Por Omar Santana
Las cabañuelas, una práctica milenaria, habían sido durante siglos una guía para predecir el clima en diversas culturas. Este método empírico, nacido de la observación de la naturaleza, se ha adaptado y transmitido a través de generaciones.
El término "cabañuelas" tiene raíces en la festividad judía de los Tabernáculos, aunque su práctica podría remontarse aún más, a los antiguos babilonios. Los babilonios, con su conocimiento astronómico, observaban los ciclos celestes para prever fenómenos climáticos.
En España, las cabañuelas adquirieron un desarrollo único, especialmente en las regiones agrícolas del sur y centro del país.
En América Latina, en México, los aztecas y mayas adaptaron esta tradición al calendario cristiano, fusionando su propia cosmovisión y sus observaciones astronómicas.
En la India, un método similar también es practicado: durante 12 días de invierno, se observan las condiciones para predecir el clima de los próximos meses. Estas similitudes globales muestran cómo las civilizaciones, separadas por miles de kilómetros, compartieron una misma necesidad: comprender el entorno para adaptarse mejor a él.
El antropólogo dominicano Jonathan De Oleo Ramos menciona que las cabañuelas en la República Dominicana tienen un origen similar y se han perpetuado a través de la tradición oral, especialmente en las zonas rurales.
De acuerdo con De Oleo Ramos, los "cogedores de cabañuelas" son personas dedicadas a interpretar el clima observando fenómenos naturales durante enero. Estos individuos no duermen durante el mes, registrando detalladamente los cambios en las nubes, las estrellas, la luna y el viento”.
De Oleo Ramos, que a la vez cita a José Labourt en su libro Sana, Sana, Culito de Rana” (1975), señala los pasos de cómo se realiza en algunos pueblos dominicanos.
El primero es asociar los doce días iniciales de enero con cada mes del año. Por ejemplo, si el 1 de enero llueve, se espera un enero lluvioso. El segundo método, conocido como "los granos de sal", implica colocar doce granos alineados el último día de diciembre; la humedad o sequedad de cada grano al amanecer predice las condiciones de los meses correspondientes.
Además de predecir lluvias o sequías, los “cabañuelistas” determinan posibles tormentas, vientos, huracanes e incluso condiciones favorables para actividades específicas, como la siembra, la cosecha o cortes de cabello. Los cabañuelistas son extremadamente observadores, atentos a cambios en el viento, las nubes, la luna y las estrellas.
Tradición y modernidad: Las cabañuelas en el siglo XXI
En comunidades rurales de España y América Latina, las cabañuelas siguen siendo una herramienta complementaria a las predicciones científicas.
Aunque los modelos meteorológicos basados en datos satelitales ofrecen una precisión sin precedentes, muchas personas encuentran en las cabañuelas un vínculo cultural y una guía adaptada a las particularidades de su entorno.
En los últimos años, el interés por esta tradición ha resurgido, impulsado por estudios que evalúan la precisión de las cabañuelas frente a las predicciones científicas.
Aunque sus resultados son mixtos, algunas coincidencias han llevado a un renovado respeto por este conocimiento ancestral.
Además, las cabañuelas representan un recordatorio de cómo las culturas rurales han desarrollado métodos de adaptación basados en la observación y la experiencia, en contraste con las tecnologías modernas.
Las cabañuelas, aunque nacidas en un contexto precientífico, son un testimonio de la capacidad humana para interpretar los patrones de la naturaleza.
En un mundo donde la tecnología domina la predicción climática, esta tradición ancestral ofrece una perspectiva interesante.