Por Santo Salvador Cuevas
El 1 de enero de 1979, los Estados Unidos de América en un ejercicio de soberanía, abrió relaciones diplomáticas con la República Popular China, superando así toda una época de tensión global que generaron tanto las guerras de Corea y Vietnam, en las cuales ambos países daban apoyo a los bandos enfrentados en Asia.
Sin embargo, al momento de República Dominicana hizo uso del derecho soberano de abrir en el 2016 relaciones diplomáticas con la República Popular China, eso generó una reacción de protesta y condena de los Estados Unidos de América contra el gobierno dominicano, a la sazón encabezado por Medina Sánchez, a quien se le desafió y hasta se le "desautorizó" tal si Santo Domingo fuera una colonia imperialista o el "patio trasero" de los gringos.
Como no cedió el gobierno nacional de entonces, el Secretario de Estado Mike Pompeo, no solo desafió al presidente Medina, sino que se fue más lejos y se puso al frente del apoyo y los planes para impedir la continuidad del PLD en el poder.
Pompeo presionó y hasta impuso la no reelección de Danilo Medina, en un hecho injerencista y violatorio al derecho internacional.
El Departamento de Estado de Estados Unidos, al frente del cual estaba el señor Mike Pompeo, no solo dio apoyo abierto al candidato opositor Luis Abinader, sino que dio "luz verde" para impedir “a cualquier precio" la victoria del PLD.
El primer apoyo de envergadura se expresó con un fraude igual al que recientemente se aplicó en Venezuela, inhabilitado y haciendo infuncional el sistema informático de la Junta Central Electoral (JCE) en las elecciones municipales del 2020, le quitaron de las manos esa victoria al PLD, en donde fue notario también el apoyo de Leonel Fernández al plan de Mike Pompeo de atajar al PLD.
El error de Abinader no radicó en aceptar el apoyo "incondicional" de Mike Pompeo; su error principal fue no entender que estaba siendo objeto de una encerrona para los eventos futuros, una vez al frente del Estado Dominicano.
La experiencia de los pueblos de este continente, al observar el comportamiento histórico de los gobernantes norteamericanos, deja la impresión de que la aparición de personajes como Miguel Gutiérrez, Miki López y Yamil Abreu, todos cercanos al PRM y extraditados y procesados en los tribunales de EE.UU, son medios que podrían ser usados por los políticos del norte para chantajear y obligar al gobierno dominicano a lograr apoyo bajo "presión política"
Ante todo esto, los gobernantes en este hemisferio deben aprender siempre de la experiencia de Honduras (no porque guarde alguna similitud con este gobierno), sino, por lo leal que fue el presidente Orlando Fernández a los Estados Unidos, y el trato humillante que recibió cuando dejó de ser útil al interés del imperio.
El apoyo que recibió el PRM y su candidato de los Estados Unidos para llegar al poder, fue decisivo, y eso es equivalente a "una trampa" que lo inhabilita para actuar con independencia ante cualquier presión que se ejerza contra la diplomacia de este país.
Es por ello por lo que el presidente dominicano hace suyo todo lo que digan en el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América.
Los gringos le han abierto la guerra a Rusia en un conflicto con Ucrania, allá está el gobierno dominicano incentivando a los ucranianos.
Estados Unidos se ha metido hasta el tuétano en los asuntos internos de Venezuela, pues allá está el gobierno dominicano en conflicto con Nicolás Maduro, a tal punto que se prestó al secuestro de un avión de matrícula venezolana en un centro de mantenimiento.
Así mismo, y esto es lo peor, la política migratoria de la República Dominicana la decide el Departamento de Estado. La visita reciente a la República Dominicana del Secretario de Estado de Estados Unidos señor Antony Blinken, es la mejor expresión del tutelaje y el entreguismo que afecta a nuestro país.
No estamos en contra del buen trato a los migrantes, igual trato tal esperamos reciban los dominicanos en Nueva York, en Venezuela, en España, Londres, Suiza, islas caribeñas…
Pero el peligro que se nos viene encima a los está por encima del buen trato y las relaciones bilaterales que deben ser armoniosas entre República Dominicana y Haití.
Lo inaceptable es la pérdida de nuestra soberanía nacional, lo inaceptable es el plan de la llamada comunidad internacional que va dirigido a la unificación de la isla y el presidente Abinader sabe muy bien de qué estamos hablando.
Las fuerzas vivas de nuestro país deben unificarse y salirle al paso al plan que ya está en marcha.
Caminamos hacia un conflicto internacional en la frontera dominicana, y los gringos van a intervenir a favor de lo quienes apoyan la anulación de nuestra bandera y dominicanidad.
Despertemos. Aún estamos a tiempo.