Por Yancen Pujols
José Ramírez es el símil perfecto de lo que es un perfume de calidad en frasco pequeño.
Y al ritmo que va, es muy probable que ese aroma logre llegar al Salón de la Fama.
El oriundo de Villa Majega, Baní, Peravia, es sinónimo de consistencia. Se ha insertado en los círculos granados de las Mayores en los últimos seis años, y compite con los caballos sin importar nacionalidad.
En la era de Mike Trout y Bryce Harper, ahí estuvo Ramírez repartiendo “tablas”, como se dice en el mundo del béisbol.
Hizo entrada Shohei Ohtani y se adueñó del show, pero eso no ha sido impedimento alguno para que el tercera base de los Guardianes de 5”-9’ de estatura continúe con la calidad.
José sabe dar sus 30 jonrones, impulsar sus 100 carreras, anotar la misma cantidad, pegar 40 o más dobles y robarse de tres decenas de bases en adelante.
Pocos como él en ese rubro de garantizar en cada campaña números que suman a su equipo. Por algo en varias ocasiones ha estado dentro de los primeros cinco al premio de Jugador Más Valioso de la Liga Americana.
Hasta el inicio de esta contienda, era el mejor pelotero dominicano por acumulados desde 2019. Y en este 2024, se acaba de convertir en el primer jugador en los registros de Cleveland, una de las franquicias de más antigüedad en MLB, en sacudir 35 o más cuadrangulares y estafarse igual o más cantidad de almohadillas.
Hay que ser muy bueno para el 35/35, solo que, en su caso, al momento de escribir estas líneas, le falta una robada para las 40. Esto quiere decir, que tiene posibilidades, aunque pocas, de hacer el 40/40, uno de los clubes más exigentes y exclusivos de la pelota.
Es precisamente lo que siembra en Cleveland, sumado a sus registros en el terreno, lo que abre las puertas para plantear la hipótesis de una carrera que se dirige hacia Cooperstown.
Sus 251 tetrabases y 241 robos hablan de un mortal con oportunidad de ser 300-300. Con 32 años y bajo contrato hasta 2028, solo necesita salud para alcanzar al menos 2,500 hits (tiene 1,486) y las 1,500 empujadas (853 en estos instantes), los 500 dobles (359), entre otros logros en el horizonte.
Su WAR, la estadística que impera en el béisbol, que se nutre de todo lo que se hace en el terreno, es de 51.3 en 12 años de carrera. La meta es pasar de 70, y nadie puede dudar del dominicano, el autor de un libro que eventualmente tendrá récords en su escuadra, un detalle importante para el votante de la inmortalidad que se rige por los parámetros de dominio y/o longevidad con sobrada calidad.
Cuando Ramírez firmó, en 2009, el escucha que lo contrató fue Ramón Peña y dijo que “le daría 50 mil dólares al chiquito para que fuera de relleno”.
El padre del entonces escuálido pelotero no regateó. Todo lo contrario, hasta una caja de mentas aceptaba. La idea era firmar y salir a romper corozos en el desafiante mundo del profesionalismo.
Resulta que ese llamado a ser “relleno” ascendió a general de varias estrellas y es una figura reverenciada en la ciudad del Estado de Ohio.
Muchos fanáticos han comprado su chaqueta y tiene un contrato de 141 millones de dólares con salarios de 17 millones de dólares en 2024 y de 19 millones de dólares en 2025.
Para muchos, negoció mal, porque pudo obtener más en la agencia libre y no se puede dudar que así hubiese sido.
Ramírez ha defendido su postura de que está feliz en Cleveland y con ese dinero vivirán varias de sus generaciones. Eso no se le puede rebatir, como tampoco el hecho de que en sus inicios las dudas eran incontables. Su rol era para un papel de tercera, como mucho, pero ahora es actor estelar, con méritos, nominaciones y selecciones para regalar.
Un perfume de Grandes Ligas.