Por Osvaldo Santana
En el período que inaugura el16 de agosto el presidente Luis Abinader no habrá excusas para materializar los cambios prometidos, toda vez que tiene todos los instrumentos para hacerlo, especialmente, el control de las cámaras legislativas donde disfruta de una mayoría absoluta y obediente, y en el plano local, el control de la inmensa mayoría de los municipios.
El poder se ejercerá sin contrapeso, en un momento en que el presidente y su partido gozan de una gran aprobación popular, tanto que cualquier cosa solo con ser anunciada, ya tiene el respaldo de todos.
El país vive el tiempo de Abinader.
Una expresión muy concreta la constituye la decisión del Ejecutivo de efectuar la ceremonia de su juramentación fuera del recinto del Congreso Nacional. Sugerido a las cámaras: ¡hecho! Y, asimismo, aplaudido por todos.
El desempeño económico
Además de la amplia aprobación popular para hacer cualquier cosa y ser aplaudido, Abinader jura en un momento especial que él mismo contribuyó a labrar: la economía nacional muestra una estabilidad macroeconómica que todos reconocen, incluso, organismos internacionales.
La amenaza de un descontrol de la economía por alzas de los precios, que en los últimos días se han manifestado en algunos artículos, no parece significante, toda vez que según los informes del Banco Central, el desempeño hasta junio presenta un crecimiento sobre 5%. El FMI vaticinó que este año la economía cerrará con esa tendencia: crecimiento de un 5%.
Los actores sociales
Los actores sociales, como las centrales sindicales y los grupos populares, están bajo la “anestesia Abinader”, igual, respaldan sus políticas. Lo mismo pasa con las voces que en el pasado asumieron roles críticos frente a políticas públicas, como personas y entidades de la sociedad civil, concuerdan con el discurso oficial.
Inseguridad ciudadana
El único elemento inquietante que podría provocar disonancia en el ambiente es la seguridad ciudadana. Sin embargo, las autoridades hablan de cifras que sugieren una disminución de las muertes violentas y la inseguridad.
El ministro de Interior y Policía, Jesús -Chu- Vásquez, dijo que durante su gestión se ha reducido la tasa de homicidios de 13.16% en el 2022 a 11.48% en el 2023; y a 9.87% homicidios por cada 100 mil habitantes hasta el mes de junio de este año. Según el portal de la Policía Nacional, la tasa de homicidios durante el año pasado fue de 11.5%.
Sin embargo, en lo que va de año, la violencia en cualquiera de sus manifestaciones persiste. Según una publicación de Diario Libre del 8 de julio, durante los primeros seis meses de 2024, al menos 198 personas perdieron la vida de manera violenta.
“De las 198 vidas truncadas, 92 fueron resultado de homicidios… en riñas, … asaltos y enfrentamientos entre bandas delictivas. Estas cifras”, dice ese diario, “no solo reflejan conflictos personales y delictivos, sino también la actividad de grupos organizados que operan al margen de la ley”. Entre esas víctimas hay 62 que murieron en intercambios de disparos con la Policía.
Además, la violencia ha adquirido matices llamativos en lo va de año: tres sucursales bancarias han sido asaltadas en los últimos siete meses.
Un dato relevante sobre las víctimas de la violencia es que la información ha sido concentrada en la Policía Nacional, y ya instituciones como la Procuraduría General de la República no divulgan sus registros. Más aún, en los boletines no se hace el comparativo detallado con relación al año anterior.
El presidente Abinader se ha mostrado muy comprometido con fortalecer y mantener la seguridad ciudadana, y, de hecho, tiene en carpeta un macroproyecto de seguridad. El plan incluye la reforma de la Policía Nacional, iniciativa con la que trabaja, con algunos avances.
De todas formas, si nos atenemos a las estadísticas oficiales, la violencia ha disminuido, y fácilmente puede ensancharse la “burbuja de felicidad” en que viven los dominicanos, que no hace mucho, según una encuesta global, se declararon los habitantes más felices del mundo.
La transparencia en la Administración
Un más importante es la transparencia en la Administración y la lucha contra la corrupción sin tapadera, de modo que no solo caigan los contrarios del gobierno pasado, como ocurrió recientemente, sino también los propios compañeros de partido que han cometido ilícitos contra las arcas del Estado y no han sido perseguidos ni juzgados. Solo la estafa en la Lotería Nacional fue judicializada. Ha bastado con la suspensión o destitución de los cargos.
El equipo del segundo período
Ya pronto, Abinader estará decidiendo con cuáles individuos hará el equipo de gobierno. Tiene la posibilidad formal, sin ofender a ningún compañero o amigo a bordo, para decidir quiénes se quedan o quiénes saldrán del equipo… O quienes entran.
Igual, es el momento también para incorporar a algunos de los aliados que ayudaron a su reelección, en particular aquellos que no pudieron lograr una curul en el Congreso Nacional.
La oposición
El momento de Abinader se extiende al campo de sus opositores, que quedaron en minoría extrema en el Congreso y en los municipios. No tienen más que la calle y el discurso para ejercer sus derechos políticos.
La oposición trata de recomponerse, lo que sugiere que no es una amenaza. Una parte con mayor fuerza relativa frente a sus otros compañeros de litoral, y la otra, parte bastante disminuida y con algunos conflictos internos.
Ni siquiera coaligada, la oposición representa amenaza para el nuevo gobierno que ejercerá a sus anchas el poder en todos los escenarios de la vida pública.
¿Y las reformas económicas?
Quizás los riesgos más importantes del nuevo cuatrienio provengan de sus propuestas de reformas económicas, del sistema eléctrico y la seguridad social, del código laboral y el estancado código penal.
Si bien podrá hacerlo todo a su manera con el control del Congreso, para lo cual no necesita el concurso de los opositores, tendrá que convencer a la ciudadanía votante, en mayoría proclive a Abinader, según los resultados electorales.
Sin embargo, no deja de ser una gran tarea de las autoridades del PRM, lograr los cambios prometidos.
El riesgo de nuevas frustraciones sociales acecha, toda vez que en el seno de la sociedad hay grandes expectativas de mejorías económicas y sociales, que se afirman en la proclamada “profundización del cambio”.
Las aspiraciones en el PRM
La otra amenaza latente proviene también de sus propias entrañas. Un desmadre de las aspiraciones por la sucesión en el PRM. Que temprano se desate una carrera por la candidatura presidencial, pese a todas las advertencias y llamados.
Quizás, también en ese caso, es probable que se imponga la autoridad del presidente Abinader, que, con el correr de los días, se acercará al fin de su mandato, y en tal circunstancia, nadie sabe si mantendrá la misma capacidad de control que hasta ahora ha demostrado entre los perremeístas.
En pocas palabras, a la vista, las dos más importantes amenazas pueden provenir del accionar de la Administración y de los propios perremeístas. El resto, el país todo, es un jardín de rosas sobre el cual paseará el presidente Abinader en el nuevo período. Visto ahora…