Por Emiliano Reyes Espejo
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Las ondas electromagnéticas existen desde el inicio mismo del universo. Desde entonces, por tanto, estamos expuestos a estas ondas, sin percatarnos, y según estudios, pueden ser contaminantes y generar graves enfermedades, incluso, algunos tipos de cáncer.
El profuso avance de las telecomunicaciones y de herramientas tecnológicas de comunicación que son proclives a contaminar y causar enfermedades en humanos, sigue siendo causa de preocupaciones entre científicos, investigadores y de comisiones de organismos mundiales, como son la Organización Mundial de la Salud y Panamericana de la Salud (OMS/OPS) la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y la Comisión Internacional para la Protección contra Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP).
Los últimos reportes de telefonía señalan que “el número de suscripciones de teléfonos inteligentes a nivel mundial superó los 6,3900 millones en 2023 y se prevé que siga creciendo de forma paulatina durante los próximos años”.
Eso implica un mayor potencial de contaminación.
Pero ¿qué es la contaminación electromagnética? Se trata, según algunos autores, de “la exposición continua a campos electromagnéticos que provienen de dos fuentes, las líneas de alta tensión y subestaciones eléctricas y, por otro lado, las antenas de telefonía móvil y sistemas de telecomunicación (Wifi, wimax)”.
¿Son realmente dañinas las ondas electromagnéticas? Una corriente de investigadores entiende que sí, que hacen daños, mientras otros descartan que las ondas producidas por estaciones eléctricas, antenas de telecomunicaciones, radio, televisión, y otros tipos de equipos tecnológicos, tengan efectos dañinos a la actividad humana.
¿Se evalúan en el país los potenciales daños que puedan causar estas ondas en la salud de los humanos y al medio ambiente?
El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) realizó un estudio en 2014 “para determinar si había vínculos entre el uso de los teléfonos móviles y el cáncer de cabeza y cuello en adultos”.
De lo que no hay dudas, sin embargo, es que existe un fenómeno global de contaminación electromagnética. La utilización masiva de tecnologías de las telecomunicaciones y de transmisión eléctrica causa dicho efecto en muchos rincones del planeta.
La contaminación electromagnética es tal, que ha sido motivo de preocupación y de debates por parte de los señalados organismos mundiales y regionales.
El problema ha calado no solo aquí, sino a nivel mundial. El pasado 24 de junio se celebró el Día Internacional contra la Contaminación Electromagnética. La fecha fue propicia para que distintos países de América Latina realicen actividades destinadas a crear conciencia y llamar la atención sobre la magnitud del problema, así como la necesidad de desarrollar iniciativas que contribuyan a contrarrestarlo.
Esta fecha pasó “sin pena ni gloria” en el país. Las instituciones llamadas a impulsar campañas preventivas contra la contaminación electromagnética, como serían los ministerios de Salud Pública, Medio Ambiente, Energía y Minas y el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel), así como las prestadoras de servicios de telecomunicaciones, dejaron pasar con una total indiferencia la importante efeméride
Contaminación en aumento
Todo esto, pese a que la contaminación electromagnética va “in crescendo” en el mundo y en el país, en la medida en que aumenta el desarrollo científico y tecnológico respecto a las telecomunicaciones, de cara a su impacto en la humanidad.
Y eso ocurre pese a que cuando observamos con cierta acuciosidad el entorno en que nos movemos, tanto en los hogares como son en las oficinas, corporaciones, edificios públicos y privados, universidades, escuelas, colegios, hospitales, medios de transportes y otras instalaciones, lo hacemos rodeados de radiaciones que no podemos ver, pero están ahí: son las ondas electromagnéticas.
Efectos en la salud
De ellas se esperan efectos a la salud. La ciencia realiza esfuerzos investigativos para determinar definitivamente la magnitud de los daños que estas ondas causan en los seres humanos. Es que estamos expuestos permanentemente a las mismas. Pero ¿cuándo estas radiaciones son dañinas a los seres humanos? ¿Qué dicen al respecto la OMS, la OPS y la UIT? Las respuestas están en manos de científicos, expertos e investigadores independientes.
“Hay estudios científicos –según se afirma- que hablan de las posibles enfermedades causadas por la contaminación electromagnética, como riesgo de cáncer, daños genéticos, afectaciones del sistema reproductor, déficit de aprendizaje, trastornos de memoria, afecciones neurológicas y efectos perjudiciales en el bienestar de las personas, además de efectos en otros seres vivos”.
Se plantea que entre las afecciones más comunes que pueden causar estas ondas contaminantes están “los dolores de cabeza, malestar general, mareos, confusión mental, palpitaciones, náuseas, cansancio, tics nerviosos, calambres”, entre otros.
También, se plantea la ocurrencia de enfermedades cancerosas.
Las ondas no se pueden evitar, son la materia prima esencial de las transmisiones eléctricas y las telecomunicaciones. La “radio y televisión, telefonía móvil, radiación infrarroja, radar, rayos ultravioleta, microondas, rayos X y rayos gamma, entre otros, requieren de las ondas electromagnéticas”.
Las ondas pueden ser ionizantes y no ionizantes. “Los rayos gamma, los rayos X y la parte ultravioleta del espectro electromagnético son radiaciones ionizantes, mientras que el ultravioleta de menor energía, la luz visible, casi todos los tipos de luz láser, los infrarrojos, las microondas y las ondas de radio son radiaciones no ionizantes”.
Las radiaciones que emanan los teléfonos móviles son no ionizantes, razón por la cual algunas investigaciones han determinado que estos no son causantes de daños a la salud, a menos que haya una exposición excesiva a sus radiaciones debido a su uso intensivo.
Los efectos contaminantes
“La radiación electromagnética es definida como “una combinación de campos eléctricos y magnéticos oscilantes, que se propagan a través del espacio transportando energía de un lugar a otro (Wikipedia)”.
Los campos electromagnéticos son objetos de una inmensidad de investigaciones en las que los científicos del área no terminan de ponerse de acuerdo, debido a que unos alaban sus bondades (que son inmensas), mientras otros alertan sobre sus efectos contaminantes.
En medio de esta controversia, organismos internacionales dispusieron esta celebración a nivel global, la cual pasó desapercibida en el país.
La fecha se presta para que científicos e investigadores expongan sus interminables polémicas sobre daños potenciales y las bondades de las ondas electromagnéticas cuyas aplicaciones tienen un impresionante crecimiento a nivel mundial.
Pero hay algo en lo que todos concuerdan. Científicos y no científicos convienen en que, a partir de estas ondas surge algo altamente positivo para la humanidad, la expansión por todo el planeta de la industria de las telecomunicaciones.
El globo terráqueo es un gran campo magnético y es por eso que, según nos refiere Google, “prolifera rápidamente a nivel global la presencia de redes inalámbricas mediante antenas Wifi en todo tipo de edificios, públicos y privados, incluyendo colegios y hospitales”, entre otras instalaciones.
La energía (radiación electromagnética) “se propaga por el espacio gracias a que los electrones las liberan bajo ciertas condiciones. Los expertos establecen que gracias a esto son posibles tecnologías con las que se puede enviar información a través de Bluetooth, Wifi, AM, FM, las telecomunicaciones satelitales, entre otros”.
Ocurre que, como la radiofrecuencia es la parte menos energética del espectro electromagnético, se “utiliza en el sistema de telecomunicación” y con la proliferación ha sobrevenido el uso masivo de diferentes formas de comunicación, dando esto lugar a la “contaminación electromagnética”.
¿Y cuándo se produce contaminación? Cuando ocurre la “exposición continua y no controlada a campos electromagnéticos que provienen principalmente de fuentes emisoras de alta frecuencia de infraestructura de telecomunicaciones (antenas), radiodifusión y aquellas de baja frecuencia principalmente de las subestaciones eléctricas”.
Rechazo a las antenas
Hubo un momento en el país en que algunos sectores se organizaron en asociaciones para rechazar las instalaciones de antenas de telecomunicaciones en sus sectores. Las prestadoras y el Indotel enfrentaron la situación y se calmaron los reclamos. Por tanto, hubiera sido propicia la fecha del 24 de junio para que este Día Internacional contra la contaminación electromagnética se retomaran acciones y nuevas orientaciones dirigidas a la población, a los fines de crear una mayor conciencia y prevenir efectos dañinos a la salud de los usuarios de los servicios de telecomunicaciones y de transmisión eléctrica, en sentido general.
En tal sentido, algunos expertos advierten acerca del problema que constituye el “poco conocimiento e información” por parte de la población, específicamente “sobre los niveles de exposición a la radiación no ionizante proveniente de infraestructura de los sectores de telecomunicaciones y eléctrico”.
Señalan las pocas mediciones y monitoreo de la radiación no ionizante (RNI) que se realizan a nivel nacional “para conocer los niveles de exposición de la población y el cumplimiento de los límites recomendados por la Comisión Internacional para la Protección contra las Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP) los cuales son reconocidos por la OMS”.
Igualmente, se critica que en algunos países falte coordinación de infraestructura de telecomunicaciones, dando lugar al despliegue de instalaciones para comunicaciones inalámbricas sin lograr una coordinación entre niveles de gobierno para una adecuada planeación sustentable, especialmente en el ámbito urbano”.
Según afirma Gabriela Mercado, del portal TES América, “tanto gobierno, sector privado y la sociedad civil organizada deben tener un mayor involucramiento en la adopción de medidas para prevenir y controlar la contaminación electromagnética, el primer paso es conocerla y medirla”.
*El autor es periodista.