Por Lito Santana
Por cualquier autopista o carretera "que te tire" en nuestro país te encontrarás con una constante. Si es de noche, las llamaradas de neumáticos incendiamos. Y si es de día, las huellas de esas gomas que, tal cual estampa, perforan nuestras vías.
Estos vestigios son el resultado de las protestas populares ante la tanda interminable de apagones que se extiende por cuatro, cinco y hasta diez horas en toda la geografía nacional.
El descontento va desde lugares de baja tradición de luchas populares como Oviedo, en la provincia de Pedernales, hasta comunidades como Cenoví en la cercanía de San Francisco de Macorís, identificada como una de las zonas más incendiarias, en reclamos por sus derechos.
El Gobierno del presidente Abinader al parecer no se percató de la posibilidad de este problema y es evidente que está atrapado entre plantas que salen de servicios o mantenimientos en los peores momentos.
Su incorporación de nuevas plantas energéticas en el lustro que llevan en el Palacio Nacional, no son notables, pero el crecimiento de la demanda en el servicio va en ascenso permanente, unas veces por el calor propio de la época y otras por el crecimiento normal de la instalación de nuevos equipos en la cotidianidad de los hogares y el crecimiento vegetativo de la economía.
Es evidente que sus expertos y administradores se enfocan más en aumentar los cobros facturados, que en la debida planificación de cara al futuro.
Mientras tanto, y aunque faltan dos años y pico para las próximas elecciones, no se ven soluciones a esta crisis energética.
Pareciera que el esfuerzo principal se hace para que "los días pasen rápidos" y traigan los "meses fríos", los terminados "en bre", septiembre, octubre, noviembre y diciembre, lo que por lógica amortigua la demanda del servicio.
Mientras tanto, las huellas de las gomas quemadas en calles, avenidas, carreteras y autopistas, son los rostros del descontento popular.