Por Alfonso Tejeda
Sin pretender un trabalenguas, aptitud para la que Raymond Pozo tiene todas las millas, y percibido de cómo está el ambiente, la dualidad del título intenta graficar en la palabra “enmerdar” los elementos que perfilan el momento, pero también sugerir las posibilidades que hay de arreglar, corregir, rectificar, subsanar, reparar, remediar, enderezar, reformar, enmendar…
En un reciente artículo publicado en El País, principal periódico de España y el más importante en el idioma español, la periodista Soledad Gallegos Díaz escribió sobre el vocablo “Enmerdar”, palabra que fue seleccionada como la del año 2024, práctica a la que se disponen algunas academias y diccionarios, y que el Macquarie de Australia estima la más apropiada para este que casi termina.
Original en inglés “enshittification”, limitada a las redes sociales y creada por un periodista canadiense, a decir del Macquarie, es “el deterioro gradual de un servicio o producto producido por una reducción en la calidad del servicio prestado, especialmente de una plataforma en línea, y como consecuencia de la búsqueda de beneficios”.
Soledad Gallegos señala que “se ha enmerdado el debate político, la defensa de los derechos humanos, con la idea de que los inmigrantes pueden ser desposeídos de ellos en determinadas circunstancias”, entre otras actividades.
Aquí, en República Dominicana, podríamos decir, siguiendo la línea de la veterana periodista, se ha enmerdado el tratamiento a los haitianos y la eficiencia y eficacia de algunos servicios públicos.
El tratamiento a los haitianos solo aquí alcanza esos niveles de falta de humanidad, tal como lo ocurrido en Azua el pasado domingo, cuando a un grupo de nacionales del vecino país, quienes sufrieron intoxicación, y militares pujaban por subirlos en “la camiona”, impidiendo la urgente atención que requerían.
Es en ese contexto que recuerdo una canción de Rita Lee, una artista brasileña que también dedicó su atención al tema, y entre sus canciones está “Tudo Vira Bosta” (Todo se convierte en mierda), que recoge elementos del diario vivir y sus efectos sobre cada uno en la política, abogando por la búsqueda de un trato más igualitario, más humano, en el que se respete la dignidad de la persona, independiente de la riqueza, el estatus o las creencias.
En el ambiente se nota un “enmerdamiento” generalizado: funcionarios que descuidan su responsabilidad y se aprovechan de sus cargos para proyectos personales, empresarios que sólo quieren lucrarse sin importar vías de cómo lograrlo, una ciudadanía displicente en sus demandas de derechos e irresponsables con sus deberes, y así la lista puede alargarse.
Un refrán advierte que “quien juega con mierda se embarra”, pero en este aquí y ahora, el presidente Luis Abinader es quien debe ser el más cuidadoso para evitar la sentencia del refrán, y aunque crece la percepción de que nos enmerdamos cada vez más, tiene él la responsabilidad de enmendar la situación.