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sábado, marzo 8, 2025
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Dos escenarios distintos en el mismo lugar

Por Rafael Céspedes Morillo

La llovizna era lenta, fina, pero persistente, apenas se notaba, era como si no lloviera, pero lloviendo, invitaba a salir y apararla con las palmas de las manos abierta; su acompañante, la pequeña brisa, era notable en ocasiones, porque todo parecía como de juego, siendo verdad, la segunda invitación que surgía también era con duda, el ambiente era para café, chocolate o te, lo que sí sabíamos es que no era para cerveza. 

Luisito estaba extasiado, porque era así como veía lo que sucedía, pero los peones de la casa sentían otra cosa, en especial Juan Pablo, que tenía unas semanas con una fuerte gripe, unos décimos de fiebre y había pocos lugares en su cuerpo que no le doliera, no tenía con qué cubrirse, salir era exponerse a una situación más peligrosa que la que ya pasaba. Él observaba el panorama desde la enramada que le serbia de cobertura, junto a los otros compañeros, los niños, hijos de Luisito, el dueño  de la casa, correteaban en el patio con la ultima pelota que les habían comprado el día anterior, a veces entraba a la enramada y unos de los trabajadores, así le llamaban, se la devolvía.

El problema era cuando se salía del entorno y había que cruzar la calle en busca de la pelota de los niños, y peor aún, ir donde uno de los vecinos a pedirle que le devolvieran la pelota.

Eran dos ambientes totalmente distintos, aunque en el mismo lugar, de tal modo era la diferencia que si cada uno por su parte y por separado les hubiesen pedido que hicieran una definición del escenario que tenía en frente, las personas que los escucharan coincidirían en que esas dos definiciones no eran del mismo lugar y mucho menos que era en el mismo momento. 

A veces pasa así en escenarios más amplios, como una ciudad, y hasta en un país. En este último caso, puede ocurrir que el dueño de la casa narre cómo se sentía de bien, ver a sus hijos, correr en el jardín, pateando la pelota que el día anterior les compró, cómo la pequeña llovizna les mojaba el pelo, y que afortunadamente les servía para refrescarlos en el trajín del juego. Ni sudaban, más bien estaban frescos, en lo que también era de ayuda para la buena salud de los niños. 

Los árboles que adornaban el jardín les eran cómplices en el juego, los usaban como parte de los obstáculos a vencer, en fin, la conclusión en la definición del escenario era que los niños tenían un lugar hermoso, seguro, cómodo y apropiado para desarrollar sus actividades con la garantía de los servicios y colaboraciones adecuadas. 

Así le parecía a Luisito, y no estaba mintiendo, era así como desde su poltrona se veía, claro, a Luisito no le parecía necesario y mucho menos que fuera importante considerar a aquellos que no se divertían con la pelota, sino que bajo la lluvia tenía que salir a buscarla, aun con la gripe que le aquejaba. Quizás para Luisito, esos trabajadores eran parte necesaria mas no importante para el escenario de su interés. Él no sabía cuán difícil le era a Juan Pablo, moverse a buscar la bendita pelota, mojarse sin tener que ponerse para cubrirse de la lluvia, sabiendo Juan Pablo que eso le podía acarrear una complicación de salud mayor a la que ya tenía. 

Juan Pablo no hubiese dicho la bondad de lo que tenía en frente, sin duda que por el contrario diría, la desgraciada situación que los envolvía a él y a sus compañeros, las malas caras y a veces hasta insultos, que los vecinos les decían y hacían; eso no era visto por los que desde la poltrona observaban las ya señaladas bondades, bellezas y disfrute que se pueden ver desde allí, pero si Luisito tan solo se colocara unos minutos en el banco de madera que usaba Juan Pablo, quizás vería el otro escenario, el de los que no tienen con qué cubrirse, el de los que no tienen pelota, esos que curan sus enfermedades con tizanas y muchas veces solo con el tiempo, porque no tienen para los remedios. Esos que viven mirando al cielo, como si esperaran que les caiga desde allí algo mejor que una llovizna y mejor que una tizana o café.

Rafael Céspedes Morillo
Rafael Céspedes Morillo
Rafael Céspedes

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