jueves, marzo 28, 2024

El peligro de una candidatura enjaulada

Por Osvaldo Santana

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) corrió durante las elecciones de 2020 con un candidato que no estaba preparado para la contienda. Su principal dificultad era discursear. Y eso provocó que limitara su exposición al público y ante los periodistas. Lo primero pudo resolverse mediante exposiciones previamente elaboradas o escritas. 

Ahora corre un riesgo parecido con el nuevo candidato, que puede exponer, pero empieza a dar notaciones de precariedad discursiva. Sin embargo, esa no es su principal dificultad. Radica en el entronque de su liderazgo, que es al mismo tiempo, la cuestión del PLD.

En efecto, Abel Martínez Durán está actuando como si estuviera enjaulado o si hubiese caído en una trampa que lo condujo a ese encerramiento. 

El principal reto de Martínez Durán es crecer. El alcalde de Santiago se expuso al país durante su paso por la Cámara de Diputados, pero el retorno a su ciudad de origen implicó una limitación territorial, y con la misma, una concentración de su visión en el municipio. Ahora realiza una nueva marcha, pero para resultar exitoso tiene que trascender.

En el PLD

Si bien Martínez Durán ganó las primarias o consulta en el PLD, su triunfo resultó sorprendente. Venció todos los vaticinios que sugerían la victoria de Margarita Cedeño, considerada como protegida del presidente del partido y expresidente de la República Danilo Medina.

¿Qué pasó ahí? Esa es una historia por desentrañar, pero lo que está claro es que el primer paso del candidato es convertirse en el verdadero líder del PLD. Bajo la sombrilla de su presidente difícilmente logre ese propósito. 

Medina, aunque no puede presentarse como opción poder en la Nación, se empeña en controlar el PLD y mantenerlo como plataforma de posicionamiento. Con una agenda propia. 

Es precisamente Medina quien presenta a Abel al partido. En el acto de juramentación de nuevos miembros en San Juan de la Maguana lo hizo de la siguiente forma: 

“Por primera vez que vuelvo aquí (San Juan) después de salir de la Presidencia de la República, agradezco a mi provincia todo el respaldo que recibí en la campaña del 2012, en la del 2016 y en mi periodo de gobierno, y quiero pedirles una sola cosa: que, así como trabajaron para que yo fuera presidente de la República trabajen para que Abel Martínez sea el próximo presidente de la República Dominicana”. 

Caminar de su mano tiene implicaciones. Cualquier intento por revertir esa realidad encontrará resistencia en quien mantiene la jefatura interna. Un aspirante presidencial que no corona el liderazgo en la fuerza que lo sustenta, le será imposible alcanzar la más amplia aprobación nacional.

Crecer

Uno de los propósitos urgentes del candidato del PLD debe ser crecer. Trascender a Santiago, trascender al PLD y trascender al plano nacional. Para eso debe construir un liderazgo de amplio espectro y un discurso asertivo propio.

Para Martínez Durán, no es solo la cuestión del partido. Va más allá. Ir de la mano con el expresidente de la República envía un mensaje a los electores. Arrastra la última versión de la imagen grabada en el imaginario de los dominicanos sobre el desempeño de la administración peledeísta de los últimos años.

Un candidato nuevo como se percibió al momento de su elección debe convertirse en una negación del viejo PLD y de sus prácticas en el ejercicio del poder. Pero requiere marcar distancia con la vieja guardia y con el tan escandaloso pasado reciente. Es decir, los vergonzosos actos de corrupción todavía en proceso judicial. 

Un candidato reactivo

Hasta ahora, hemos visto un candidato reactivo, que no presenta propuestas, que no crea una narrativa acerca de lo que es y lo que aspira para la Nación. Varios momentos permiten confirmar esta apreciación.

Durante un acto de juramentación en Higüey, Martínez fundamentó su exposición en un acuerdo entre las juntas de vecinos del Distrito Nacional y el ministerio de Interior y Policía para tratar de reducir la generación de ruidos, una gestión ciudadana que no debería ofender a nadie, aunque podría considerarse constructiva. El enfoque crítico de la misma terminó en una aprobación del ruido como forma de vida. Su sátira resultó desconcertante. El caso no ameritaba tanto.

Pero lo más inquietante resultó su enfoque acerca de la reacción del gobierno dominicano frente a las críticas del Comisionado de Derechos Humanos de la ONU y la embajada de los Estados Unidos a la política migratoria.

En medio de un concierto nacional de respaldo a la política migratoria, Martínez se despachó en el acto de San Juan con la proclama siguiente:

“En un hecho de torpeza sin precedentes en la historia, en vez de usar los canales diplomáticos para mantener buenas relaciones con nuestros países aliados como es el caso de Estados Unidos, país que es nuestro principal socio económico, el Presidente lo que hace es que se destapa dando un boche a un gobierno y a un país que le ha abierto las puertas a los dominicanos, con el cual siempre hemos tenido relaciones diplomáticas armoniosas, atentando contra los intereses sagrados de los dominicanos, arriesgando la confianza en las inversiones, porque desconoce que siempre se puede aplicar la ley, trabajar acorde con la Constitución pero sin allantes; con la capacidad, con la visión del que ama a la República Dominicana”, 

El momento político indicaba que las fuerzas vivas de la Nación no tenían más alternativa que apoyar la actitud del gobierno y el presidente Luis Abinader frente a una inexplicable posición de Estados Unidos de cuestionar las deportaciones de ilegales. En esa dirección, la inmensa mayoría del liderazgo político, económico y social cerró filas con el presidente, hasta el líder opositor Leonel Fernández.

Martínez, por el contrario, acusó al gobierno de dar un “boche” a Estados Unidos y poner en riesgo las relaciones con “un país que le ha abierto las puertas a los dominicanos, con el cual siempre hemos tenido relaciones diplomáticas armoniosas, atentando contra los intereses sagrados de los dominicanos, arriesgando la confianza en las inversiones…”

Tal enfoque dista bastante del nacionalismo del alcalde de Santiago frente a la presencia haitiana. 

Podría pensarse que Martínez Durán pretendió presentarse como “gracioso” frente a los norteamericanos, pero en una competencia con Abinader, que ha alineado totalmente a su política exterior a EE. UU, incluso, en desmedro de terceros países, como China, devino en una pobre perspectiva acerca de la nación dominicana y sus relaciones con el mundo exterior.

En fin, que el candidato del PLD no sólo debe salir de la jaula en que está metido, sino sustanciar a fondo sus propuestas a los dominicanos. Todavía está a tiempo.

Osvaldo Santana
Osvaldo Santana
Osvaldo Santana es periodista.

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