Santo Domingo Norte con el Distrito Nacional y la ampliación de la línea en Santo Domingo Este, obras ofrecidas en un discurso en la Asamblea Nacional.
Es evidente que el gobierno luce desenfocado, desorientado. No ha podido concluir ninguna obra importante que beneficie la población. Hay una falta de sintonía entre las necesidades de la población y las realizaciones gubernamentales.
El gobierno es ligero en hacer anuncios y ofertar obras nuevas, pero es muy austero y tacaño en realizaciones, y se evidencia en la reconstrucción de la Autopista Duarte.
Si se auditan las obras, el nivel en que van los trabajos, los resultados serían escandalosos.
Además, en este cuatrienio los productos alimenticios han duplicado su valor. El arroz, la carne de pollo, las pastas alimenticias, los plátanos, el pan y otros productos de la canasta familiar y del consumo general en la población dominicana, se han disparado por falta de planificación e incompetencia de la administración actual.
En estas condiciones, un gobierno que inicia y ya agotó un período, hay que preocuparse por el destino del país, porque las políticas implementadas por el gobierno están llevando incertidumbre y desesperación en los segmentos más pobres, los de menos ingresos de la sociedad dominicana, lo cual es un mal que podría desencadenar una ola de protestas y pobladas, que terminarían de afectar gravemente la estabilidad económica que hemos logrado en los últimos 30 años.
El presidente Abinader debe hacer un esfuerzo por relanzar su gobierno y llevar un poco de esperanza al pueblo dominicano, para tratar de culminar su gestión con mejores resultados, porque ahora parece que finaliza, cuando apenas está iniciando su segundo periodo, con muy pocas realizaciones que mostrar del primero.
Roberto Rosario Márquez es dirigente dela Fuerza del Pueblo y expresidente de la Junta Central Electoral (JCE).