Por Alfonso Tejeda
Inusitado parece ser este escenario en que se mueven los líderes de los partidos principales protagonizando una dualidad política en la que en el tema haitiano convienen en una común visión, la que por su casi homogeneidad delegan en representantes, muy diferente a la actitud que plantean en temas como la realidad financiera de Senasa y los niveles de inversión pública, en los que sí son más confrontativos.
La semana pasada fue una muestra de esa, pues mientras el presidente Luis Abinader visitaba a sus expares Danilo Medina y Leonel Fernández para acelerar una política migratoria frente a Haití y a los migrantes haitianos en el país, también aprovechó su comparecencia de los lunes para puntualizar cuánto en la cobertura de salud significa para más de dos millones de dominicanos (as) fueran incorporados al Senasa, y ponderar la inversión pública del gobierno.
Defendiendo como “calidad del gasto” de los recursos extra que aporta desde el presupuesto general para fortalecer la asistencia en la salud, Abinader reconoció, que, aunque está por encima de lo dispuesto en 2019, cuando Medina era presidente, ahora, afectada por el pago de los intereses de la deuda pública, la inversión de capitales es más baja del mínimo de 3,5% del PIB, y que para mejorarla “se necesita una enorme reforma fiscal”.
La reforma fiscal es “el quid del asunto”, donde se debe y tiene que definir la trascendencia del liderazgo político a partir de la responsabilidad que asuma cada uno de ellos a partir de ahora -condonándoles su falta de acción a Danilo y a Leonel, quienes debieron hacerla-, y que Abinader parece rehuir, despreciando la oportunidad que se le presenta para establecer las bases que permitan alcanzar su proyectada Meta 2036, y convertir a RD “ en un país plenamente desarrollado¨.
En octubre del 2024, el presidente de la República encabezó el acto de presentación de una Reforma de Modernización Fiscal, sustentada en cuatro ejes: protección social a los más vulnerables; inversión pública y gastos priorizados para mejorar la seguridad ciudadana, el transporte, la atención primaria en salud, apoyar los gobiernos locales; recapitalizar el Banco Central y el sector eléctrico; eliminar privilegios y la evasión fiscal, y la simplificación tributaria.
Pese a haber asegurado que esa propuesta “surgió del más profundo sentido de responsabilidad hacia el país”, tan solo 12 días después, ante el cuestionamiento provocado, Abinader la retiró del Congreso, donde se discutía, pero reconociendo que sin su aplicación “no será fácil resolver cada uno de estos problemas si la República Dominicana sigue siendo unos de los países con menor recaudación de impuestos y con uno de los gastos públicos más bajos de América Latina”.
Bernardo Vega es economista renombrado e historiador reconocido, y en sus más recientes artículos publicados critica que la inversión pública sea menos del 10%, y advierte que en la economía priman los subsidios, distorsiones que para corregir propone que “una solución obvia radica en la reforma tributaria”, y se pregunta: ¿Cómo cambiar este modelo que enfatiza tanto los subsidios? y admitiendo que “esa alteración obviamente tendría un alto costo político, y si un político hábil e inteligente que no va a la reelección, como lo es el caso de Luis Abinader no ha optado por cambiarlo, entonces, ¿quién lo hará?”
Conocido es que “la ignorancia es atrevida” y por eso me atrevo a decir que Abinader, que es empresario por herencia, economista por formación y político por vocación, está convocado a esa tarea, la que entiende como “obligación que otros eludieron para proteger su popularidad política”, pero que parece él está copiando de los otros líderes que, dado que ahora andan juntos y saben que los problemas dominicanos van más allá de los de Haití y la migración haitiana, también pueden ayudarlo a pasar esta otra materia. Materia y buena nota que Abinader necesita para su legado, ese que tan recién como este lunes 7 de julio adelantó algunos componentes, con cierta satisfacción: ser recordado como un presidente que se dedicó a trabajar para mejorar la calidad de vida de la gente “y dejar un país mejor que el que encontramos”.
¡Lograrlo es su decisión, y está pendiente solo de cómo y de qué haga!