Los funcionarios del gobierno y el propio presidente Luis Abinader parece que no aprendieron de la experiencia de 2021, cuando presentaron un proyecto de reforma fiscal que corrió igual suerte que el más reciente presentado, ahora, en 2024. Un artículo de Osvaldo Santana del 31 de octubre pinta el panorama de entonces:
Más allá del retiro de la reforma fiscal anunciado por el presidente Abinader
Por OSVALDO SANTANA
Todos los actores importantes de la vida nacional valoraron positivamente al presidente Luis Abinader por descartar el proyecto de la reforma tributaria, y él mismo dijo que escuchó el sentir del pueblo sobre esa iniciativa. Pero es necesario analizar los porqués de esa decisión.
En el programa Careo por el canal 19-Cinevisión observamos el pasado 23 de octubre que implantar la reforma fiscal no iba a resultar fácil para las autoridades nacionales. Ya era perceptible que había una opinión muy extendida de rechazo a nuevos gravámenes, cuando todavía persisten los efectos de la pandemia y están en desarrollo nuevas realidades a nivel global que afectan los aparatos productivos, los prestadores de servicio y los consumidores.
El presidente Abinader podía perfectamente pasar la reforma tributaria en el Congreso, porque cuenta con los votos necesarios, y que, si hubiese tenido alguna dificultad, la habría sorteado si trataba de conseguir algunos votos necesarios. Además, sería una legislación ordinaria. Era más que un problema de correlación de fuerza congresual.
Aprobar la reforma para resolver un problema de financiamiento del presupuesto nacional le complicaba la situación, ya de por sí difícil: altos precios de los alimentos, de los insumos para producir alimentos (los comodities) y ahora se agregan los agroquímicos y productos veterinarios.
El encarecimiento a nivel global de la transportación de materias y productos agrava los costos de los fletes marítimos y eso también se refleja en el incremento de los precios al consumidor.
Y ya vemos cómo vienen comportándose los precios de los derivados del petróleo. Los consumidores lo perciben con los aumentos semanales en el galón de gasolina y ni hablar de lo que ocurre de los derivados más usados en la transportación y la industria.
Aunque no se vea en la superficie, la dramática situación de Haití impacta al país, en materia de seguridad, migración y en el intercambio comercial. Es nuestro principal socio, con un intercambio anual que ronda los mil 200 millones de dólares, totalmente favorable para el país. El riesgo de una migración masiva y desordenada está latente. Por eso los reclamos del presidente Abinader a la comunidad internacional de que reaccione sobre el drama haitiano.
“…No hay seguridad en Haití”, dijo al ser abordado sobre los dominicanos secuestrados en esa nación en medio del caos. El jueves 28 de octubre, Abinader anunció la suspensión de un viaje a Escocia, Reino Unido, donde participaría en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático desde mañana hasta el 12 de noviembre.
“El acentuado deterioro de la gobernabilidad en Haití exige seguimiento continuo de la situación política, social y económica para garantizar una rápida respuesta de las autoridades dominicanas ante cualquier imprevisto que ponga en riesgo la seguridad nacional”, dijo el Palacio Nacional mediante un comunicado leído por Homero Figueroa, vocero oficial.
Además de los incrementos de precios, sufrimos la inseguridad ciudadana, la violencia de la sociedad y la multiplicada por la policía.
También la energía
Ya cara, la energía eléctrica a los hogares, industria y comercio subirá más cada mes. Y eso también recaerá sobre la población. Se inició de manera gradual un programa de desmonte del subsidio eléctrico, que se reflejará como un aumento de precio de la energía, al menos de 1.4%, cada 3 meses, hasta el 2026. Ese constituye un factor inflacionario, porque la energía impacta todos los procesos económicos.
No pudo convencer
El presidente Abinader no pudo convencer a nadie acerca de la necesidad de la reforma. La retiró del ámbito del Consejo Económico y Social (CES) para intentar concertarla con el liderazgo político. Pero es el mismo liderazgo político representado en ese Consejo que había adelantado su rechazo.
Un diálogo directo con los líderes políticos no auguraba nada bueno. Uno está resentido por la lucha contra la corrupción (Danilo Medina) y el otro (Leonel Fernández) no iba caer en el gancho de asociarse con el gobierno para pasar una reforma y extender en el tiempo la creencia de muchos de que es un aliado del oficialismo.
Arriba de eso, hay dificultades al interior de su propio Partido Revolucionario Moderno (PRM). Nada más hay que oír o leer la virulencia con que al menos un dirigente importante habla de la administración de su propio partido.
Públicamente, el presidente Abinader llegó a reunirse con el Frente Amplio, pero parece que no encontró aprobación en ese colectivo.
Los empresarios, a quienes en diferentes encuentros en el Palacio Nacional les presentó la reforma, inicialmente guardaron silencio y después anunciaron una diferencia “metodológica”. Sugirieron que la discusión se realizara en el seno del Consejo Económico y Social.
Al margen de las razones invocadas, como escuchar el sentir del pueblo, la realidad de los precios internacionales del petróleo, las materias primas para la producción y los alimentos básicos, etcétera, el aspecto fundamental, y él lo reconoció, y cito, es que “no es momento para pedir a los dominicanos más esfuerzos”, es decir, sacrificios.
Importante
Hay que resaltar la importancia de que sean instituidas las consultas a la población como mecanismo para la toma de decisiones, como ha prometido Abinader.
No olvidar que se lanzó el proyecto de reforma como un globo de ensayo y que el director de Presupuesto José Rijo Presbot llegó a proclamar que la reforma fiscal iba sí o sí.
A decir verdad, el gobierno necesita dinero, ¿de dónde lo sacará? Necesariamente deberá tomar medidas que impactarán a la población, de una u otra forma.
Se habla de restricciones en el gasto, ¿será suficiente?