Por Octavio Santos
En la tierra donde pedir una “fría” es casi un acto de fe, el mapa cervecero empieza a cambiar de manera inesperada: los dominicanos se están dejando seducir por la cerveza sin alcohol.
Sí, esa misma que hace apenas unos años era vista con recelo —como si fuera un refresco disfrazado de cerveza— hoy ocupa espacio privilegiado en las neveras de supermercados, tiendas especializadas y hasta en algunos colmados de sectores de clase media alta.
Lo curioso es que esta no es una moda local, sino parte de un fenómeno global. La cerveza sin alcohol se ha convertido en el segmento de más rápido crecimiento dentro de la industria cervecera mundial.
Según datos de la firma británica IWSR, en 2024 las ventas globales de cerveza sin alcohol crecieron un 9%, mientras que las cervezas tradicionales cayeron un 1%. El contraste habla por sí solo: mientras las etiquetas con grados de alcohol pierden terreno, las “0,0” se consolidan como la nueva frontera del mercado.
Un cambio que no se explica solo por la moda
El éxito de estas cervezas responde a un cóctel de factores económicos, sociales y culturales. La generación Z y buena parte de los millennials han desarrollado un interés particular en el bienestar físico y en la llamada “sobriedad consciente”. No es que se hayan vuelto abstemios, sino que prefieren beber menos, de forma más selectiva y muchas veces sin alcohol.
En países como España, Alemania o Estados Unidos, los consumidores más jóvenes se identifican con la idea de que pueden estar en el coro, levantar la botella, brindar y sentir que forman parte del ritual sin tener que cargar con el mareo del día siguiente.
A esto se suma la tecnología: las cerveceras han invertido en procesos de desalcoholización más sofisticados que logran conservar el sabor y el cuerpo de la cerveza original. Hoy una Paulaner sin alcohol sabe mucho más cercana a su versión bávara que hace veinte años.
El mapa dominicano del “0.0”
En República Dominicana la oferta ya es sorprendentemente amplia. Supermercados como Nacional y Jumbo, licorerías como La Casa de la Caña y plataformas digitales de compra han construido un portafolio que hace apenas una década habría parecido impensable.
- Clausthaler 0,0: una alemana de larga tradición, en lata de 500 ml, visible en las góndolas de Jumbo.
- Free Damm: importada desde España, en versiones regular y con limón. Se vende en el Nacional y también en plataformas como CompraDirecta.
- Estrella Galicia 0,0: la versión sin alcohol de la lager gallega que ya tiene fans dominicanos de su versión original.
- Corona Cero: la marca mexicana que llegó con gran campaña de mercadeo y se encuentra en Nacional, Jumbo, Almacenes Unidos y hasta en estaciones de servicio de combustibles.
- Paulaner Hefe Weissbier 0,0: la cerveza de trigo alemana, para los que buscan espuma densa y recuerdos de Oktoberfest desde Naco o Piantini.
- Mahou Sin: otra española, en lata de 0.3 L, distribuida por La Casa de la Caña.
- Bavaria 0,0: una marca de gran alcance regional, disponible en botella o lata en el mercado dominicano.
- Brisa: pionera local lanzada en 2011 por Cervecería Nacional Dominicana, considerada la primera cerveza sin alcohol producida en el país. Aunque su presencia actual en góndolas es inexistente, marcó un precedente.
La lista demuestra que ya no se trata de una rareza de importación, sino de un surtido lo bastante variado como para que cualquier consumidor encuentre su estilo.
La chispa criolla del consumo
Lo interesante no es solo la disponibilidad, sino cómo se recibe en el consumo local. El dominicano, acostumbrado al ritual de pedir una Presidente bien fría en vaso congelado, empieza a aceptar que “una sin” también puede entrar en la ronda.
En los colmadones ya se escucha al que pide una Corona Cero porque está manejando, o al que se anota con una Free Damm para seguir en el coro después de varias horas sin arriesgar la sobriedad. Incluso en fiestas privadas se han visto neveras compartidas: de un lado las tradicionales, del otro las 0,0. Y aunque aún hay bromas —el clásico “¿y esa agua con etiqueta?”— lo cierto es que cada vez más personas lo ven como parte natural del menú.
Tendencia global y presión de marcas
El empuje no viene solo del consumidor: las grandes cerveceras han convertido el sin alcohol en un frente estratégico. Heineken reportó que su versión 0.0 creció un 14% en 2024, generando ventas por encima de los 13,000 millones de dólares. AB InBev, el mayor productor del mundo, lanzó versiones 0,0 de Budweiser, Corona y Brahma. La lógica es clara: si las nuevas generaciones consumen menos alcohol, lo inteligente es venderles algo parecido… sin alcohol.
Los mercadólogos además han encontrado un filón: estas cervezas permiten a las marcas expandirse en espacios donde las restricciones legales limitan al alcohol, como competencias deportivas, conciertos familiares o promociones masivas. Una valla publicitaria de Corona Cero no necesita asteriscos de “beba responsablemente”.
América y la ola continental
La República Dominicana no está sola en esta ola. En América, varias cervezas sin alcohol ganan terreno:
- En Estados Unidos, la pionera es Athletic Brewing Co., una cervecería artesanal dedicada exclusivamente a cervezas “cero”.
- En México, la estrella es Corona Cero, con fuerte distribución internacional.
- En Brasil, AB InBev impulsa Brahma 0,0%, pensada para el carnaval y el fútbol sin límite de brindis.
- En Argentina, Quilmes 0,0% se abrió espacio en supermercados y bares.
- En Colombia, Bavaria lanzó Club Colombia 0,0 como alternativa premium.
Es decir, todo el continente se mueve en la misma dirección, lo que garantiza que en República Dominicana la tendencia no es pasajera, sino parte de un cambio más amplio.