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lunes, abril 28, 2025
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La agricultura biodinámica

Por Rosaura Cecilia Huanacune Rosas

La agricultura biodinámica ha desempeñado un papel fundamental en mi trayectoria durante estos últimos años. Junto a Hans Günther Kern, mi hermana espiritual Manuela Murray, mi esposo Héctor Yarasca y un destacado grupo de participantes, provenientes principalmente de las tres Américas, nos hemos dedicado a aprender, experimentar y profundizar en esta práctica y en otros factores relacionados.

Este gran reto que nos impusimos nos llevó, como corolario, a contribuir a la difusión y afirmación de la agricultura biodinámica en esta parte del mundo. Un cometido semejante nos impulsó a unir voluntades y, a la postre, desarrollar diversos talleres, cada uno acompañado de un enriquecedor conversatorio. 

Condensando lo recibido y lo aportado, puedo afirmar que este proceso consolidó mi decisión de seguir

aprendiendo, buscando ser consecuente y fiel a mis principios.

Los conversatorios, ricos en experiencias diversas, nos mostraron lo singular de cada vivencia y su impacto en el aprendizaje colectivo. 

Una reflexión que surge al escribir este artículo es: “los temas aparentemente sencillos”. 

Es desalentador escuchar comentarios que los reducen a simples ideas sin importancia. Sin embargo, estos temas sencillos nos desafían a escudriñar nuestro conocimiento y a dilucidar dudas. Lo fácil se nos torna difícil, y ese reto nos invita a retomar la sencillez como uno de los pilares de todo aprendizaje eficaz.

Es importante destacar y desarrollar en este artículo la diversidad de prácticas de compostaje que se están implementando en esta parte del mundo. Este hecho me remonta a aquellos días en los que Rudolf Steiner, en respuesta a la necesidad de un grupo de agricultores ansiosos por mejorar la calidad de sus cosechas, fue consultado sobre qué podían hacer para resolver esta grave situación.

Imagino que esta necesidad impulsó a Steiner a encontrar tiempo, organizar sus planteamientos, agudizar sus observaciones basadas en experiencias vividas y reforzar la exigencia de “partir de experiencias propias” en íntima relación con el deterioro de los suelos. 

¡Cuánta similitud con el presente! ¿Cuánto más debemos deteriorar nuestra calidad de vida para detenernos y aceptar que debemos “ver” y actuar conforme a lo que nos corresponde?

Estos años han exigido mucho de nuestro esfuerzo y dedicación, y aparentemente no

hemos obtenido logros visibles. Sin embargo, nuestros logros se reflejan en el despertar, en algunos más y en otros menos, de ese deseo de transformar aquello que

no contribuye a mejorar los suelos de cultivo. Nos dimos, y también brindamos, la oportunidad de confrontarnos con ese deseo imperioso de contribuir. Ahora, está en cada persona decidir cómo y dónde desplegar esa energía vital.

Este valioso bagaje, descrito por personas ansiosas por aprender, conscientes de que pueden mejorar su relación con la tierra y sabedoras de que están cerca de quienes pueden ayudarlas, a menudo parece desvanecerse como agua entre los dedos. Sin embargo, esta misma sensación de fugacidad los impulsa a continuar su camino y seguir buscando.

Al decidirme a escribir este artículo, me tomé el tiempo de contactar a personas vinculadas, de una u otra forma, con la dinámica agrícola. 

Les pregunté: ¿Qué sabes de la agricultura biodinámica? Sabía que la mayoría podría saber poco al respecto, por lo que les pedí que no se preocuparan, solo que me contaran lo que sabían. 

Sus respuestas confirmaron esa percepción inicial que me llevó a aceptar este desafío y a escribir sobre el tema.

La agricultura biodinámica pasa casi desapercibida para el agricultor en el Perú. He viajado por diversas regiones del país y he comprobado que se sabe poco o nada sobre esta práctica. 

Aquí surge una pregunta crucial: ¿qué permitió que los agroquímicos ocuparan un lugar privilegiado en la dinámica agrícola? 

Muchas respuestas podrían venir a nuestras mentes. Sin embargo, para realmente contribuir a que los agricultores comprendan más allá de las palabras que el suelo es un organismo vivo, hay que destacar la importancia de respetar los ritmos cósmicos y las constelaciones. 

Estos factores, al ser considerados, no solo optimizan los resultados agrícolas, sino que también conducen a una mejor calidad de vida para todos.

El desafío ahora es seguir difundiendo estos conocimientos, mostrando a más agricultores que el camino hacia una agricultura sostenible está en el reto de armonizar con la dinámica de la naturaleza.

Tomar el concepto agricultura sostenible y articularlo con la agricultura biodinámica es un paso que se puede dar, y se da en círculos reducidos y focalizados, que aún no logran impactar en el quehacer agrícola peruano. 

Para expandir este impacto, sería valioso desarrollar campañas educativas dirigidas a agricultores locales, realizar talleres prácticos en comunidades rurales, e integrar estas prácticas en programas de formación académica en agronomía. También, el apoyo gubernamental mediante subsidios o incentivos a prácticas biodinámicas podría acelerar su adopción, fomentando así una agricultura viva que nos lleve a revalorar los suelos, el agua y a retomar nuestra conexión ancestral con los ritmos de la vida universales.

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