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viernes, abril 18, 2025
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A partir de ahora

Por Alfonso Tejeda

La infinita intensidad e inmensidad del dolor causado, comparable sólo a la solidaridad expresada con la tragedia del Jet Set, tienen estas que ser un parteaguas en el comportamiento y actuación colectivos de la sociedad, que sí ha dado muestra de empatía, también tiene que asumir un mayor compromiso a la hora de conducirse como tal, asumiendo deberes ineludibles y reclamando derechos imprescindibles.

Dada por circunstancias todavía imprecisas, la vida ya obtenida asume, desde  un deber  particular, la responsabilidad social de conducirse acorde a normas, principios y leyes que garantizan “el libre albedrío” y  la libertad de bien  ejercerlo, discusión que enreda a filósofos desde hace tanto tiempo pero que  parece haber sido resuelta por Benito Juárez, con su famosa expresión de “el derecho ajeno es la paz”, pero que excluye realidades y condicionantes sociales que cientistas sociales establecen como determinantes.

De vigorizante y frecuente presencia en el decir dominicano de este tiempo, la palabra empatía envuelve actitudes como la generosidad, la compasión, la bondad,  y como el respeto, la solidaridad, todas ellas manifestadas sin regateos en la reciente tragedia de Jet Set, disposición que está convocada en similar proporción en esta jornada de Semana Santa, período en el que el desenfreno ha caracterizado las más recientes celebraciones, con saldos negativos, particular en pérdidas de vidas que hacen llevarse  “las manos a la cabeza”, cifras  que en este momento harían más cruenta la hecatombe.

Con la intensidad que trabajaron los miembros de los organismos de Socorro, bajo la presión que lo hicieron y por el desempeño dispuesto en una situación tan dramática, urgente y comprometida, reconocida con justeza, agradecimiento y satisfacción por la comunidad toda, es una responsabilidad adeudada la que tenemos con ellos de compensarle con nuestra sensata y solidaria conducta,  comportarnos respetuosos con las leyes de tránsito, tolerantes  con los demás y generosos en  la ayuda y colaboración, conscientes de que somos el mayor garante de la vida de cada uno a nuestro alrededor.

Esa es la tarea, que por su proximidad y dimensión nos  convoca, pero también hay otras a las que prestarle atención especial, tal el reclamo de una transparente, cabal y profesional investigación de lo ocurrido en la discoteca el pasado 8 de abril, estableciendo las responsabilidades correspondientes y evitando transacciones posibles que castren la oportunidad de sancionar una conducta convenida que tiene patente de inmunidad previa y aquiescencia  plena y absoluta certificada por la sentencia de que “ aquí, na’ e’ na’ .

Ese el más agudo reto de la convocatoria, desafiada por la interesada y perversa intención de quienes pretenden la exoneración de su responsabilidad en el caso, para lo que  ya están desplegando artimañas, primero, a través de una burda manipulación, pretender desviar el foco hacia situaciones que merecen la atención de las autoridades -el puente de la 17-, también cuestionan la pertinencia de procedimientos legales y técnicos como la autopsia forense, y buscan instalar “falsos positivos” para desacreditar la investigación que puede desentrañar el por qué se desplomó el techo de Jet Set. 

Reconocer a los socorristas que durante 59 horas seguidas faenaron entre los escombros de la discoteca para rescatar a heridos y fallecidos debe ser compensado en esta Semana Santa asumiendo una conducta responsable, cauta, empática, que les evite contar más víctimas en carreteras, caminos, balnearios, ríos, playas y montañas, consecuencias de un posible desborde para el que el país carece de las fuerzas, disposición, capacidad y tolerancia.

!Démosle ese consuelo!

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