Por Yancen Pujols
Con sus prodigiosas piernas, Marileidy Paulino domina en las pistas de atletismo con marcas doradas que insertan a la República Dominicana en la élite de un deporte con peso mundial.
Ahí va ganando la batalla.
Fuera del tartán color ladrillo que en los 400 metros lisos controla como el caballo de Atila, ella ha librado una cruzada con tanto o más peso para la posteridad que el brillo de sus conquistas.
Paulino ha sido una voz crítica de las injusticias que se presentan contra los atletas. No todos logran recibir los privilegios que merecen. Que sea Paulino, cabeza y hombros por encima del resto en cuanto a beneficios, el buque insignia de una iniciativa para que todos los deportistas reciban mejores condiciones, es loable.
En apariciones ante los medios, la oriunda de Don Gregorio, Nizao, Peravia, no ha perdido un segundo para manifestar su inconformidad por situaciones que dejan mucho que desear, especialmente, después de estar en muchos lugares del planeta, y no ver nada parecido, sino todo lo contrario.
Pobres condiciones de entrenamiento; pistas que hace rato merecen más que un “paño con pasta”; personal médico capacitado; dietas a tiempo y utensilios que la tecnología pone a disposición, forman parte de sus reclamos.
Si bien es cierto que hoy en día eso le favorece, también es justo señalar que sería un nuevo sistema de trabajo para las generaciones que han de relevarle.
Mejor aún, la dominicana con más medallas olímpicas en la historia, con tres, incluidos los varones, por igual ha solicitado algo más: el seguimiento de las autoridades.
Para muchos funcionarios del tren gubernamental y directivos del Comité Olímpico Dominicano (COD), el sentido del momento (timing en inglés) es fundamental. Pueden estar ausentes por meses, pero cuando se huelen que hay una medalla, fotos, vídeos y vitrina en los medios, son más veloces que el mismo Usain Bolt, considerado no hace mucho el hombre más rápido del planeta.
Paulino, que gusta poco del béisbol y aun así suele tirar como Pedro Martínez en 1999, los tiene medidos. Ha reiterado que antes de subir al podio hay muchas horas en las que esos mismos personajes desaparecen como por arte de magia.
En las cruentas horas de preparación, a puro fuego de un sol implacable, esos que deliran por gráficas y segundos de televisión y otras plataformas, presentan agendas ocupadas.
La monarca olímpica ha dicho que apoyo no es solo monetario, que vale mucho ir a la pista y dar aliento con palabras de motivación.
Su exigencia es que copien de los modelos exitosos de ciertos países que aprecian a los deportistas sin importar que no sumen una presea, porque “su tiempo llegará”.
Marileidy Paulino vale oro y actúa como tal.
Los lauros y el dinero no le hacen alejarse de la posibilidad de completar un legado de corte humano, que sirva de zapata para el bien común de muchos de su especie por venir.
A los grandes los persigue la historia, dice un refrán. Marileidy practicaba balonmano y a regañadientes cruzó al atletismo y la especialidad que hoy tiene a sus pies.
Que continúe cosechando primeros lugares y a la vez sea la voz de muchos que no tienen dolientes para que así se pueda hablar de un antes y un después de su cruzada.
