Por Rafael Céspedes Morillo
Peña Gómez y Jacobo, después de la gran división, se reunieron varias veces.
La reunión más conocida y difundida fue por intermediación de Freddy Beras Goico. Dicha reunión no trajo nada nuevo, pues las relaciones no fueron restablecidas como era el interés. Quizás, por el contrario, eso ahondó más el problema entre las partes, que —es bueno destacar— no se limitaba a los dos protagonistas. En sus alrededores había quienes trataban de que se produjera un acuerdo, pero también los había quienes no lo querían.
En un momento dado, varios grupos de dirigentes del Partido Revolucionario Independiente (PRI) y otros independientes intentaron producir el acercamiento, todos fallidos. No sabían dónde estaba el tranque.
Personas del más íntimo círculo de Jacobo no aceptaban que eso se produjera; ellos y ellas entendían que Peña Gómez era un traidor y que no merecía regresar al círculo del que él mismo se había apartado, según comentaban algunos.
Era complicado y difícil vencer esa oposición, que se aposentaba en los más íntimos espacios familiares. Ni siquiera hubo una actitud de comprensión luego del conocimiento de que el Dr. Peña Gómez sufría de una enfermedad grave.
En una oportunidad, un gran amigo me llamó y me pidió que lo visitara en su oficina, que entonces estaba en la calle Caña de Azúcar, en El Millón. Llegué, y me encontré con que otra persona lo acompañaba, a quien conocía de nombre, pero no en persona. Esas dos personas me hicieron un análisis de por qué el Dr. Peña Gómez y el Lic. Majluta debían unirse. Era, decían ellos, la única manera de salir de Balaguer. Sabemos de los múltiples intentos de muchas personas por lograr eso, y todos fracasaron. Me refiero a Ramón Pérez y a Joaquín Sánchez.
“El Dr. Peña Gómez está de acuerdo en que se produzca esa reunión, limar asperezas y sellar un acuerdo de alianza política para vencer al Dr. Balaguer. Queremos que tú hagas eso con Jacobo. Estamos convencidos de que eres el único que puede lograr convencerlo de que acepte esa reunión.”
Mi respuesta fue clara y precisa: “Estoy de acuerdo con el principio de que Peña y Jacobo unidos no son vencibles por nadie. Pero, al mismo tiempo, les digo: la tarea que me piden no es fácil, aunque les prometo que haré lo posible. Claro, necesito varias semanas, no sé cuántas, para buscar el momento oportuno para abordar a Jacobo”.
Acordamos que así sería y que nos mantendríamos en contacto.
A la semana siguiente, comencé con comentarios que procuraban “ablandar” a Jacobo, con análisis sobre la situación del país, las condiciones del escenario, y lo que significaría en ese momento el anuncio de un acuerdo patriótico entre ellos dos. Comenté sobre la desgraciada enfermedad de Peña, y no obtuve respuesta. Continué con la labor, hasta que logré que un día me dijera:
—¿Y cómo tú crees que se puede hacer?
Tres o cuatro semanas después, ya tenía la autorización para comenzar a negociar cómo sería la primera reunión, las condiciones que teníamos, y así me trasladé a la oficina de mi amigo —previa cita—, donde le informé que Jacobo aceptaba reunirse bajo un estricto protocolo como el siguiente:
Primero: Peña debía designar un representante para que discutiera conmigo el cómo, cuándo y dónde.
Al otro día me llamaron para informarme que el Dr. Peña Gómez había designado al señor José Antonio Najri como su representante. Ese mismo día en la tarde nos reunimos Najri y yo, y discutimos cómo sería.
Entre otras cosas, acordamos que la casa de Najri y la mía serían los lugares posibles. Sortearíamos cuál primero: si era la de él, entonces Peña Gómez hacía de anfitrión y, por ende, llegaría primero; si era la mía, Jacobo sería el anfitrión y llegaría primero.
Tenía que ser ciento por ciento secreto, aun para los dirigentes de ambos partidos. No podían ir más de cuatro personas con cada uno. Establecimos el tiempo que Najri y yo participaríamos, cuándo saldríamos, y que para volver a entrar donde estuvieran ellos hablando, debíamos ser los dos.
Unos días después de esa reunión, se estableció el día del encuentro, que recuerdo fue un martes, a las 7:30 p. m. En el sorteo, salió que la primera sería en la casa de Najri. Así se hizo.
En el próximo veremos los detalles de cómo fue y qué pasó para que la segunda fuera abortada.