Por Federico Pinales
Estamos ante la presencia de una nueva forma de esclavitud moderna, donde los infelices les están economizando a los empresarios una enorme millonada, que antes se gastaban para comprarlos, transportarlos y en seguridad para que no se les escaparan. Además del enorme costo social internacional, desde el punto de vista de las violaciones a los derechos humanos.
Ahora, las palomas les están tirando a las escopetas. Son los ciudadanos del mundo, ya no solo los africanos, quienes les están pagando a los esclavistas para que les permitan ir a someterse voluntariamente a todas las formas de explotación y humillaciones, con el propósito de llevarles el pan de cada día a sus seres queridos.
Lo gracioso e irónico de todo esto es que los empresarios beneficiados con esta nueva forma de esclavitud, en componenda con los políticos lacayos de ellos mismos, han logrado legislaciones para convertir a las víctimas en victimarios, haciendo lucir a los esclavos como violadores de la ley.
La misma ley que les aplican solo para chantajearlos, cuando intentan reclamarles a sus patronos que cumplan con las leyes laborales y de seguridad social.
Solo en esos casos, los amenazan con llamarles a las autoridades de migración, y si continúan reclamando el pago de sus reivindicaciones, materializan sus amenazas.
Entonces los gobiernos, en forma irresponsable y cómplice, en lugar de aplicarles las leyes a los empresarios que los emplean, a sabiendas de que eran indocumentados, proceden a deportarlos, a veces o casi siempre, en forma cruel e inhumana.
Pero es tan grotesca y brutal la irresponsabilidad y complicidad de los políticos, que actúan estúpidamente como muchachos de mandados de los esclavistas modernos, que no se detienen a pensar en el triple daño que les causan a los deportados, a sus familiares, a las economías nacionales y a los consumidores que compran los productor que siembran, cosechan y ayudan a distribuir esos nuevos esclavos modernos.
Estados Unidos y la República Dominicana son dos de los mejores ejemplos a la vista.
Cuando los empresarios americanos y dominicanos paguen salarios justos a sus compatriotas y cumplan fielmente con las leyes laborales, no será necesario malgastar tanto dinero de los contribuyentes, para deportar a las personas que los mismos empresarios han incentivado a ingresar ilegalmente a sus países, para emplearlos en forma irregular y así evadir pagarles más impuestos al gobierno, mientras por otro lado abaratan sus costos de producción y
obligan, indirectamente, a los contribuyentes, a cargar los costos sociales de educación, salud, viviendas y servicios de agua, luz, basura y población, en sentido general.
Estas cosas no las dicen muchas personas y medios, que al igual que los gobiernos, son igualmente esclavos económicos, aunque dentro de una categoría más privilegiada.
Las deportaciones de Donald Trump y las de Luis Abinader, no son más que pantallas con propósitos politiqueros. Si en realidad quisieran corregir el problema migratorio hubieran empezado sancionando a los empresarios que los emplean o los hubieran obligado a cumplir con las leyes laborales existentes en ambos países, para que así sus compatriotas puedan incorporarse a realizar los trabajo que hacen los extranjeros.
Lo que pasa es que es más fácil marcharles a las ramas que a los troncos, porque los esclavistas pagan campañas millonarias y los esclavos modernos no.