Por Nelson Cuevas Medina
En las últimas décadas, tres países han sido el foco de atención de Estados Unidos: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Según la Casa Blanca, estos gobiernos "son una amenaza, un peligro, para la estabilidad política de la región". Pero, ¿realmente lo son? Si nos detenemos a observar la realidad de estos países, marcada por bloqueos económicos y vulnerabilidades internas, la respuesta parece muy compleja.
¿Qué peligros representan cuando su principal problema es la imposición de sanciones que han estrangulado sus economías durante décadas?
Aclaro al respecto, que en este escrito no hago ningún juicio de valor de las situaciones internas que pudieran darse en esos países, con relación a su forma de gobierno y al manejo dado a las relaciones internas, entre gobierno y oposición.
El origen de los bloqueos: ¿un plan fracasado?
La historia de estos países está llena de bloqueos, sanciones y conflictos, especialmente desde que Cuba decidió alinearse con el socialismo tras la Revolución de 1959, teniendo como líder a Fidel Castro. Venezuela, bajo el chavismo de Hugo Chávez, y Nicaragua, después de la victoria sandinista, siguieron el mismo camino. Desde entonces, Estados Unidos ha intentado frenar la "expansión del socialismo en América Latina" mediante sanciones y embargos, presentándolos como una forma de proteger la estabilidad de la región.
El tiempo ha demostrado que estas medidas no solo no han logrado derrocar a los gobiernos, sino que han empeorado la situación de pueblos y habitantes, mientras refuerzan la ideología que Washington pretende debilitar.
Sin embargo, entre 1990 y 2006, los sandinistas fueron desplazados del poder por los gobiernos de Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños. No obstante, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) recuperó el poder con Daniel Ortega como candidato en las elecciones del 2006.
¿Funcionaron en ese lapso la presión y las sanciones impuestas? Los resultados de las sanciones son algo complejos; por lo tanto, aunque lograron sacar a los sandinistas del poder temporalmente, no pudieron evitar su regreso a la presidencia hasta la fecha.
La Ley Helms-Burton: Un golpe más a Cuba
En 1996, Estados Unidos aprobó la Ley Helms-Burton, que no solo reforzó el embargo contra Cuba, sino que también castigó a empresas extranjeras que invirtieron en la isla. La ley pretendía obligar al gobierno cubano a ceder, pero sólo ha logrado dificultar aún más el acceso a recursos vitales, afectando a la población común.
Mientras tanto, el gobierno cubano, lejos de sucumbir, ha demostrado una resistencia sólida frente a los bloqueos. La ley ha fallado en su objetivo, pero ha sumado más sufrimiento a un pueblo que ya lucha por sobrevivir.
Cuba y la calificación de “país terrorista”: ¿es realmente válida?
La historia de Cuba también está marcada por la etiqueta de “patrocinador del terrorismo”. Es que en materia de la política internacional de EE. UU., se le puede aplicar el refrán popular que reza: "cambia el sol, pero el sol no cambia de puesto”.
Esto en vista de que el gobierno de Joe Biden, en un intento por mejorar las relaciones con Cuba, decidió retirar a la isla de la lista de "países patrocinadores del terrorismo" en enero de 2025. Esta medida se basó en una exhaustiva evaluación que concluyó que Cuba no había brindado apoyo a actos de terrorismo internacional. Sin embargo, esta decisión nunca llegó a concretarse debido al cambio de gobierno.
El 20 de enero de 2025, el presidente Donald Trump, revocó esta medida antes de que entrara en vigor, recordando también que fue él, Trump, quien incluyó a Cuba en esa lista de países durante su primer mandato.
Los efectos devastadores de los bloqueos
Cuba ha soportado más de 60 años de un embargo que ha afectado gravemente su economía, pero que no ha logrado desmantelar su sistema político. A pesar de las adversidades, Cuba ha sobresalido en áreas tan importantes como la salud, enviando médicos a diversas partes del mundo, y en educación, con una de las tasas de alfabetización más altas del continente y probablemente del mundo.
Venezuela, por su parte, sigue sumida en una crisis económica y política profunda, agravada por las sanciones internacionales. La economía ha sido afectada por más de 900 sanciones. Esto, avalado por una oposición que, en vez de buscar soluciones, continúa empeñada en debilitar al gobierno.
En Nicaragua, el gobierno de Daniel Ortega, sin grandes cambios desde su victoria sandinista, también vive bajo las restricciones impuestas por Estados Unidos, mientras la población lucha por encontrar estabilidad en medio de una oposición fragmentada.
La contradicción de la política estadounidense
Si observamos la situación en su conjunto, surge la pregunta: ¿Qué peligro representan Cuba, Venezuela y Nicaragua para Estados Unidos? Estos países enfrentan crisis económicas devastadoras, pero no son, ni de cerca, una amenaza para la seguridad de Estados Unidos ni de ningún país de la región. Al contrario, el verdadero peligro está en las políticas de aislamiento que solo perpetúan el sufrimiento de sus pueblos y ciudadanos.
Los bloqueos no han logrado su objetivo de cambiar los gobiernos en cuestión,
-salvo el caso de Nicaragua- en 1990-2006- pero sí han generado una migración masiva, convirtiéndose en un problema para Estados Unidos y otros países del hemisferio. Muchos de estos migrantes se arriesgan a vidas inciertas en busca de un futuro mejor, lo que solo agrava la crisis humanitaria.
Uno de los momentos más impactantes de esta tragedia que he presenciado es el de un cubano, que, en medio de su angustia, me pedía ser parte de un grupo de recolección de ayudas para enviar a su familia lo más elemental: pasta dental, jabón, jamón, pastas, hasta para papel higiénico. Artículos tan simples, tan necesarios, que han pasado a ser bienes de lujo debido a la escasez inducida por el bloqueo.
La historia de este hombre no es única. Miles de cubanos, venezolanos y nicaragüenses enfrentan la misma lucha, la de sobrevivir en medio de una guerra económica que no han provocado. Este testimonio no es solo un caso aislado, es el reflejo de una realidad que vive día a día la gente común que no entiende por qué se les castiga de tal manera.
La vía hacia una solución: ¿dialogar o seguir la confrontación?
Más de cinco décadas de bloqueos, aislamiento y sanciones han demostrado que esta política no funciona. En lugar de acercar a los pueblos latinoamericanos a los ideales de democracia y libertad que Estados Unidos promueve, solo ha profundizado las heridas y radicalizado las posiciones políticas. La solución no está en reforzar las sanciones, sino en cambiar el enfoque. El diálogo, la cooperación y el respeto por la soberanía de los países deben ser el camino a seguir.
El verdadero peligro para la estabilidad política del continente no son los gobiernos de Cuba, Venezuela o Nicaragua, sino una política que ha fallado en sus objetivos y que, además, ha causado un daño irreparable a los pueblos de estos países. Es hora de aprender de los errores del pasado y dejar de lado las confrontaciones, buscando soluciones reales y duraderas para la región.