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jueves, agosto 14, 2025
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Jacobo por dentro y por fuera -Tercera parte-

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Por Rafael Céspedes Morillo

El resultado de las elecciones presidenciales de 1986 fue traumático para el país, no sólo para los que participamos en algunos roles. El trauma viene a raíz de no entender cómo unos llamados notables se prestaron para adoptar una decisión a todas luces incorrecta.

 Jacobo Majluta era el candidato del PRD y de La Estructura. Algunas personas, por simple ignorancia, votaron por él en las dos boletas, y esos votos los “observaron’’. Eran unos 82 mil en total. 

Había un tranque cuando esa situación se produce. Jacobo decide establecer contacto con Balaguer para buscar una salida al impasse y nos designa a mí y Andrés Vanderhorst en comisión para ir donde Balaguer. 

Allí acordamos que el presidente de la Junta Central Electoral sería una nueva persona, porque nosotros habíamos recusado al doctor Caonabo Fernández Naranjo, en quien no confiábamos, había asumido la dirección el Dr. Rondón, alguien evidentemente muy relacionado a Jacobo y se hacía necesario tener a alguien menos inclinado a algún lado.

Acordamos con el Dr. Balaguer y la aprobación de Jacobo, que el nuevo presidente de la JCE lo sería el Dr. Froilán Tavares. Se procedió a convocar al 

Senado, del que era presidente Jacobo, para ese mismo día a las 3:00 pm, hecho esto, me tocaba ir a la JCE a informar a Rondón lo que se había decido. 

Salía de allí cuando veo llegar a un contingente militar dirigido por el Coronel Jiménez, a quien conocía por asuntos de familia. Mi sorpresa fue ver que ellos acompañaban al Dr. Naranjo. Inquieto, pregunté de qué se trataba y me informaron que por orden superior el Dr. Naranjo asumiría la presidencia de la JCE de nuevo.

Más tarde conocimos que eso era fruto de un acuerdo Jorge Blanco/Balaguer. Eso motivó que la convocatoria del Senado quedara sin efecto. 

Al otro día, sin ninguna reparación ni explicación, sin definir el tema de los llamados votos observados, Balaguer es declarado ganador. Posterior a esto fue el acto de los visitantes militares a Jacobo que ya narré en el artículo pasado. 

La situación era para pensar con frialdad, eran días de mucho nerviosismo, el estrés a veces que mata, porque algunos de nosotros debimos morir, cosa que no sucedió. 

Por mi parte, la doña y yo nos fuimos ese siguiente fin de semana a la playa de Puerto Plata. Estaba algo más que cansado y lo hicimos sin las niñas para tener mejor descanso, solo que, al otro día, al intentar levantarme no pude. La doña tuvo que ayudarme, la espalda no me respondía, ni las piernas tampoco-

Decidimos regresar a Santo Domingo, y ella tuvo que manejar en la carretera por primera vez, lo que le agregaba algo más a los nervios que ambos teníamos.

Afortunadamente, no pasó de ser el cansancio reflejado en los músculos.

Posteriormente a esto, no recuerdo por cual vía, Balaguer nos invitó a dialogar a Andrés y a mí. Lo visitamos una noche en su casa, unos tres o cuatro días antes de su juramentación. Nos propuso un acuerdo y lo aceptamos.

A la siguiente noche, Andrés y yo regresamos, previa cita a la casa del Dr. Balaguer, esta vez nos indicaron que entráramos por la puerta de la parte de atrás y eso hicimos. 

Allí se plantearon las posiciones que eran de nuestro interés. El Dr. Balaguer dijo textualmente: “no puedo darles la secretaría de Deportes, porque ya hice un compromiso con la madre de Panchito de la Mota’’. Andrés respondió: -cualquier otra secretaría, que no fuese la de Trabajo. 

Balaguer, dos días después nombró a Andrés como secretario de Estado de Deportes, Panchito nunca lo fue.

Rafael Céspedes Morillo
Rafael Céspedes Morillo
Rafael Céspedes

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