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miércoles, enero 15, 2025

El eco de un farol: La amenaza vacía y la gran mentira de un líder 3 de 3

Por Nelson Cuevas Medina

Lo había sostenido en las dos entregas anteriores. "Amagar y no dar" y el hecho de no llegar a una acción real por parte de Edmundo González Urrutia y María Corina Machado los dejaría muy mal parados, y junto a ellos, a los demás actores, internos y externos, que creyeron en ellos.

Estos líderes de la oposición venezolana podrían ser considerados como "faroles", un término que la Real Academia de la Lengua define como: "una expresión utilizada en varios países hispanos que se refiere a personas que presumen cualidades o posesiones que no tienen, son mentirosas y hacen alarde de cosas que no son reales, o que prometen acciones sin cumplirlas".

Independientemente de lo que pueda suceder en el futuro, lo cierto es que quedaron en una posición muy comprometida. De manera repentina, surgió una narrativa mediática sobre un supuesto secuestro de Machado, que muchos consideran poco creíble. Sin embargo, a pesar de las dudas, los principales medios de comunicación de prestigio internacional, casi al unísono se hicieron eco de este hecho noticioso.

De haber sido cierto lo del arresto y posterior liberación, ¿cómo una líder de la "valentía y catadura" de María Corina Machado accedió, según sus propias palabras, a grabar un video a solicitud de sus captores? Este video, que horas después circuló en las redes, contradijo su afirmación de no negociar su libertad bajo ninguna circunstancia. 

¿Fue tanto el miedo a ser encarcelada que prefirió el ridículo y la humillación ante una libertad que hoy no le servirá para nada si continúa en la clandestinidad? Los memes que inundaron las redes reflejan la incredulidad ante su actuación, planteando otras interrogantes sobre la autenticidad de su liderazgo y la presión a la que fue supuestamente sometida.

Fueron ellos, Machado y Edmundo, los protagonistas de una trama que parecía una tensa lucha de poderes. Como "líderes" indispensables, hicieron públicas sus amenazas, proclamando a todo pulmón que las llevarían a cabo con una acción drástica en una fecha que, como el 10 de enero, estaría destinada a cambiar el curso de los acontecimientos en Venezuela: la juramentación de Edmundo González como presidente electo en la sede de la Asamblea Nacional. Ante todo lo vivido ese día en Venezuela, no nos queda de otra que expresar otra frase en situaciones como esta: "vergüenza ajena".

Durante casi cinco meses, desde el 29 de julio, alimentaron la incertidumbre en sus seguidores y otros actores con "discursos valientes" y amenazas que resonaron en los medios de comunicación y redes sociales. En cada intervención, las figuras de Machado y González se mostraron implacables, como si sus voluntades fueran inquebrantables, reforzadas por el apoyo de sectores nacionales e internacionales que los respaldan, a quienes convencieron de la seriedad de su determinación. "Hubo fraude en las elecciones y por tato su desconocimiento a los resultados ofrecidos por el Consejo Nacional Electoral, (CNE)".

Sus constantes comparecencias y presencia en los medios de comunicación parecían una mezcla de audacia y estrategia. Una forma de intimidación que conquistaba adhesiones y despertaba las esperanzas de un cambio radical en la dirección del poder en Venezuela, que llevarían a cabo en la fecha prevista.

Sin embargo, el día señalado llegó, el tan mencionado 10 de enero, y en un giro inesperado, no ocurrió nada. A pesar de la firmeza verbal y las "posturas inquebrantables", los líderes no ejecutaron las amenazas que habían mantenido durante tanto tiempo. Todo pasó en Venezuela con mucha pena para los opositores y mucha alegría para quienes lograron su cometido. La juramentación de Nicolás Maduro se realizó en un ambiente de fiesta y tranquilidad total.

El "gran espectáculo" que se daría en Venezuela, y que había cautivado a tantos actores, tanto internos como externos, se desmoronó ante la mirada atónita de quienes confiaron en sus palabras. Los aliados que habían comprometido su apoyo, tanto dentro como fuera de su país, se habrán quedado desilusionados al darse cuenta de que fueron parte de un juego de poder que nunca se materializó.

¿Qué pasará con algunos países que arriesgaron sus relaciones con el actual gobierno de Venezuela y que tarde o temprano necesitarán de su riqueza? Ante esa posibilidad, el controvertido dirigente chavista Diosdado Cabello, manifestó en su momento otra frase popular: "los agarraremos en la bajadita", en franca alusión a la posición asumida por el presidente Luis Abinader.

Las amenazas no fueron más que un "bluff político", vacías y sin sustancia, que solo buscaban crear una percepción y manipular la opinión pública sin la decisión de llevar a cabo acciones reales.

Este giro, muy lejos de reforzar la imagen de sus protagonistas, se transformó en un ejemplo claro de "estrategia fallida", tanto en lo comunicacional como en las relaciones generadas.

Todos aquellos que creyeron en esa valentía y determinación comprenderán, más tarde que nunca, que fueron utilizados: víctimas de unos "líderes" que nunca tuvieron la intención de cumplir su palabra. Sabían que era difícil romper las barreras del poder chavista por las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB). Los mensajes directos a este cuerpo armado no hicieron más que reforzar su adhesión y lealtad al gobierno de Maduro.

Quedó demostrado. La falta de acción, el "amagar y no dar", el factor farol, no solo reveló la fragilidad de sus amenazas, sino también la incapacidad para manejar las expectativas que ellos mismos habían generado. Sus figuras, antes elevadas como un "símbolo de coraje y valentía", ahora son vistas como actores que "usaron a las personas y países en su buena fe" para construir un escenario mediático que finalmente colapsó.

La "cobardía camuflada de valentía" se hizo evidente en el comportamiento de estos "líderes". El primero solicitó un exilio que luego resultó en una gira de solicitudes de apoyo. La otra pasó de la clandestinidad a aparecer en una manifestación y, ante los resultados no esperados, la invención del secuestro. En lugar de dar un paso decisivo hacia el cambio, estas figuras optaron por permanecer en la esfera de las palabras vacías, evitando así confrontar las consecuencias de sus promesas.

El gran farol que habían construido, impulsado por el apoyo internacional, ha quedado en el aire, desinflado, dejando a muchos de aquellos que esperaban una acción tangible y real con la sensación de haber sido engañados.

Este episodio se convirtió en una lección de liderazgo mal manejado y expectativas no cumplidas: una oportunidad perdida para unos "líderes" que nunca estuvieron dispuestos a ir más allá de las palabras. Sus acciones posteriores los delatan.

Termino estas tres entregas sosteniendo que la paradoja quedó clara: la amenaza que nunca se materializó dejó en evidencia la falta de sustancia tras las figuras que, por un tiempo, lograron ilusionar a muchos.

La fecha pasó y la vida continúa, mientras la imagen de "los líderes" que habían prometido un cambio quedará desvanecida en la historia como un recordatorio de los peligros de confiar en quienes juegan con las emociones y las expectativas ajenas sin intención de llevar nada a cabo.

Lo dijimos, y hoy lo sostenemos, los chavistas estarían cantando en sus actos, si lo conocieran, el merengue que popularizó Johnny Ventura: "¡Amagar y no dar!, ¡amagar y no dar!, un pellizquito y mandarte a huir". Tal cual ha sucedido.

Nelson Cuevas
Nelson Cuevas
Periodista - Dirigente comunitario. Lic. en Educación, Lic. en Derecho, con Maestría en Derecho Civil y Procesal Civil Contemporáneo. Con estudios en Manejo de Areas Silvestrea y Areas Protegidas, en la Universidad Estatal de Colorado, EE.UU.

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