Por Santo Salvador Cuevas
Durante más de 20 años, a partir de ensancharse la presencia de indocumentados haitianos en el país, y a partir de que en los años 90 se impuso en el planeta la unipolaridad política, tras derrumbarse la Unión Soviética y con ella la caída del Muro de Berlín, es a partir de todos esos eventos que el hemisferio Occidental, específicamente Estados Unidos, Francia y Canadá, gestaron la idea de unificar la isla de Santo Domingo.
Y para ello han surgido miles teorías, argumentos y debates en foros internacionales, y se reforzó para el 2012 la injerencia extranjera que usa a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para forzar la legalización de todos los ciudadanos haitianos que decidan en República Dominicana desde 1929.
Desde entonces hasta la fecha, nunca han cesado, ni un ápice, los planes de la "comunidad internacional" de presionar la flexibilidad y acogida de los gobernantes dominicanos, de ver como normal el movimiento migratorio de los nacionales haitianos.
Entre República Dominicana y Haití, históricamente y más allá del grito separatista del 27 de Febrero, entre ambos pueblos se han desarrollado lazos históricos que incluyen apoyos a sus movimientos libertarios.
Más aún, si los haitianos no asumen como suya la resistencia contra la corona anexionista, ese hecho restaurador a lo mejor se hubiese frustrado y prolongada en el tiempo la resistencia dominicana.
Haití acogió a los restauradores dominicanos en su territorio, los patriotas que izaron la Bandera Dominicana en Capotillo el 16 de agosto de 1863, eso titanes revolucionarios venían desde Haití, en donde tenían meses escondidos y preparando la guerra restauradora.
Asimismo, en 1915 y 1916, los pueblos de Haití y Republica Dominicana fueron invadidos, casi al unísono por tropas estadounidenses.
En 1965, el poeta haitiano Jacques Viau Renaud, cayó abatido defendiendo la soberanía del pueblo dominicano, mancillado y ocupado por 42 mil marines.
Esos son hechos históricos imborrables e irrefutables.
Es decir, haitianos y dominicanos somos hermanos, pero somos dos naciones distintas, con culturas distintas, con creencias distintas, con idiomas distintos y con distinta idiosincrasia.
Asimismo, los niveles de pobreza que se desarrollan en Haití no son culpa de los dominicanos.
Esa pobreza que estimula la violencia en Haití tiene sus raíces en el saqueo histórico e indetenible de Francia, Estados Unidos y Canadá.
Las declaraciones que esta semana pasada hiciera el representante en el país de la Agencia de las Naciones Unidad para los Refugiados (ACNUR), en el sentido de establecer centros para acoger Inmigrantes haitianos, no solo constituye una burda injerencia en los asuntos internos de Santo Domingo, sino también una provocación y una agresión directa a la Soberanía Nacional.
El gobierno dominicano luce pusilánime e indiferente y no cumple debidamente el rol que le compete, porque de manera inmediata el Poder Ejecutivo debió declarar personas no gratas a los representantes de ACNUR, y exigir abandonen el país antes de 72 horas.
Invitamos a Francia, Canadá y Estados Unidos, a abrir sus fronteras para acoger a 3 o 4 millones de haitianos y por esa vía compensar devolver en parte las riquezas que desde el siglo XXVIII le han robado al pueblo haitiano.
Déjennos vivir en paz.
Ya no nos molesten más, expoliador
es de las riquezas de Haití y República Dominicana.