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miércoles, marzo 5, 2025

Campaña prematura: ¿Una amenaza para la democracia?

Por Nelson Cuevas Medina

Aunque faltan más de tres años para las elecciones municipales, congresuales y presidenciales de 2028, la campaña electoral ya ha comenzado. Este adelanto no contribuye en nada a la democracia ni al sistema de partidos, ya que fomenta la creación de percepciones artificiales en los votantes.

La anticipación de la contienda electoral acarrea consecuencias que no solo afectan el desempeño del gobierno, sino también al bienestar de la ciudadanía. El pueblo necesita un respiro, no más divisiones ni incertidumbre.

El principal problema de las campañas anticipadas es que, aunque permiten al gobierno aprovechar más tiempo para posicionarse, también generan un ambiente de estrés y desasosiego colectivo. Además, desvían la atención de las instituciones públicas de sus funciones esenciales, ya que deberían centrarse en cumplir con su mandato en lugar de distraerse con la preparación de una contienda política. De este modo, mientras el gobierno se beneficia, el resto de la sociedad se ve afectada negativamente.

Lo que es aún más grave es que muchos aspirantes a la presidencia dentro del partido en el poder ya están utilizando sus posiciones en ministerios y direcciones generales para posicionarse en la contienda electoral. Estos ministros, directores y sus equipos de apoyo aprovechan los recursos públicos para proyectarse ante el electorado, generando lo que podríamos denominar una "campaña invisible", en la que se utilizan recursos del Estado de manera indirecta y discreta para ganar apoyo político.

Este tipo de estrategias, aunque efectivas, distorsionan el propósito de las instituciones y ponen en riesgo la equidad del proceso electoral.

Estos aspirantes cuentan con el respaldo de encuestadoras y medios de comunicación que les sirven para crear una percepción anticipada y sacar de la competencia, también de manera prematura, a los oponentes.

La percepción, esa construcción mental que influye de manera decisiva en las decisiones de los votantes, es una herramienta importante en las campañas actuales, como lo demuestran los resultados de las elecciones más recientes. No obstante, lo que parece ser una estrategia eficaz para consolidar el poder podría, en realidad, terminar siendo contraproducente, ya que la manipulación de la percepción genera desconfianza y alienación entre el electorado.

Ya vemos cómo las encuestas empiezan a posicionar a ciertos candidatos como invencibles, sin tener en cuenta que los resultados podrían no ser los mismos, especialmente dentro de un PRM que cuenta con al menos cinco aspirantes visibles a la presidencia. La prohibición constitucional que impide la candidatura de Luis Abinader agrava aún más este escenario.

¿Hasta qué punto las encuestas y las puntuaciones políticas, asignadas a ciertos partidos y candidatos, están siendo manipuladas para moldear la percepción del electorado, favoreciendo a algunos sobre otros, en lugar de reflejar un apoyo genuino?

Además, se busca generar divisiones dentro de los partidos opositores, otorgando puntuaciones a ciertos "presidenciables", incluso por encima de sus propios líderes y otros candidatos potenciales, o con el objetivo de desfavorecer a otros. Este fenómeno puede resultar especialmente perjudicial, ya que, en lugar de reflejar un apoyo genuino del electorado, estas mediciones pueden estar diseñadas para fortalecer la imagen de ciertos candidatos a costa de otros dentro de un mismo partido.

Al elevar a ciertos aspirantes, incluso antes de que haya un proceso interno de selección, se distorsiona el proceso democrático y se generan fricciones dentro de las estructuras partidarias, lo que podría debilitar la cohesión y las posibilidades de éxito electoral en un proceso de elección interna.

Las firmas encuestadoras, más "creíbles" que durante las últimas elecciones jugaron un papel decisivo al crear la percepción de invencibilidad de ciertos candidatos y del partido de gobierno, podrían enfrentar esta vez una crisis de credibilidad. Aunque su función es reflejar el pulso de la opinión pública, la rápida aparición de encuestas sesgadas o manipuladas para proyectar a algunos candidatos como inalcanzables o imbatibles genera desconfianza en su imparcialidad.

Si estas encuestas dejan de ser instrumentos de análisis y se convierten en herramientas de propaganda, las firmas encuestadoras que las promueven podrían enfrentar repercusiones negativas. Privilegiar a ciertos candidatos por encima de una verdadera evaluación del apoyo popular desvirtúa la democracia y debilitar la confianza del electorado en los procesos electorales.

El riesgo es alto: perder su credibilidad podría hacer que la población vea estos estudios como parte de una estrategia para manipular su voto, afectando no solo a los candidatos beneficiados, sino al proceso electoral en su conjunto.

La oposición enfrenta el desafío de contrarrestar y revertir los efectos de la percepción generada por las encuestas, los medios que las difunden y la campaña anticipada. En la clausura del segundo Congreso de la Fuerza del Pueblo, su líder, Leonel Fernández, se alineó con el inicio del proceso electoral, pidiendo el apoyo irrestricto de los votantes de cara a las elecciones de 2028.

Es fundamental contar con asesores estratégicos capaces de cambiar la narrativa antes de que la campaña tome una dirección definitiva. La lucha por ganar el favor del electorado no solo depende de las propuestas, sino de la forma en que se perciben a los candidatos.

A pesar de que Luis Abinader no podrá presentarse como candidato en 2028 debido a la prohibición constitucional, su discurso de rendición de cuentas el 27 de febrero dejó en claro que el presidente sigue siendo una figura central en la política dominicana. Muchos sectores lo percibieron como un discurso de campaña, y algunos incluso lo interpretaron como una insinuación de su partido hacia la reelección.

Este posicionamiento de Abinader, aunque le impide aspirar nuevamente a la presidencia, beneficia a ciertos candidatos del PRM que buscan asociarse con su legado. Sin embargo, también podría generar fricciones internas dentro de su partido, ya que algunos aspirantes a la presidencia se sentirán perjudicados al no poder aprovechar plenamente el capital político de Abinader.

La presencia de Abinader en la política podría seguir favoreciendo al PRM, pero también corre el riesgo de debilitar a todos los posibles candidatos del partido, al generar tensiones internas y expectativas difíciles de cumplir.

Por todo esto, creemos que es crucial que la Junta Central Electoral (JCE) actúe conforme a las leyes electorales vigentes para evitar que la sociedad se vea atrapada en un ciclo de campaña prematura que, en lugar de fortalecer la democracia, podría resultar en una mayor abstención y una elección de minoría.

Nelson Cuevas
Nelson Cuevas
Periodista - Dirigente comunitario. Lic. en Educación, Lic. en Derecho, con Maestría en Derecho Civil y Procesal Civil Contemporáneo. Con estudios en Manejo de Areas Silvestrea y Areas Protegidas, en la Universidad Estatal de Colorado, EE.UU.

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