Por Federico Pinales
La humanidad tiene un fuerte dolor de cabeza, provocado por la profunda brecha que separa a la riqueza de la pobreza.
Dos socios que no pueden sentarse juntos en la misma mesa, porque la riqueza, aunque se alimenta de la pobreza, cuando se ve cerca de ella se estresa, se irrita, la menosprecia, la maltrata y la desprecia.
En esencia, es un problema de falta de conciencia, de aquellos que no tienen cordura ni paciencia, para mirar con clemencia, a quienes carecen de solvencia.
Una insolvencia que la provoca y la profundiza, el despiadado capitalista salvaje que, sin piedad, a los pobres esclaviza.
Pagándoles bajos salarios, trabajando sin beneficios ni horarios.
Sin las más mínimas condiciones de vida, ni siquiera para ropa, medicina y comida.
Es injusto y criminal, que un obrero no pueda comprar lo que él mismo ayuda a producir, y cuyos hijos tienen que defender a sus verdugos, a punta de bayonetas y fusil.
El colmo del cinismo y la crueldad, de ese capitalismo salvaje, es que se nutre de la mano de obra barata de los pobres para multiplicar sus riquezas.
Manipulan propagandísticamente a los pobres para que vayan voluntariamente a las guerras estúpidas, a exponer sus vidas, y a eliminar las de otros, para defenderles sus intereses y para expropiar las riquezas ajenas.
Tanto los soldados sobrevivientes de esas contiendas bélicas, como los padres de estos que fueron obreros en las fábricas, son desechados como bagazos, mientras los capitalistas que promovieron y patrocinaron dichas guerras se reparten el botín.
Lo más grave y peor de todo es que obligan a los hijos de los mismos pobres, a pelearse entre sí, y a reprimir a sus iguales, para garantizar y proteger las riquezas mal habidas de sus opresores.
Eso sucede en todo el mundo y tenemos como ejemplo palpable a República Dominicana y Haití, donde los ricos se hacen cada vez más ricos, en base a la extrema pobreza de sus pueblos, mientras ellos se deleitan incentivando y patrocinando los enfrentamientos sangrientos, entre las víctimas de su despiadado salvajismo, para luego lavarse las manos como Pilato, atribuyéndoles todas las culpas a las bandas criminales, creadas y patrocinadas por ellos mismos, en forma de pantallas encubridoras de sus maniobras maquiavélicas.
No es malo tener dinero ni ser capitalista.
Lo pecaminoso es ser un desalmado explotador y esclavista.
Usted puede ser dueño de los medios de producción y crear fortunas justas y legales,
sin necesidad de poner a su servidumbre a vivir en condiciones infernales, Peores que los animales.
