Por Rafael Céspedes Morillo
“Esta victoria electoral, en mi caso, es la última, porque respetaré los límites de la Constitución en los términos de la reelección… no volveré a ser candidato. Es mi palabra, es mi compromiso y será parte de mi legado a la República Dominicana”. Así se expresó el presidente Luis Abinader el mismo día que alcanzaba la victoria para un segundo mandato. Más adelante agregaba que blindaría la Constitución para que a nadie se le ocurriera intentar violarla.
Siendo tan específico cuando dice: “¿…en los términos de la reelección’’ pudiéramos pensar que en otros términos pudiera violarla? No quiero creerlo y centralizo más en el ¿por qué, el señor Presidente habla de una nueva constitución?
Sometió una modificación que pasó sin pena ni gloria, sin que nadie dijera nada. Es más, fue tan "blindada" que usaron el tema haitiano para distraer al país en esa dirección y evitar que se notara que la “modificación” era solo una reforma menor. Sin embargo, el señor presidente siempre habló —y habla— de una “nueva Constitución”.
La realidad es que modificar la Constitución en solo tres o cuatro artículos no produce una “nueva Constitución”, sino una Constitución modificada.
¿Por qué se hace eso y de esa forma? Llevo algunos meses preguntándome las posibles razones, sumando elementos para ver si logro aclarar el pensamiento y vislumbrar posibles caminos.
El presidente tiene una agenda poco común en alguien que afirma no tener planes de volver a postularse. No entiendo cómo, en estos momentos, está tan activo: entrega de títulos, inauguraciones casi todas las semanas, apoyo iniciativas de terceros, pero capitalizando él, el rédito político.
Las acciones no parecen orientadas a una verdadera institucionalización del país. Al menos, eso no es lo que vemos quienes observamos la política. Lo que yo, por lo menos, percibo, es a un presidente que está sembrando… pero no parece que lo haga para que otros cosechen. Por el contrario, da la impresión de estar en una carrera política, como si tuviera la intención —o tal vez ya ha olvidado— que no podrá seguir en el "carguito".
“Vamos a tener una Constitución que le va a dar tranquilidad a este país, porque ahora sí tenemos un verdadero candado para evitar eso, aun con la mayoría que tenemos”. Entonces, ¿podríamos decir que Danilo Medina fue quien no quiso reelegirse? Sabemos que no. Que Danilo Medina no se lanzó a una reelección porque la Constitución se lo impedía, que no se lanzó porque alguien, se dice que vía telefónica, le “sugirió’’ no hacerlo.
No sé cuál será la aplicación práctica de esta reforma cuando llegue el 2027, y cuatro o cinco abogados “independientes’’, con credibilidad y reconocida trayectoria, se pronuncien y digan que el presidente Abinader está habilitado para un nuevo mandato, ya que la “nueva Constitución” fue reformada durante su mandato, por lo que no se le podría aplicar retroactivamente. Sería violar el principio de no retroactividad.
Hace días que me pregunto si los pronunciamientos del presidente Abinader al hablar de “nueva Constitución” no son un equívoco, sino algo bien pensado: sembrar en el consciente colectivo de los dominicanos la idea de que, al tratarse de una nueva norma, no puede tener efectos retroactivos. Y claro, si alguno de esos juristas mencionados se le ocurre “voluntariamente” expresar algo en esa dirección, imaginemos lo que dirán y harán muchos dirigentes del PRM. Se formarán grupos como “Lo que diga Abinader”, otro “Vuelve y vuelve”, y así sucesivamente.
El sacrificio sería entonces una “desgraciada pero eminente” decisión por el “super patriotismo” del presidente Abinader, justificada por la falta de crecimiento de la gran mayoría de los precandidatos del partido.
Entonces se diría que él “tiene que decidir” y “sacrificarse” —y sacrificar a su familia— para obedecer al pueblo: “me debo al pueblo y al pueblo debo obedecer”. ¡Claro! Habría que ver si en ese caso el pueblo obedecerá y se dejará seducir por un relato cuyo verdadero nombre es engaño.