Por Osvaldo Santana
La aproximación de diciembre con sus fiestas y goces se convierte en una oportunidad del gobierno para salir alegremente del hoyo en que había caído en los últimos meses, con malas pasadas, fallos en servicios esenciales, como transporte, electricidad, escándalos de corrupción e involucramiento de partidarios en narcotráfico.
El período festivo igual es oportuno para mostrar a la oposición que el correr tras las fallas de la Administración y colocarlas como el eje central de su accionar crítico no garantiza un posicionamiento de larga data, en un pueblo como el dominicano, de corta memoria histórica.
Lo coyuntural es por definición de limitada duración y cualquier factor puede modificar el panorama, en una u otra dirección. De ahí que correr sistemáticamente tras los errores, fallas o escándalos que se suscitan en el gobierno, puede servir para disminuir su estima pública, para acelerar su desgaste, pero no garantiza una mejora proporcional y duradera.
Se trata, pues de un momento, un tránsito que fácilmente puede ser superado, y la crítica pierde eficacia y deviene como una cuestión pasajera que no perdurará en el tiempo y en la memoria social o popular.
Resulta cada vez más perentorio que la oposición comprenda que debe construir una alternativa al gobierno, a largo plazo, una propuesta creíble para el futuro, de modo que se constituya en una narrativa permanente, que en un determinado período se conforme como una opción diferenciadora frente a quienes gobiernan.
Una propuesta consistente y creíble, que pueda convertirse en una esperanza, que ilusione a los ciudadanos, acerca de cómo debe ser la República de mañana, mediante el ejercicio creativo del poder desde una perspectiva comprometida con las aspiraciones de la gente.
¿Acaso es suficiente convencer a la ciudadanía con el discurso de que lo haríamos mejor, solo en base a una determinada personalidad como timonel que representa el futuro de la Nación?
Mientras no haya un discurso estimulante generador de expectativas de lo que sería un avance hacia el progreso, quienes gobiernan pueden en el día a día, según un plan, o coyunturalmente, corregir el rumbo, haciendo cosas, o tomando decisiones para aplacar los desencantos, y reafirmarse en su propósito de continuar en el poder.
En este momento concreto, fin de año, el gobierno de Luis Abinader, después del paso de la tormenta Melissa, puede maniobrar y subsanar angustias sociales. Y acallar voces.
Puede, tras los desastres en los servicios esenciales desde septiembre, los escándalos por corrupción y narcotráfico, aprovechar al máximo el período de fin de año para mejorar su posicionamiento y cambiar la percepción frente a la ciudadanía, y todo lo que generó ese momento gris, quedará atrás.
Y especialmente, ahora, con la llegada de la Navidad, los mismos recursos dispuestos por la declaratoria de emergencia por Melissa, entrarían en el entramado para la recuperación de la imagen del “gobierno hacedor”.
La coyuntura le permite, y ya lo hace, lanzar campañas como “Navidad 360”, en la cual se monta para entregar, ya lo anunció, 15 millones de raciones de alimentos cocinados, más 1.5 millones de raciones crudas. También distribuirá zinc y madera a 5 mil propietarios de viviendas carenciadas y enseres del hogar a 2,500 familias, institucionalmente, a través de la Dirección de Asistencia Social y Alimentación Comunitaria (Dasac).
Además, a través del programa Supérate se entregarán bonos digitales de RD$1,500 a un millón 400 mil familias. También entregará bonos en tarjetas físicas por igual monto, para otro 1 millón 200 mil personas, desde el 4 de diciembre. Durante cinco semanas, habrá almuerzos y cenas navideñas, Villa Navidad, entrega de bonos y juguetes, conciertos, ferias de productores.
En Navidad, el gobierno hará esos y otros donativos, realizará cenas y almuerzos de ocasión, bonos, dinero y tarjetas navideñas con recursos del Estadio, y además, entregará entre cientos de MiPymes RD$150 millones para aquellos que pudieron recibir daños tras el paso de Melissa.
Es fin de año. Mañana se pide una “tregua navideña” para la política, vienen las fiestas, y el “apaga y vamos” hasta año nuevo, cuando se renuevan las esperanzas de un mañana mejor.
Para un pueblo como el dominicano, será un recomenzar… Igual corresponderá a la oposición, recomenzar, si no se empeña a fondo en construir propuestas de futuro creíbles, que puedan contribuir a movilizar a la sociedad para avanzar en la dirección deseada, en atención de sus paradigmas de gobernanza.





