Por Octavio Santos
Lo que una vez fue un cine de barrio con pretensiones de grandeza terminó convertido en la tumba de 235 personas la madrugada del 8 de abril de 2025. Aquella noche, mientras el techo colapsaba estrepitosamente sobre los asistentes a un evento artístico en la discoteca Jet Set, lo que también caía era la máscara de una estructura frágil, deformada por décadas de improvisación, exceso y desdén por la ley.
La discoteca, ubicada en la avenida Independencia del Distrito Nacional, fue en sus orígenes un cine con cubierta ligera, diseñado para soportar el techo de una sala convencional. Pero, tras su conversión en centro nocturno en los años noventa, cada capa añadida —de mortero, de concreto, de luces, de tinacos— fue empujando los límites estructurales hasta el colapso final. Lo que se derrumbó no fue solo un edificio. Fue una cultura de permisividad, abandono institucional y codicia.
El informe que lo dice todo
El informe preliminar de la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (Onesvie) entregado a la Procuraduría General de la República fue lapidario: no hubo sismo, explosión ni incendio. Solo hubo negligencia estructural y sobrepeso.
Las víctimas murieron por el colapso de las vigas postensadas, vencidas por una carga acumulada de cuatro capas de mortero con espesor total de 37.5 cm, además de siete casetas de aluzinc, seis equipos de aire acondicionado tipo "chillers", luminarias, plafones y tinacos. La viga transversal más afectada, identificada como VE1, soportaba una carga de 2.822 toneladas por metro lineal, cuando su capacidad nominal era apenas de 76.27 toneladas-metro de momento flector, insuficiente frente a una demanda real de 92.186. El resultado: una falla de flexión por sobrecarga.
Las deformaciones inelásticas se concentraron en la esquina sureste de la estructura, donde estaban localizadas las mayores acumulaciones de carga. Las simulaciones en ETABS confirmaron las predicciones del cálculo manual, mostrando que la deformación excedía los límites admisibles.
La solicitud de medida de coerción, sustentada con 133 pruebas, enumera con nombre y cédula a las 235 personas que fallecieron, incluyendo a menores de edad, turistas, padres de familia, artistas, trabajadores y ejecutivos. También detalla más de 180 personas heridas, muchas con lesiones irreversibles.
Maribel Espaillat, copropietaria del local, está imputada junto a su hermano Antonio Espaillat. El Ministerio Público solicita 18 meses de prisión preventiva para Antonio y arresto domiciliario para Maribel, quien sufrió heridas que ameritaron suturas y cirugía reconstructiva.
El antes: ¿cómo se volvió trampa?
El edificio fue concebido originalmente para operar como una sala de cine. Según el informe pericial, la zona central (área cine) fue construida con criterios de carga mucho más bajos que los requeridos para usos posteriores. No había previsión estructural para colocar sobre el techo equipos pesados, ni siquiera para que fuera transitable.
Con los años, el inmueble fue transformado sin un rediseño estructural formal. Se añadieron nuevas secciones (área de anexos) que ampliaban su capacidad sin reforzar las vigas existentes. Los techos de aluzinc, más ligeros pero vulnerables, fueron colocados en las orillas para cubrir espacios exteriores y, en ellos, se instalaron parte de los tinacos y sistemas de climatización.
En el área del techo original se colocaron múltiples casetas, chillers, luminarias y morteros. El plano contenido en el informe identifica una sobrecarga en el cuadrante sur, que terminó siendo el punto de inicio del colapso. No había un diseño para distribuir estas cargas ni se realizaron estudios posteriores para garantizar su viabilidad.
Por si fuera poco, las vías de escape seguían respondiendo al modelo original del cine, con salidas diseñadas para una capacidad menor. Sin embargo, los eventos podían reunir a más de 800 personas en el recinto. La adecuación funcional fue un maquillaje estético: luces, sonido y tarimas se instalaron sobre una estructura que seguía siendo la de un cine de los años ochenta.
Nadie lo vio venir… ¿o sí?
El 27 de marzo de 2025, apenas doce días antes de la tragedia, un técnico de mantenimiento identificado en la solicitud de medida de coerción informó a sus superiores la presencia de una grieta longitudinal de más de tres metros en una de las columnas laterales del salón principal. El reporte fue directo y específico: una fisura inusual que debía ser atendida.
Según el expediente, la administración no tomó ninguna medida inmediata. No se suspendieron las actividades, no se solicitó una evaluación estructural urgente, ni se activó ningún protocolo de contingencia. La discoteca continuó operando a toda capacidad, con fiestas programadas hasta el mismo día del colapso.
La omisión de ese aviso se convierte en uno de los pilares de la acusación del Ministerio Público. Para la fiscalía, esa advertencia no solo evidencia conocimiento previo del deterioro, sino una negligencia criminal al ignorar su gravedad. El desplome no fue sorpresivo. Fue ignorado.
La escena: entre concreto y cuerpos
Cuando los rescatistas llegaron, el cuadro era dantesco. Decenas de cuerpos apilados bajo toneladas de concreto, fierros doblados, y las luces del sistema de sonido todavía parpadeando. La viga VE1, la misma que el modelo ETABS mostró con deformaciones fuera del límite admisible, había fallado. El colapso fue progresivo y silencioso: nadie tuvo tiempo de correr.
En el techo, según el esquema del informe técnico, había siete casetas de aluzinc, cuatro tinacos, seis chillers y capas de mortero superpuestas una sobre otra. Todo eso pesaba más de lo que el diseño original, hecho con viguetas de 20 cm de ancho y 80 de alto, podía resistir.
El Estado ausente
Ni la Dirección de Planeamiento Urbano ni la Alcaldía del Distrito Nacional figuran como coimputadas o investigadas, a pesar de que el cambio de uso del edificio y las intervenciones estructurales debieron pasar por su aprobación. Tampoco el Ministerio de Turismo, que en los últimos años promovió la discoteca como "punto obligado del entretenimiento dominicano".
El Ministerio Público, hasta el momento, ha enfocado el proceso penal en los Espaillat, lo cual ha generado cuestionamientos sobre posibles omisiones institucionales.