miércoles, octubre 23, 2024

La ofensiva reformista de Abinader da un paso atrás

Por Osvaldo Santana

En su ofensiva reformista, el presidente Luis Abinader dio un paso atrás, después de la avalancha de opiniones, e incluso, manifestaciones vivas, en contra de su llamado proyecto de Modernización Fiscal. Una inesperada reacción popular después de un primer período en que el gobierno solo recibió apoyos que fueron a más, tras las elecciones del 19 de mayo de este año.

El rechazo extendido al proyecto de reforma fiscal presentada por el gobierno que obligó al presidente a retirarlo del Congreso necesariamente abre interrogantes.

En principio, la primera pregunta que surgió fue: ¿Qué hará ahora el presidente Luis Abinader y su equipo tras el retiro de la iniciativa de aumentar las recaudaciones por más de 122 mil millones definidos como necesarios para financiar el desarrollo dominicano, como se prometía?

Lo que se esperaba era que el presidente abriera una línea de diálogo con la sociedad sobre la necesaria reforma fiscal, para determinar cómo podría ser modificada, pero el lunes el presidente fue más allá: ya el gobierno no tiene ninguna propuesta de reforma fiscal.

La posición del presidente es sorprendente, pues, aunque dice que buscarán como financiar el gasto en base al presupuesto de 2025, al mismo tiempo desmiente su discurso acerca de la necesidad de la reforma. 

Había quienes planteaban que el gobierno debía partir de cero como habían sugerido expertos y opinantes en general para elaborar una nueva propuesta de reforma que ahora sí tendría que ser consensuada en el Consejo Económico y Social (CES), pero el presidente cerró el tema y dice que ajustará los gastos como había hecho en otros tiempos, como cuando recibió el gobierno en medio de la covid-19.

Parecería una reacción emocional, cuando desde ámbitos que cuestionaban la reforma ahora plantean la necesidad de esta, y eso sí, mediante un diálogo.

Lo lógico, autocrítico y sincero era que, tras el retiro de la propuesta, el gobierno, y en particular, el presidente Abinader, tratara con todos los entes sociales y políticos de buscar una propuesta que genere un consenso mayoritario, idealmente conveniente a todos, es decir, al interés del Estado y de la población.

Pero al margen de lo sucedido en las últimas horas, no puede cerrar el capítulo sin llegar hacer algunas observaciones. La reacción social ha dejado lecciones y enviado múltiples mensajes que no deben pasar por alto o quedar en el olvido, lo que es válido para el gobierno y todos los sectores.

El apoyo y la popularidad son pasajeras

El hecho de que, por algún tiempo, o más brevemente, en una determinada coyuntura, una fuerza o un líder cuenten con un masivo apoyo, una alta tasa de popularidad no significa que será para siempre. Fue muy obvio que en apenas dos semanas la aprobación popular del gobierno se fue al suelo. Ese hecho debe contener aprendizajes.

No es una carta de corso

El apoyo o la popularidad que un liderazgo, partido o gobierno disfruten en la población no significa carta de corso. Es decir, te apoyamos, pero debe ser para gobernar de acuerdo con el interés social o colectivo. No puedes hacer lo que quieras o cuando quieras sin consulta previa a la ciudadanía.

La población no está muerta

La población envió un mensaje: no está muerta. Apoya, aplaude, pero eso tiene un límite ni una fidelidad por siempre. Aunque se enamore y se proyecte sumisa, se trata de un estado coyuntural. Puede cambiar de temperamento de un momento a otro, cuando menos se espera.

El liderazgo político

Desde 2020, la oposición ha desempeñado un pobre papel frente al gobierno. Incluso, durante todo el período electoral se desempeñó de una forma que en ningún momento representó una amenaza para los gobernantes. Probablemente, por el enamoramiento de las masas con el nuevo liderazgo de Abinader y por las frustraciones generadas tras la última administración del PLD. Ahora, ante el proyecto de reforma fiscal, Leonel Fernández jugó oportunamente su rol opositor con propuestas proactivas. Fue quien primero sugirió que el presidente retirara el proyecto del Congreso. Su liderazgo, más que la potencia de la Fuerza del Pueblo como colectivo, supo navegar en medio de la indignación social. El PLD, como cuerpo, construyó un discurso adverso a la reforma, pero su máximo liderazgo, representado en Danilo Medina, guardó silencio. Solo al final salió para comentar que la decisión del presidente Abinader fue por el rechazo “masivo y abrumador del pueblo que no resistía que le pusieran a pagar una factura de una fiesta en la que no participó.”

La presión social

Fue nueva vez la presión social, de la gente, con discursos agresivos y expresiones de movilización ante el Congreso, lo que provocó la reacción oficial. El gobierno, con el repudio de todos los sectores, no tuvo más alternativa que retirar su engendro reformista. 

El PRM

El PRM, el instrumento que permitió el ascenso al poder a Abinader, mostró una baja capacidad de respuesta al momento de defender su proyecto, que fue dejado a unos funcionarios que nunca habían debatido nada, porque la vocería total del gobierno la ha llevado el propio presidente.

La reforma constitucional y la pretendida reforma fiscal

Fue fácil para el gobierno y el presidente Abinader aprobar la reforma constitucional, pero el proyecto de reforma fiscal amenazó con desatar los demonios. 

Aunque la reforma constitucional fue llevada al Congreso Nacional sin consulta social ni política, igual como sucedió con el proyecto de reforma fiscal, su aprobación no generó ningún rechazo poblacional, más allá del discurso de los líderes políticos, en particular, del expresidente Fernández. 

No ocurrió lo mismo con el proyecto de reforma fiscal. Ésta impactaría de manera directa la vida de los ciudadanos y amenazaba el bolsillo y el estómago de la gente, lo mismo que los intereses de actores económicos. 

La constitucional, con algunos reparos, tenía propósitos razonablemente aprobados por la población, como bajar el número de diputados o la petrificación de la Constitución en materia de reelección presidencial.

Momento peligroso

Ahora, el gobierno está en un momento peligroso, porque tras la reacción popular, y el paso atrás de Abinader, puede caer en una parálisis y detener la ola de la reforma. 

De modo que el presidente, debía reaccionar con mayor calidad, sin perder la iniciativa, al margen de lo que haya dicho en su discurso del sábado 19 en la noche. Y su posterior declaración de que el gobierno no tiene otra reforma fiscal. 

Al actuar así, la iniciativa reformista en los demás campos podría seguir un camino escabroso, porque el resbalón con la reforma fiscal tiene un peso específico: ha sido una dura derrota para el oficialismo, que muy creído del apoyo popular, no consultó a nadie para presentar su proyecto.

Después de la noche del sábado la expectación era de cuándo y qué presentarían las autoridades, y mediante qué mecanismo. Pero la salida final de Abinader (el gobierno no tiene ninguna propuesta de reforma) resulta desconcertante, cuando hay sectores que, si bien objetaban el proyecto inicial, están de acuerdo en que se abra un diálogo.

El paso atrás del presidente Abinader no tiene que ser una derrota absoluta. No luce sincero decir solo que ajustará los planes de desarrollo “y construir alternativas aceptables para lograr la República Dominicana que queremos…” La sociedad espera más que eso de un liderazgo como el de Abinader.

¿Un despertar?

¿Acaso lo ocurrido con la reforma fiscal sugiere que hay un despertar popular? No parece. Simplemente, se conjugaron muchos intereses generalizados, desde la clase media hasta los ricos, con una masa popular expectante de lo que podría finalmente ocurrir.

Advertencia

Hay que imaginar, que cuando el presidente Abinader pronunció su sensato discurso del sábado 19 de octubre en la noche, o desde antes, cuando elaboraba la pieza, pensó muchas veces en abril de 1984, o probablemente en la lejana Kenia, que ahora, con la revolución de las comunicaciones, está muy cerca, y no solo por sus tropas en Haití.

A finales de junio y principio de julio, Kenia fue escenario de violentas protestas contra una ley mediante la cual se imponían cambios impositivos indeseados, con saldo de no menos de 40 muertos y decenas de heridos. Las masas llegaron a pedir la renuncia del presidente William Ruto, quien el 5 de julio debió dirigirse a la nación en medio de la violencia, y desechar la ley impositiva.

Y en vez de su reforma fiscal, implantó medidas de austeridad para reducir gastos del gobierno, la eliminación de 47 corporaciones estatales con funciones superpuestas y la reducción inmediata de asesores en el Gobierno en un 50 %", entre otras medidas. Además, anunció cambios de funcionarios.

Dato: La deuda pública de Kenia asciende al 68 % del producto interior bruto (PIB), cifra superior al 55 % del PIB recomendado por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Osvaldo Santana
Osvaldo Santana
Osvaldo Santana es periodista.

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